Lo que se haga o se deje de hacer hoy en educación, se verá reflejado en el comportamiento social en las próximas décadas. Al inicio de la segunda década de este siglo alertábamos sobre “niños sin límites” y que muchos “buenos alumnos” de primaria soñaban con una vida fácil, fuera de la ley, de armas, lujos y riquezas, alimentados por corridos del “movimiento alterado” que traían en sus celulares sin que nadie en las escuelas pusiera atención en ello. Y algunos eran alumnos de dieces. Era evidente que la educación estaba desconectada de la realidad de Sinaloa. Que mientras los maestros se dedicaban a impartir contenidos genéricos, sin contexto, para una fantasía productiva de primer mundo, la realidad se gestaba por caminos muy distintos que hoy, a menos de una década de distancia, son motivo de alarma y de sorpresa.
Las fallas evidentes de la educación, expresadas en las conductas sociales de muchos de nuestros jóvenes y adolescentes, no son responsabilidad exclusiva de los maestros y las escuelas. La formación de las nuevas generaciones es corresponsabilidad de los padres, de los maestros, de las autoridades educativas y de los gobiernos. ¿Se está revisando a fondo la educación que se imparte en Sinaloa para corregir las fallas y revertir los efectos indeseables en las conductas de las nuevas y futuras generaciones, o simplemente se navega en la inercia de programas educativos nacionales, genéricos, ajenos a la realidad de la tierra de los once ríos?
El gobierno ya hizo su parte (inicial) con la legislación de la Nueva Escuela Mexicana y la aprobación de un nuevo plan de estudios de educación básica (2022) que establece las orientaciones generales en ejes de formación, campos formativos y metodologías de aplicación, sin embargo, el mismo documento indica que la educación deberá hacerse con base en la realidad que se vive en las comunidades y el contexto en que están encavadas las escuelas. Es decir, que les corresponde a los maestros y las autoridades educativas decidir, planear y desarrollar procesos educativos que respondan a las necesidades y problemas de sus comunidades.
El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene claro que carecería de sentido, por ejemplo hablarles de los servicios de primera clase de los cruceros trasatlánticos a los pasajeros de una panga sobrecargada, con fallas en el motor y agujeros en el piso, que amenaza con hundirse, en vez de tratar de ponerse de acuerdo con los pasajeros para establecer una estrategia que les permita colaborar para llegar seguros a puerto. Algo así es lo que se ha propuesto en educación al enfocarse en la realidad de las comunidades, de acuerdo con el plan 2022, pero el gobierno federal no puede hacerlo todo y necesita la incorporación activa y propositiva de las entidades federativas para concretar el proyecto. Es decir, ahora la pelota está en la cancha de los maestros y las autoridades educativas estatales.
EDUCACIÓN, BASE DE LAS GRANDES TRANSFORMACIONES SOCIALES
La historia ha demostrado que los proyectos educativos más exitosos no son los que se basan en los sueños y fantasías de gobernantes iluminados, sino los que parten de reconocer los problemas de su realidad y buscan como resolverlos. El Poema Pedagógico, de Makarenko, describe el proceso de reconstrucción de Rusia después de la revolución de 1917. Célestin Freinet tuvo un profundo impacto transformador social en Francia gracias a su propuesta de aprendizaje a través de la experiencia –cultivar un huerto para aprender biología, por ejemplo—, donde el intercambio y la cooperación son fundamentales, así como la promoción de la autonomía, la autogestión y de compromiso social contra las desigualdades. Paulo Freire construyó una propuesta educativa basada en el contexto de pobreza y opresión que vivía el pueblo brasileño, a mediados del siglo pasado, que ha influido a toda la América Latina.
En México, la gran transformación que le permitió incorporarse a la modernidad y al concierto de las naciones, ocurrió durante la época de la pos revolución mexicana, entre los años 20 y 40 del siglo pasado, donde los maestros jugaron un papel fundamental en la organización y el desarrollo de las comunidades. Mientras el gobierno puso su parte con la creación de la SEP, la escuela rural mexicana y las misiones culturales, los maestros, comprometidos con la revolución, no sólo se dedicaron a dar clases en las escuelas a los niños, sino que se involucraban en la realidad y la vida de las comunidades para promover la gestión de su desarrollo y bienestar.
