El maestro Jaime Palacios Barreda fue fundador, presidente del primer consejo y segundo dirigente estatal del partido político que hoy gobierna el país y la mayoría de las entidades federativas. Además, fue mentor de la primera generación de juventudes morena en Sinaloa. Jaime hablaba y todos escuchábamos.
Falleció el domingo 5 de octubre del 2025, día internacional del docente y tres días después de la conmemoración de la lucha estudiantil de 1968. Su vida política y académica estuvo marcada por los valores de una generación muy especial, la que abrió el camino para la democratización del país y la llegada de la izquierda al poder político.
Al igual que espíritus rebeldes como los de José Revueltas, León Trotsky y Milan Kundera, murió expulsado de su partido político. Las razones están en las sinrazones: criticar el despilfarro, la falta de congruencia, el autoritarismo y el culto a la personalidad de quienes dirigen la política como un patrimonio personal.
En 2015 se confrontó con dos figuras que hoy están desterradas de la política sinaloense por corrupción y abuso de autoridad: el ex alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres y el ex alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro. Esta dupla se encargó, en complicidad con pragmáticos y fanáticos, de no reconocer el triunfo democrático de Jaime Palacios por temor a auditorías. Encontraron eco en las más altas esferas y la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia determinó que debía cancelarse la afiliación del histórico líder estudiantil.
Fue hasta la llegada del entonces candidato Dr. Rubén Rocha Moya a morena cuando se propició el reencuentro de la militancia perseguida, entre ellos el maestro Palacios, que fungió hasta sus últimos días como director del Centro de Estudios de la Criminalidad y la Violencia en la recién creada Universidad de la Policía del Estado de Sinaloa (UNIPOL).
Jaime nos enseñó a ejercer el pensamiento crítico sin cortapisas. Fue un convencido en la importancia de debatir, de señalar los errores de nuestros propios compañeros, pues la complicidad entre camaradas es lo que desvirtúa los más nobles y legítimos proyectos políticos.
La izquierda mexicana está en deuda con uno de sus más lúcidos y congruentes militantes. A más de algún simpatizante nos hubiera gustado tener a un Jaime Palacios como legislador o edil. Quienes coincidimos con él, sabemos que su vida estuvo marcada por el reconocimiento de figuras públicas, de la gente de a pie, de simpatizantes y de opositores.
Su trayectoria es un ejemplo para quienes buscan incursionar en la vida partidista y en el activismo social. La vida de Jaime no es la de un mártir, tampoco la de un héroe envuelto en mitos. Es sencillamente la de un hombre que fue congruente con su pensamiento por encima del cálculo y la perversidad política.
Mi generación se formó con Jaime Palacios. Es el primer maestro que nos toca despedir. Queda registrada en nuestra memoria aquellas conferencias de prensa en el Café Los Portales y sus intervenciones como presidente del consejo estatal de morena en el recreativo de los jubilados de la UAS.
Ese fue nuestro maestro. Gloria eterna para Jaime Palacios.
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