Ante el grave problema de sequía que padece Sinaloa, el Gobierno del Estado ha implementado un programa permanente de distribución de agua para consumo humano en pipas a todas las comunidades rurales y urbanas que carecen del vital líquido. Asimismo, ha puesto en marcha un programa de ahorro de agua para uso agrícola de aquí al primero de octubre y espera una cuantiosa inversión del gobierno federal para la tecnificación de los dos más importantes distritos de riego y la reparación de canales pavimentados –para reducir la filtración— y entubado, en algunos casos, para reducir la evaporación.

Así también, el gobierno tiene un programa de bombardeo de nubes para generar lluvias y promueve el mayor ahorro de agua en las parcelas mediante opciones como el riego por aspersión y por goteo, ya que la mayor pérdida de agua en la agricultura sucede con el riego rodado en las parcelas, cuya agua, una vez que se usa, va a dar a los drenes, por lo que se trabaja en la recuperación y reutilización de esas aguas.

El esfuerzo remedial del Gobierno del Estado ante la sequía es muy importante y genera beneficios a gran parte de la población afectada por la escases de agua particularmente en este periodo de estiaje, sin embargo, una vez que inicia la temporada de lluvias las medidas se relajan y se regodea en las conciencias la imagen de los once ríos anegando el vergel sinaloense con agua de sobra hasta que, al final de invierno, estanques y pozos se secan y regresa el fantasma de la sequía y el viacrucis para conseguir agua, aunque sea para beber, sobre todo en el medio rural empobrecido.

Sinaloa, es el mayor consumidor de agua en México, con 9 millones de metros cúbicos al año, lo que equivale a cerca del 10% del agua de México. Y la mayor parte de esa agua se destina a la agricultura donde sigue dominando el riego por gravedad o riego rodado, desperdiciándose gran parte de ese líquido por filtraciones y evaporación.

La contaminación, el desperdicio y la escasez cíclica del agua durante los meses de estiaje son los principales factores que ocasionan una cíclica crisis hídrica cada vez más intensa en Sinaloa, por lo que no bastan los esfuerzos y las inversiones del gobierno para enfrentarla eficazmente, pues no se trata sólo de la insuficiencia del líquido, sino de prácticas tradicionales que no reflejan una plena conciencia del problema y menos aún una cultura de cuidado, optimización, reciclaje y producción de agua.

LA SEQUÍA UN TEMA PARA LOS CONSEJOS TÉCNICOS

La crisis hídrica que afecta cíclicamente a Sinaloa no es sólo un problema de la escasez de agua o de inversión gubernamental, sino, fundamentalmente, un añejo problema de educación, que afecta a todos los ámbitos de la vida regional, pues sólo se piensa en el problema cuando apremia la necesidad, pero luego se abandona para volver a retomarlo hasta la temporada siguiente, desde hace más de 40 años.

Los gobiernos en turno han buscado paliar el problema pero no se han construido alternativas de fondo. En el periodo de estiaje, la provisión de agua es una demanda prioritaria que los adultos piden que el gobierno les resuelva, y para eso está el gobierno, sin embargo, no es un tema importante de discusión y análisis durante el resto del año y, menos, un tema de educación y reflexión para las nuevas generaciones, encerradas y entretenidas es las aulas asimilando conocimientos alejados de su realidad.

Se olvida que la generación adulta que hoy padece la sequía, agricultores, ganaderos, pescadores y sociedad en general, hace 30 o 40 años, estaba en la escuela primaria, donde podían y debían haber empezado a pensar en los problemas de su contexto, pero la educación centralizada y centralista de entonces (y en gran medida de ahora) estaba enfocada en transmitir a los alumnos conocimientos enciclopédicos, universalistas, abstractos y en formar las bases de futuros profesionistas que respondieran a las necesidades de las empresas y del mercado laboral internacional, pero desligados de su cultura y de los problemas de sus comunidades.

¿Por qué la sequía no es tema en los programas analíticos de las escuelas de las comunidades que padecen cíclicamente la falta de agua? ¿Por qué no hay proyectos en las escuelas para analizar la escasez de agua y para enfrentar la crisis hídrica en las comunidades rurales de Sinaloa?

EDUCACIÓN CONTEXTUALIZADA

Hoy queda claro que si la educación no se enfoca fundamentalmente en atender los problemas del contexto en que se imparte, es una educación que no sirve. Si los maestros enseñan conocimientos abstractos, genéricos, desvinculados de la vida real de las comunidades de los alumnos, sólo con la promesa de una vida mejor cuando sean adultos, la realidad se encargará de demostrarles que el futuro no existe y que no llegará sólo, que el futuro se construye en la práctica en el presente.

Si los maestros y los alumnos se involucran en el desarrollo de un proceso educativo enfocado en conocer, comprender y resolver las necesidades y los problemas de su entorno inmediato, entonces se estarán formando para hacerlo todo el resto de su vida en cualquier contexto que les toque vivir. La mejor educación es la que responde a las necesidades de su contexto.

Esta es la esencia del planteamiento de la Nueva Escuela Mexicana que casi nadie se atreve a voltear a ver en las escuelas en México y particularmente en Sinaloa. La NEM, es una excelente oportunidad para transformar la educación burocrática y enciclopedista (que se ha enfocado sólo en el desarrollo de competencias individuales para el mercado de trabajo), en una educación que sirva para conocer, plantear y resolver problemas contextuales y mejorar las condiciones de vida de las comunidades.

Desde esta perspectiva, la educación de las escuelas de educación básica, desde inicial hasta secundaria, deberían estar enfocadas en elaborar y desarrollar proyectos educativos para conocer, atender y resolver problemas de sus contextos y comunidades, para lo que el nuevo plan de estudio establece como estrategias,  Aprendizaje Basado en Proyectos Comunitarios; Aprendizaje Basado en Indagación STEAM; Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) y Aprendizaje Servicio (AS).

No obstante, aunque el nuevo plan de estudio 2022 es, relativamente, reciente hasta hoy no se tienen evidencias concretas de que se esté caminando realmente en ese sentido. En la práctica, en gran medida, el plan 2022 es considerado un plan de estudio más que hay que aplicar y no una oportunidad para vincular la enseñanza y el aprendizaje con la vida y las necesidades y problemas de las comunidades. En los consejos técnicos se aborda de todo, menos los asuntos de la comunidad como objeto del proceso educativo.

¿Por qué, por ejemplo, si la violencia y la sequía son dos graves problemas que afectan a la mayoría de las comunidades de Sinaloa, no son objeto de atención en los procesos educativos de educación básica? ¿Qué proyectos se están desarrollado actualmente en las escuelas para atender estos problemas, que impacten directamente a sus comunidades en lo inmediato y que formen, en la práctica, a sus alumnos para atender y resolver problemas de su contexto?

Si bien, hablar del problema de la violencia puede resultar delicado y hasta peligroso en las escuelas en estos momentos, debido a los niveles de inseguridad que se enfrenta actualmente en la entidad, esa es la justificación que se le ha dado al silencio sobre esos temas desde las propias autoridades gubernamentales durante décadas.

Mientras tanto, la escuela se ha limitado a enseñar conceptos de valores y de ética pero, en abstracto, sin contexto. No se ha interesado por ponerlos en práctica.

Esto mismo sucede con muchos otros temas de la vida de las comunidades que la escuela ha buscado evadir en la práctica, como la pobreza, la inseguridad, la injusticia, la discriminación, entre otros, concentrando el esfuerzo educativo en la formación de habilidades individuales para el mercado de trabajo, pero dejando de lado los asuntos de la vida real de las personas en sus contextos. Se proyecta una visión de formar empleados exitosos en empresas no de formar profesionales capaces de enfrentar y resolver problemas.

LA SEQUÍA, UN PROBLEMA DE EDUCACIÓN

Sinaloa es un estado rico pero sus recursos naturales. Tiene agua abundante en sus ríos, lagunas y estanques, durante gran parte del año; Tierras ricas en minerales y miles de hectáreas de bosques tropicales y grandes extensiones de llanuras y valles, habilitando más de un millón y medio de hectáreas de cultivos agrícolas; miles de hectáreas de marismas, esteros, bahías, y zonas de producción acuícola, sin embargo, su educación básica es genérica, centralista y totalmente ajena a la vocación agrícola, forestal, minera, pesquera y marítima de la región. Y más aún, ajena a las culturas locales y a los problemas económicos y sociales de las comunidades como la desigualdad, la injusticia, la violencia y la pobreza.

A mediados del siglo pasado, Sinaloa podía presumir de agua abundante para todos sus cultivos, incluso para la siembra de arroz, cuyos cultivos requerían estar entre el agua durante meses. Sin embargo, la escasez cíclica de agua en los meses de enero a mayo, cada vez más aguda, obligó a repensar los esquemas de siembra y de distribución y uso del agua. En ese entonces, por gestión de las asociaciones agrícolas, se trajeron de Israel novedosos sistemas de riego por goteo que permitía suministrar las gotas de agua directamente a la raíz de la planta, evitando el desperdicio de agua y la generación de malezas. Luego llegarían tecnologías para fertilizar los cultivos a través del suministra de agua computarizado.

