Un año más comienza la discusión del presupuesto de egresos 2026, y nuevamente se vuelve necesario exigir que las poblaciones LGBTIQA+ sean consideradas en la asignación de recursos públicos.

Ejemplos como el del Estado de México, que destinó 36 millones de pesos en su presupuesto 2025 a programas para la población LGBTIQ+, demuestran que sí se puede cuando existe voluntad política. Lo que falta en Sinaloa no son ideas, sino decisión de gobierno.

¿Por qué es urgente etiquetar recursos?

 

Según la ENDISEG 2021, el 5.1% de la población mexicana mayor de 15 años se reconoce como parte de la diversidad sexual y de género. En el caso de Sinaloa, el porcentaje es de 4.7%, lo que significa que miles de sinaloenses forman parte de esta realidad social. Además, el 1.4% de las uniones legales en 2023 fueron entre personas del mismo sexo.

Es decir: existimos, somos parte del estado y las cifras lo demuestran, pero seguimos siendo invisibles en el presupuesto público.

El etiquetado no es un capricho:

  • Es visibilización frente a la indiferencia oficial.
  • Es acción afirmativa real para corregir desigualdades históricas.
  • Es seguimiento para que los recursos no se pierdan en simulaciones.
  • Es un compromiso con los derechos humanos, no un favor político.
  • Es la forma más clara de combatir la discriminación, porque donde el presupuesto llega, llega también la legitimidad del Estado.

¿Y en Sinaloa, cómo vamos?

La respuesta es dura: vamos en cero.

En Sinaloa nunca se ha destinado una sola partida presupuestal específica a las poblaciones LGBTIQA+. Ni los gobiernos pasados ni el actual —que se autodenomina aliado— han asumido su responsabilidad real.

Y hay que decirlo con claridad: no basta con tener acciones afirmativas. No solo con eso ya eres aliado. Hay que poner a trabajar esas acciones afirmativas en beneficio de las poblaciones que dicen representar, no tenerlas como un requisito que impone la ley, con presencia simbólica pero sin voz ni voto. De nada sirve presumir inclusión si esta se queda en el papel o en las fotos oficiales.

La academia lo señala con contundencia: sin etiquetación, cualquier política pública queda en el aire. Lo que no tiene presupuesto es simple discurso, y el discurso sin recursos solo alimenta la simulación.

Lo que Sinaloa necesita cambiar de inmediato

 

  1. Partidas presupuestales propias para programas de salud integral, empleo incluyente, cultura y seguridad con perspectiva de diversidad.
  2. Indicadores claros de inclusión LGBTIQA+ en los planes estatales y municipales de desarrollo.
  3. Mecanismos de vigilancia ciudadana para evitar que los recursos se pierdan en clientelismo político.
  4. Institucionalidad permanente, con una dirección estatal de diversidad sexual respaldada por recursos reales, no por discursos.

Basta de invisibilización

 

La inclusión no se mide en declaraciones ni en banderas colgadas en oficinas, ni foto en el pride llamandose “aliado” “aliada” sino en el presupuesto que se asigna para atender desigualdades estructurales.

En Sinaloa, el gobierno que dice ser aliado tiene una deuda pendiente: darle a la diversidad un lugar en el presupuesto. No hacerlo es seguir perpetuando la discriminación institucional y relegarnos al margen del desarrollo.

Ya no basta con decir que se está “a favor de la inclusión”. Lo que se necesita es inversión, compromiso y justicia presupuestal. Y si otros estados ya dieron el paso, Sinaloa no tiene excusas para seguir escondiéndose tras la simulación.

Sin presupuesto no hay inclusión real.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO