Cuanta miseria destila del gobierno y cuanta destrucción genera. No hay palabra que sintetice el dolor que el gobierno genera en todos los segmentos de la sociedad, la economía y las instituciones más que calificarlo como BASURA.

Pesimista no soy, pero no hay bases para el optimismo. Y nada gano con decirme que en México somos más los buenos, si el gobierno protege y empodera a los malos.

¿Y qué podemos hacer?
Solos no mucho, pero organizados, lo más importante: extirpar de raíz la fuente del problema nacional y de la que se deriva la ola de adversidades que a todos nos afecta. Pero ello nos demanda invertir la ecuación de gobernabilidad y ser nosotros, la sociedad, la que tenga el poder sobre el gobierno y la responsable de que a los puestos públicos lleguen próceres de la nación.

No es el qué, sino el cómo
Aspiro a que México sea libre, independiente y soberano, y que la división de poderes tenga los atributos y la soberanía como las mejores del mundo. Cuando ello suceda, México navegará en las estables aguas del desarrollo donde se vive la democracia, los valores, la libertad y la prosperidad. El sueño mexicano diría YO.

Pero ello no depende de las alternancias, sino de nuestra capacidad para desterrarle a la CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS sus sistémicas y múltiples fallas que es por donde la basura y los antivalores se cuela; una Constitución que le permite al mal apropiarse del poder que representa el gobierno.

Pero a diferencia de las alternancias partidistas, esta vez el poder del Estado debe ser el objeto para alternar. Se trata de invertir la ecuación para que sea la sociedad quien controle al gobierno y destierre las fracciones sociales que los partidos generan.

El desarrollo de México no depende de la fuerza que lo mueva en un eje cartesiano (izquierda, centro o derecha), sino de una CONSTITUCIÓN intolerable ante la maldad y centrada en todo el bien que debe emanar del Estado. En pocas palabras, de una Constitución que le impida a la basura llegar a un puesto de elección.

El ideal de la Patria
Como ciudadano deseo un México donde la noticia del día a día sea todo lo que positivamente nos engrandezca. Pero ello no depende de los partidos, si así fuera, ello fuera un hecho consumado. Sino a nosotros, la parte libre, activa y emprendedora de la sociedad civil, pero de manera unida y organizada, evitando escopetazos, sino tiros quirúrgicos de precisión.

Una red de subredes sociales
Que Morena es el cáncer más agresivo que ha invadido todos los espacios de la vida nacional, no hay duda, y debe ser extirpado. Pero esta vez debemos evitar ser un eslabón más de la infructuosa cadena de las alternancias, sino centrarnos en quitarle el poder al mal y ponerlo al servicio del bien. Para ello nuestro objetivo, y deber cívico, es erradicar de nuestra CONSTITUCIÓN todas sus fallas y lagunas, hasta tener una Gran Carta Magna que garantice las más altas y honrosas virtudes en el sector público.

Revertir la ecuación debe ser nuestra prioridad para tener el gobierno que represente el interés sagrado de todo lo bueno: justicia, estado de derecho, libertad, democracia, formación, valores, división de poderes y la cesta de derechos inherentes al ser humano.

El engrane de esa ecuación ya ha germinado en la sociedad y el pasado 7 de septiembre hubo una muestra que todo México fue testigo. La PAZ es un ideal nacional pero no depende de que al gobierno lo controle el mal, sino el bien. Y si reitero la necesidad de precisión quirúrgica, es que no es suficiente un grito desesperado, sino erradicar la fuente que lo genera.

El 2027 es nuestra oportunidad histórica y las 36 asociaciones civiles y organismos patronales que aglutinaron a ese gran contingente cívico, deben dar un siguiente paso y convocar a la organización de un movimiento cívico-político centrado en extirparle al gobierno el cáncer que lo ha invadido. Hablo de la necesidad de formar un subsistema de redes para armar el rompecabezas que cristalice lo más sagrado de cada subsistema y que el gobierno debe atender.

Sinaloa es nuestra variable dependiente y en ello debemos centrarnos, pero aglutinados en un propósito común del que derive una cadena de realizaciones cívicas, sectoriales y regionales.

En fin, es mucho lo que puedo decir, pero baste en la necesidad de liberarnos de la cadena donde el gobierno nos tiene como sus esclavos fiscales cautivos. La sociedad es la vía, la Constitución la clave y los constitucionalistas los cirujanos.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO