Esta vez he decidido escribir sobre la importancia de la llamada educación terciaria, que incluye los estudios de técnico superior universitario o carreras técnicas, los estudios de licenciatura y, los de maestría y doctorado. Para el análisis, voy a apoyarme en los datos y las conclusiones presentadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) en un estudio con el título de “Panorama de la Educación 2025”. Para México y sus regiones, consideraré información del INEGI y algunas técnicas y métodos provenientes de la Estadística y la Econometría Espacial.
Empezaré por el estudio que analiza a los países de la OCDE, en el que está incluido México. En los países que conforman este grupo, un 48% de los adultos jóvenes ha completado la educación superior, en comparación con tan solo el 27% en el año 2000. Esto es muy importante, porque los graduados con este nivel tienden a disfrutar de mayores ingresos, empleos más estables, mejor salud y mayor participación cívica.
Hay que decir, que si bien los graduados de educación superior demuestran, en promedio, niveles de competencia más altos, esto no siempre significa que se tengan competencias sólidas. El estudio en mención revela que, en los 29 países y economías de la OCDE analizados, el 13% de los adultos con educación superior no alcanzó ni siquiera el nivel básico de competencia en lectoescritura en 2023, lo que significa que solo podían comprender textos breves sobre temas familiares. Esto ilustra la necesidad de que los países amplíen el acceso a la educación superior, pero también se requiere mejorar la calidad y la pertinencia de la educación impartida.
Se considera una problemática relevante la que se refiere a las bajas tasas de finalización de la educación superior. En 32 países de la OCDE y países socios, solo el 43% de los estudiantes de grado se gradúan a tiempo, cifra que aumenta a tan solo el 70% en tres años adicionales, con tasas relativamente más bajas entre los hombres (63% en comparación con el 75% entre las mujeres). En México, la eficiencia terminal promedio de la educación superior, considerando la titulación, se ha estimado en alrededor del 39%, aunque otras estimaciones sugieren cifras más bajas. En el mismo sentido, la tasa de egreso de licenciatura en México es baja, con un porcentaje de graduación del 14.4%, significativamente inferior al promedio de otros países como Estados Unidos (35%).
Es importante saber que el impacto de la formación familiar en el logro de la educación superior se ha mantenido persistente durante la última década. En 2012, solo el 23% de los jóvenes adultos cuyos padres no habían completado la educación secundaria superior obtuvo un título universitario, en comparación con el 65% de aquellos con al menos un padre con estudios universitarios. Esta brecha se mantuvo significativa en 2023: solo el 26% de los jóvenes adultos de familias con menor nivel educativo había completado la educación universitaria, en comparación con alrededor del 70% de los hogares con un alto nivel educativo.
En los países de la OCDE, y en todo el mundo, apoyar el acceso equitativo a la educación superior sigue siendo crucial para fortalecer la movilidad social, ya que el nivel educativo se refleja estrechamente en los resultados del mercado laboral. Si bien un título de secundaria superior ofrece una buena protección contra el desempleo en la mayoría de los países, muchos empleos altamente cualificados y bien remunerados requieren un título universitario. Los adultos con un título universitario ganan, en promedio, un 54% más que aquellos que solo han cursado estudios secundarios superiores. La ventaja salarial es especialmente considerable para quienes poseen una maestría o un doctorado, quienes ganan, en promedio, un 83% más que quienes han completado la educación secundaria superior.
A propósito de la relación entre el desempleo y la educación terciaria, el estudio destaca que la tasa de desempleo de los adultos con educación terciaria es igual o inferior a la de los adultos con educación secundaria superior o postsecundaria no terciaria en casi todos los países de la OCDE y países asociados, excepto Dinamarca, México, Países Bajos, Sudáfrica y Suiza. Es decir, en estos países, incluido México, las personas con estudios universitarios están enfrentando más dificultades laborales que los jóvenes sin secundaria completa. En los países de la OCDE, el desempleo promedio entre jóvenes de 25 a 34 años con estudios universitarios es de 4.9%, mientras que quienes solo cursaron secundaria enfrentan una tasa de 12.9%. En México, en cambio, el 4.3% de los universitarios está desempleado, frente a un 2.7 % de quienes no concluyeron la secundaria. Esto ha provocado que muchos jóvenes abandonen sus estudios para incorporarse de forma temprana a empleos de baja calificación.
De acuerdo con el INEGI, en México el 17% de la población mayor de 24 años tiene estudios correspondientes a la llamada educación terciaria. El 14% cuenta con estudios de licenciatura y el 1.7% con estudios de posgrado. Los estados con los porcentajes más altos de población con educación terciaria completada son la Ciudad de México (29.3%), Querétaro (21.7%), Sinaloa (21.3%), Nuevo León (20.9%) y Colima (19.4%). Los porcentajes más bajos corresponden a Chiapas (9.6%), Oaxaca (10.6%) y Guerrero (11.6%).
Coahuila (2.2%), Nuevo León (2.1%) y la CDMX (1.9%), son los estados en donde un mayor porcentaje de su población cuenta con carreras técnicas; la CDMX (23.3%), Sinaloa (18.9%) y Querétaro (17.5%) en donde un mayor porcentaje de su población tiene estudios de licenciatura y; la CDMX (4.1%), Querétaro (2.5%) y Nuevo León (2.3%) son las entidades en las que un mayor porcentaje de su población ha terminado un posgrado.
Encontré que existe una alta correlación positiva entre el porcentaje de personas con educación terciaria (PPET) y variables como el PIB per cápita, la tasa media de crecimiento anual y la recepción de IED en las entidades federativas. También, una alta correlación negativa entre el PPET y variables como la pobreza y la informalidad. Es decir, las entidades federativas con un mayor porcentaje de su población con educación terciaria son, en términos generales, las que tienen un mayor PIB per cápita, las que en términos económicos más han crecido en los últimos 20 años y las que más IED han recibido. Son también, las que tienen un menor porcentaje de su población en condición de pobreza y en las que las tasas de informalidad son más bajas.
No puedo en este espacio proporcionar todos los detalles que derivan de estas relaciones por lo que para terminar me concentraré en la relación positiva del PPET con el PIB per cápita y la negativa con la pobreza.
El mapa de dispersión entre el PPET (eje X) y el PIB per cápita (eje Y) pone en evidencia que se trata de una relación positiva y cada punto en el mapa corresponde a una entidad. El mapa se divide en cuadrantes en donde el I es el superior a la derecha ubicándose el resto de los cuadrantes en el sentido inverso a las manecillas del reloj. La mayor concentración de entidades se da en el I y III cuadrante, lo cual significa que, mayormente, los estados con un alto PPET tienen un PIB pc alto (cuadrante I) y los estados con un PPET bajo tienen un PIB pc bajo (cuadrante III). El gráfico espacio-temporal permite observar cuáles entidades federativas forman parte de cada grupo.
En el caso de la relación del PPET con el porcentaje de la población en condición de pobreza, dado que la relación es inversa o negativa, la mayor parte de los estados se concentran en los cuadrantes II y IV. En el II, los estados con bajo PPET y altos niveles de pobreza y, en el IV, los estados con alto PPET y bajos niveles de pobreza.
En conclusión, las evidencias apuntan en el sentido de que una mayor educación terciaria es un factor muy importante para que las personas vivan mejor, pero también para que las regiones tengan mejores condiciones económicas y sociales. Pero puede no ser suficiente. Vimos por ejemplo que hay países, como México, en los que las personas con educación terciaria pueden tener más complicaciones para conseguir empleo que aquellos que no tienen estudios superiores. Comentamos también que más educación terciaria no significa necesariamente que se han adquirido competencias sólidas en lectura o matemáticas, por lo que los temas de calidad y pertinencia de la educación terciaria se vuelven muy relevantes. En el ámbito regional encontré que algunos estados con altos porcentajes de su población con educación terciaria no son precisamente los que han tenido tasas de crecimiento económico más altas en los últimos años, ni en ellos el ingreso de sus habitantes destaca por ser de los más elevados. Es el caso de Sinaloa, por ejemplo. Esto es resultado de la influencia de varios factores, pero en el caso del poco impacto de la educación terciaria, lo más probable es que tenga que ver con las carreras y las profesiones que se están impulsando en cada región. De poco puede servir que haya un buen porcentaje de personas con educación terciaria, si su formación no está alineada con las actividades económicas más dinámicas y complejas, con las carreras STEM, con la inteligencia artificial, la digitalización y la sostenibilidad.
Referencias
OECD (2025), Education at a Glance 2025: OECD Indicators, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/1c0d9c79-en.
INEGI (2025)







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