Nadie es más capaz de apreciar la cultura
que quien no la posee.
Rosario Castellanos

Una de cal por las que van de arena. Esta expresión no deja de ser afortunada cuando pensamos en la Feria Internacional del Libro Culiacán 2025. Lo decimos porque este evento cultural se desarrolla en un entorno de violencia que ya cumplió los 14 meses y no se le trazas de que a se despida de nosotros. La situación de violencia descrita impidió que en 2024 renunciáramos a editar la FIL por los riesgos que implicaba. Sin embargo, sin que los fantasmas de la crisis de seguridad se hayan marchado, la fiesta del libro reclamó su bien merecido espacio y el Ayuntamiento de Culiacán, con las instituciones de cultura y de educación media y superior, hicieron un gran esfuerzo para que la FIL no faltara este año, la cual es todo un éxito.

Y una buena noticia es que ahora hubo espacio para el tema de los derechos humanos estuviera presente en la exposición de libros. Hay un stand de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y también se brindó un espacio en el Patio del Ayuntamiento de Culiacán para presentar el libro La memoria como trinchera, que aborda un tema tan viejo como actual: la desaparición forzada de personas. Dicho texto nos recuerda que la práctica de desaparecer personas inició en Sinaloa hace 50 años y que el primer caso documentado es el de una mujer: la maestra de la Escuela de Enfermería de la UAS Lourdes Martínez Huerta.

Llevar a cabo la FIL Culiacán 2025 fue un acierto, pues hacerlo no implica cerrar los ojos ante la difícil situación que vivimos, ni es voltear de lado buscando ignorar lo que sucede a un costado nuestro, es asumir el reto de que la violencia, con todos los riesgos y consecuencias que nos atrae y amenaza, no podrá sentar de rodillas a la sociedad culichi y a la sinaloense. Es más, imprimir mayor fuerza a las actividades de difusión de la cultura, en especial una fiesta en la que el libro toma el papel de protagonista y se abre en masa ante los ojos emocionados de una niñez y juventud que por momentos lo distraen más el celular con sus pegajosas redes sociales.

Con la FIL el libro cobra de nuevo la dimensión que le corresponde en estos días difíciles. Y es un recurso para abrir ojos y conciencia ante las realidades que vivimos.

Ojalá el siguiente paso a dar por autoridades y sociedad sea la promoción de bibliotecas populares, que se enclaven en las periferias de la ciudad. Que no haya escuelas sin un importante acervo de textos ni barrios que no cuenten con una sala de lectura, acompañada de promotores de talleres para auxiliarnos en la lectura, pero también en el ejercicio de la escritura. Pensemos por un segundo, ¿cuántos actos de violencia nos habríamos ahorrado con ello? ¿Cuántas vidas se habrían salvado? La ausencia de libros en la vida de todos lleva a la orfandad intelectual y a que las brumas del pensamiento se impongan por encima de las vocaciones por la vida productiva y proclive hacia la solidaridad con nuestros conciudadanos, sobre todo con los más vulnerables.

La asistencia de estudiantes a la FIL ha sido abrumadora y más allá de la capacidad de compra para adquirir libros está el hecho de sentirse en medio de un mundo de literatura, de todas las corrientes del pensamiento y ver con ello que hay un millón de mundos imaginados que pueden cambiar la vida personal de cada visitante y de nuestro querido Sinaloa.

Esperemos que la FIL haga reflexionar a los funcionarios del Ayuntamiento de Culiacán sobre la importante labor de quienes venden libros usados en el Parque Revolución, atrás de Catedral, en la Colonia Tierra Blanca y algunas otras partes de la ciudad. Un tiempo estuvieron en la Plazuela Obregón, pero lo consideraron indigno. Queremos ver de nuevo al Archi y su pandilla de varilleros de libro de viejo de nuevo promoviendo la lectura y la adquisición de textos.

Con el entusiasmo que me producen las visitas a la FIL, el haber presentado mi libro La memoria como trinchera y ser comentarista del bello libro de poemas de Rubén Rivera: La canción del pescador, me atrevo a opinar en lo conveniente que será que, en el ya cercano 2026, bien nos caería promover un Encuentro Nacional de poetas y narradores aquí en Culiacán. Es cierto que con ello no espantaremos ninguno de los fantasmas que ha parido la coyuntura violenta que vivimos, pero estaremos sentando las bases que nos encaminen a la postcrisis.

Todavía más, la SEPyC debe y puede convocar a foros de escritores infantiles y adolescentes, a encuentros y exposiciones de pintura, escultura, teatro, oratoria, declamación, poesía coral, danza y artesanías. Que todo ello tiene un costo en recursos, mejor dicho: inversión, es cierto, pero nos cuesta infinitamente más el saldo que nos deja la situación de violencia que ahora padecemos. Si se atienden estas tareas se estará abonando más de lo que imaginamos ahora en la formación de la presente generación de la infancia y adolescencia. Entendamos bien que las resiliencias las forjan duras experiencias como las que hemos vivido por décadas, pero también se alimentan desde acciones en las aulas, en la calle y las plazas públicas, en los medios y las redes sociales, coronadas con una estrategia que el Estado desarrolle para tal efecto.

Una de las enseñanzas de nuestra FIL Culiacán 2025 es que la cultura no es un concepto muerto o estático. Al ver a la niñez y a una inmensidad de jóvenes que con alegría, el desorden propio de sus edades, recorren los diversos stands de la Feria del Libro, llama la atención que el universo de libros expuestos les impone respeto y admiración. Las aulas y los laboratorios les invitan a escudriñar en los misterios de la ciencia junto a sus maestros, pero al verse rodeados de decenas de miles de libros su imaginación dimensiona el millón de mundos que esos textos encierran. Y no faltará entre ellos el gusanito que mueve a ser verdaderos investigadores, maestros del pincel, fotógrafos o destacados escribidores. De una cosa estoy seguro: quien visita la FIL Culiacán 2025 sale de ese hermoso espacio con al menos una inquietud sobre el quehacer de la literatura y no pocos de sus visitantes con un sueño que puede transformar su vida personal y del mundo que lo rodea. Hagamos todo lo posible para que ese sueño sea la tarea de todos. Vale.

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