Durante el periodo revolucionario, el 90% de la población era analfabeta, por lo que la alfabetización jugaría un papel muy importante para su desarrollo. Una escuela y un maestro por comunidad, que además fuera asesor y activista en la organización y la autogestión de servicios, comprometido con el desarrollo y el bienestar de la población, fueron fundamentales para la transformación del país.
EDUCACIÓN ENCARCELADA EN MÉXICO
Sin embargo, para la segunda mitad del siglo XX, la realidad era muy distinta. La educación se encerró en las escuelas. El trabajo de los maestros se limitó a la enseñanza en las aulas, desligado de la vida comunitaria. Y la escuela se enfocó en impartir contenidos ajenos a la realidad comunitaria y más orientados a favorecer los intereses de los grupos de poder económico influyentes en los gobiernos en turno. Así, la educación fue encarcelada, acusada –por el conservadurismo—, de ser crítica y subversiva contra el sistema, y las escuelas se volvieron neutras, ajenas a cualquier compromiso social con sus comunidades.
La instrucción escolar, con un enfoque individualista, se centró en la transmisión de conocimientos y desarrollo de habilidades para el trabajo, que requerían los sectores empresariales (lo cual no está mal), pero dejando de lado las necesidades y la realidad del entorno de las escuelas y comunidades.
Hoy, un siglo después, ya no basta con construir más escuelas o ampliar la infraestructura y equipamiento educativo. La realidad es mucho más compleja. Es necesario repensar y reconstruir la educación, como orienta la NEM. Para que la educación tenga un mayor impacto en la transformación social que se pretende, es necesario pasar de la instrucción genérica, diseñada por competencias, pensada exclusivamente para competir en los mercados internacionales, y medirse por la prueba PISA, a una educación contextualizada, que revalore las culturas locales y que esté basada en la atención y solución de los problemas y necesidades de sus comunidades.
EDUCACIÓN IN-ÚTIL, PARA QUIÉN?
La educación es el vehículo más importante para que la población que estudia esté en condiciones de conseguir un empleo remunerado que le permita obtener ingresos suficientes satisfacer, al menos, sus necesidades básicas. La escuela, entonces, no es sólo un medio para allegarse de sabiduría ni de realización personal, sino la ruta obligada de capacitación y certificación para ejercer un trabajo. Esta es la versión universal de la educación, promovida desde los países desarrollados a través de organismos internacionales desde el siglo pasado. La promesa es que entre más estudios especializados se realicen, mayor será su nivel de ingresos y su nivel de vida individual. Aunque esta afirmación es relativamente cierta, esconde algunas contradicciones e intenciones no declaradas.
Primera, que desde finales del siglo pasado, obtener una certificación profesional dejó de ser garantía de un obtener empleo bien remunerado, debido a que, en gran medida, se formaba para ejercer empleos específicos de una realidad que había dejado de existir o que había cambiado radicalmente.
Segunda, que la promesa de bienestar era excluyente, pues entre menos desarrollo tiene una nación menor es la cantidad de población que puede certificarse para obtener empleos bien remunerados que les permita alcanzar mayores niveles de vida. Así, los pobres son culpables de seguir siendo pobres por no estudiar.
Tercera, que se busca formar “mano de obra” calificada para servir a los intereses de empresas locales y transnacionales y no para el desarrollo personal y social. Es decir, se pretende formar empleados para trabajos subordinados, no emprendedores independientes ni generadores de desarrollo.
Cuarta, que se promueve el aprendizaje de conocimientos genéricos y valores productivos para la competencia individual, que tienen mucho sentido en una economía de mercado pero no en una sociedad intercultural e inclusiva como la que se plantea en el siglo XXI.
Quinta, que se sigue promoviendo mayoritariamente una educación abstracta, enciclopedista, genérica y centralista, desvinculada de su contexto, ante el temor de que se altere políticamente la estabilidad social.
Y aunque la realidad social ha cambiado radicalmente en las últimas décadas y particularmente a partir de la pandemia del Covid 19 y más recientemente de las guerras armadas en Europa y Medio Oriente y de las guerras comerciales promovidas por los Estados Unidos, ante la inminencia de un nuevo orden mundial, la inercia de la práctica formativa de las escuelas, particularmente en México, sigue obedeciendo, predominantemente, a esquemas rígidos de conocimiento y de pensamiento.
