En el SNTE la democracia puede esperar. La reforma laboral de mayo de 2019 que establecía el voto universal, personal, directo y secreto en las elecciones de dirigencias de los sindicatos, procesos transparentes y democráticos y daba seis meses a las organizaciones sindicales para adecuar sus estatutos y convocar a elecciones de sus dirigencias, no aplicó para el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Alfonso Cepeda Salas no sólo se las arregló para sobrevivir al sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) al frente del SNTE, sino que supo vender el sindicato a Claudia Sheinbaum para seguir mandando en el aparato sindical otros seis años, configurando así el inicio del cuarto cacicazgo en el SNTE, después de Jesús Robles Martínez, Carlos Jongitud y Elba Esther Gordillo.
Alfonso Cepeda no sólo compró otros seis años al frente del SNTE, sino que, de paso, se agenció una senaduría morenista y se prepara para ir por la gubernatura de su natal Coahuila en el 2029 de la mano de Claudia Sheinbaum. Para ello debe garantizar la estabilidad sindical los próximos 4 años y que los maestros sigan apoyando a los candidatos morenistas en las elecciones constitucionales. Hasta el momento lo ha hecho bien comprometiendo una cuota nacional de afiliación de maestros a Morena y ya no es visto como el dirigente magisterial priísta beneficiario de los gobiernos neoliberales, sino el senador morenista y eficiente líder nacional del magisterio.
Para asegurar lealtad y garantizar que nadie se le mueva, Cepeda renovará a todos los comité seccionales del País en los próximos dos años, empezando por los estados de Baja California, Tlaxcala, Sinaloa y Nuevo León que ya se les vence el periodo estatutario de 4 años (fueron electos a finales 2021 y principios de 2022) y se habla de que pretende sacar adelante una reforma estatutaria para ampliar el periodo de duración de la dirigencia a seis años, de tal suerte que tenga bien afinada su estructura sindical para los próximos procesos electorales constitucionales que incluyen casi la mitad de las gubernaturas para el 2027. Si saca buenas cuentas con el desempeño electoral del magisterio en el 2027, Cepeda iría a la gubernatura de Coahuila de la mano de la presidenta.
Por lo pronto, el primer paso. Renovar los comités seccionales y la reforma estatutaria, aunque no necesariamente en ese orden. Si Cepeda logra sacar adelante la renovación de los comités seccionales sin mayores sobresaltos, habrá dado el primer paso hacia la gubernatura de Coahuila y si en el peor de los escenarios, no obtuviera la postulación, de todos modos se habría convertido en el cuarto cacique del SNTE (vistiendo la camisa tinto) y con posibilidades de ir x un tercer periodo o de seguir controlando el SNTE a través de un incondicional como lo hicieron Jongitud y Elba Esther.
En ese orden de ideas, la democracia en el SNTE puede esperar. No se puede arriesgar a un proceso de renovación de dirigencia sindical realmente democrático; a que llegue un verdadero líder que no siga las instrucciones institucionales y que pueda salir a promover o a pedir el voto en las elecciones constitucionales por una opción distinta de gobierno.
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