Mayo es un mes de flores, de calor que empieza a apretar, de celebraciones escolares, de ferias, de discursos cursis y también de silencios incómodos. El 10 de mayo, el país entero se rinde ante el Día de las Madres: regalos, homenajes, altares, canciones, misas. Y sin embargo, pocos días después, el 17 de mayo, pareciera que a México se le traba la lengua: Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia. Una fecha incómoda. Una fecha que muchos prefieren ignorar, disimular, esconder.
Pero para quienes somos parte de las poblaciones LGBTIQA+, mayo también nos confronta con otra pregunta: ¿cuándo salen del clóset nuestras madres y nuestros padres?
Sí, porque si salir del clóset es un proceso doloroso y valiente para hijas, hijos e hijes, también lo es —y debería serlo— para nuestras familias. Muchas veces nos toca convivir con madres que dicen “te amo” en privado, pero callan frente a las tías. Padres que te abrazan en la cocina, pero se encogen cuando alguien en el trabajo lanza un comentario LGBTfóbico. Madres que nos protegen del mundo, pero no se atreven a decirle al mundo que somos su orgullo.
Salir del clóset, para nuestras madres y padres, no es algo que venga en ningún manual de crianza. Y aún así, en este país tan machista, tan clasista, tan doble moral, es urgente que ellas y ellos también lo hagan. Que salgan del clóset del miedo, del clóset del qué dirán, del clóset del “te amo, pero que nadie lo sepa”.
Este mes de mayo, entre flores de papel y cartas escritas a mano, sería hermoso escuchar a más madres diciendo con voz firme:
—Mi hija es lesbiana y la amo profundamente.
—Mi hijo es gay y lo defiendo con todo lo que soy.
—Mi hije es trans, y cada día aprendo a ser una mejor madre para elle.
Ser mamá o papá de una persona LGBTIQA+ no es una carga, ni un castigo, ni una decepción. Es una oportunidad: la oportunidad de amar sin condiciones, de crecer junto a tus hijes, de romper cadenas heredadas y construir nuevas formas de familia.
Y no, no les pedimos que marchen si no quieren. Pero sí les pedimos que dejen de esconderse. Que hablen con orgullo de quienes somos. Que aprendan a corregir, a incomodar, a confrontar cuando alguien agrede. Que estén, que se noten, que salgan con nosotres del clóset de la vergüenza.
Porque cada vez que una madre o un padre se atreve a salir del clóset con nosotres, el mundo se vuelve un lugar más habitable.
Este 10 de mayo, celebremos también a las madres que se nombran diversas por amar hijas e hijes diversos. A las que abrazan, defienden, nombran, luchan y se equivocan, pero no sueltan. Y este 17 de mayo, que no pase de largo. Que se diga en voz alta, que se pinte en carteles, que se cuente en historias familiares:
—Sí, mi hije es LGBTIQA+… ¿y qué?
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