LA EDUCACIÓN EN LA 4T, SIGUE EN LA INERCIA NEOLIBERAL
A pesar de que, desde el sexenio pasado, se presentó un nuevo plan de estudio innovador, basado en las orientaciones y aspiraciones de la Nueva Escuela Mexicana que plantea una educación inclusiva, intercultural, dinámica y contextualizada, la apropiación del modelo marcha mucho más lento de lo esperado.
Por un lado, las fuerzas conservadoras que se oponen a cualquier logro que pueda tener el gobierno de la 4T han presentado todos los obstáculos legales posibles como estrategia política, especialmente a partir de que, en buena medida, perdieron el control administrativo del sector educativo.
Por otro lado, autoridades educativas que no entienden de educación y que se dedican a seguir la inercia de eventos políticos y programas genéricos, y reducen su actuación a la gestión de servicios e infraestructura, sin atender las cuestiones fundamentales como las particularidades y las necesidades de los programas educativos.
Por otra parte, los maestros, formados en paradigmas como la tecnología educativa, de los años 70s y 80s o las competencias del neoliberalismo, en las décadas más recientes, encuentran dificultad para concebir, diseñar y aplicar estrategias basadas en el diálogo, la reflexión, la indagación y la contextualización, lo que, aunado a la falta de liderazgos, les dificulta considerablemente la tarea formativa.
LA VINCULACIÓN CON LA COMUNIDAD
Aunque en términos generales hay en los maestros un buen nivel de comprensión de los propósitos de la NEM y de los campos formativos del nuevo plan, en la práctica educativa sigue dominando un esquema más tradicional y vinculado al de los aprendizajes esperados contemplados en el plan anterior, implementado en el gobierno de Enrique Peña Nieto, que buscaba formar competencias individuales, para el mercado internacional y tomaba como único referente las evaluaciones internacionales excluyendo los contextos locales.
Uno de los aspectos centrales de la propuesta educativa contemplada en el nuevo plan de estudio de educación básica es la contextualización de la educación. Es decir, planear el proceso educativo con base en los problemas y necesidades del contexto particular en que están enclavadas las escuelas. Que la educación no sea genérica, en abstracto, sino que los alumnos aprendan con base en la realidad en que viven. Una educación articulada para conocer, comprender y atender los problemas y necesidades de las comunidades en que viven, atendiendo sus características particulares de su entorno físico y social, sus recursos naturales, el clima, su cultura, su lenguaje, sus costumbres.
La propuesta educativa contempla una planeación para que los alumnos puedan reconocer su realidad y reflexionarla para transformarla, involucrarse en ella para mejorarla, sin embargo, implica, en primer término, que autoridades educativas y maestros pasen del programa sintético propuesto por la SEP a un programa analítico del contexto a través de ejercicios de diálogo en los consejos técnicos y en segundo, que los alumnos se incorporen al proceso a través de distintos esquemas como el Aprendizaje Basado en Proyectos Comunitarios, donde los estudiantes trabajen en proyectos que atienden las necesidades de la comunidad. El Aprendizaje Basado en Indagación, donde los estudiantes investigan y responden a preguntas. El Aprendizaje servicio (AS), donde los estudiantes combinan el aprendizaje con el servicio a la comunidad. Así como en Metodologías sociocríticas, donde los estudiantes desarrollan proyectos que buscan soluciones a problemas sociales.
Como se puede apreciar, todos los esquemas propuestos implican aprender desde la realidad de la comunidad. Es decir, comprender a la comunidad desde la comunidad misma en que está enclavada la escuela ya que la escuela es parte de la comunidad. La escuela no debe ser un ente aparte, separada de la comunidad ni ajena a la vida y problemática de ésta, sino parte integral. La escuela no debe ser vista como propiedad o dominio de los maestros, o de la SEP, sino como una extensión de la comunidad y para servir a la comunidad y por tanto, la vida de ambas debe estar íntimamente relacionada, por lo que las clases, los contenidos y los procesos de aprendizaje no deben ser ajenos a vida de la comunidad.
En la medida en que los alumnos se formen para conocer, comprender y resolver los problemas y necesidades de su comunidad, con un sentido humanista y una actitud inclusiva, sin demérito del pensamiento científico, podrán hacerlo en cualquier otro contexto en que les toque vivir. Entonces podremos hablar de una educación de excelencia. Mientras tanto, las pelota sigue en la cancha de los maestros y las autoridades educativas…
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