Sin embargo, en ese entonces no había una conciencia sobre una crisis del agua y muy pocos productores adoptaron esta opción de riego. En parte porque se requería de invertir cuantiosos recursos económicos pero también, en parte, porque aquí no se consideraba necesario hacer ese gasto habiendo tanta agua en los ríos.

Cuarenta años después, Sinaloa enfrenta un grave problema de escasez de agua, incluso para consumo humano. El aumento de la población y de la demanda del vital, tanto para nuevas tierras agrícolas, el consumo del ganado y el consumo humano han vuelto insuficiente la poca agua existente en los meses de estiaje llevando a la población a niveles de desesperación.

Si el tema de la sequía en Sinaloa hubiera sido tema de enseñanza en las escuelas en los años 80s, la cultura del cuidado y la optimización del agua sería un motivo del cual presumir de los sinaloenses y particularmente de las actuales generaciones de productores agrícolas, además de haber superado de manera permanente el cíclico problema en el periodo de estiaje.

Y aunque “el hubiera no existe”, nunca es tarde para comenzar. Si en vez seguir promoviendo la memorización de conocimientos abstractos y obsoletos, desvinculado de la vida real de los estudiantes (lo que se sigue haciendo en las escuelas, a pesar del plan 2022), se promueve una educación crítica, contextualizada, en la que los alumnos se formen para analizar, conocer y resolver problemas concretos de su cultura, su comunidad y su contexto, sin abandonar el conocimiento universal, entonces se habrá comenzado la verdadera transformación de Sinaloa y de México.

ISRAEL, POTENCIA AGRÍCOLA EN EL DESIERTO

Enclavado en las zonas más áridas del medio oriente, con dos terceras partes de su territorio compuesto por desiertos, Israel es líder mundial en tecnologías agrícolas y produce trigo, sorgo, maíz, cítricos, aguacates, kiwis, guayabas, mangos, uvas, tomates, zanahorias, nabos, pomelos, plátanos, dátiles, almendras, aceite de oliva, granadas, entre otros. La producción agrícola de Israel cubre la mayoría de sus necesidades alimentarias, pero no sólo eso, sino que exporta el 90% de su producción agrícola a más de 60 países y en gran parte, gracias a ello, tiene un PIB per cápita de más de 52 mil dólares (el PIB de México es de 13 mil 700 dólares), según datos del Banco Mundial.

¿Por qué un país desértico como Israel, asolado por diversas guerras históricas, no tiene crisis hídricas y ha logrado un alto nivel de producción agrícola que le permite cubrir las necesidades alimentarias de su población y exporta el 90% de su producción, mientras que Sinaloa, con sus once ríos, trece presas, múltiples diques y lagunas y 622 kilómetros de mar, que lo convierten en un paraíso agrícola, enfrenta una crisis de crisis de agua? 

Una diferencia fundamental es que Israel tiene una sólida cultura de uso del agua, que no solo la conciben como un recursos natural, sino como una fuente de poder económico y político, por lo que sus estrategias van más allá de la captación, cuidado y optimización, sino que han incursionado en la producción de su propia agua, mediante nuevas tecnologías.

Por ejemplo, el 35% del agua dulce de Israel se obtiene del mar, mediante procesos de desalinización y se espera que llegue al 50% para el 2050. Israel tiene 270 kilómetros de litoral que da al Mar Mediterráneo, 10 km que dan al Mar Rojo y 67 km al Mar Muerto, en total, 350 km de acceso al mar, mientras que Sinaloa tiene 622 km de litoral al Mar de Cortez, pero no sólo no aprovecha ese recurso para la desalinización, sino que la mayor parte del agua que se usa para riego agrícola, por gravedad, va a dar al mar desaprovechándose.

LA SOLA INVERSIÓN NO BASTA

La presidente Claudia Sheibaum ha anunciado una inversión millonaria en Sinaloa para tecnificar los dos más grandes distritos de riego de Sinaloa, además de la construcción de los canales de distribución de las nuevas presas inauguradas recientemente en el sur de la entidad, que le permitirá incorporar nuevas tierras al cultivo de riego y aumentar sus volúmenes de producción agrícola.

No obstante, la crisis hídrica que enfrenta Sinaloa es mucho más compleja, pues no es solo una cuestión de inversión económica en obras de infraestructura, sino de la formación de una nueva cultura de uso y consumo del agua, una de las principales fuentes de riqueza de la entidad que, si bien, hay que promoverla en la población adulta, es tanto o más importante promoverla desde ahora a través de la educación escolar en las nuevas generaciones, pero no como publicidad ni como programas complementarios que solo sirven de pretexto para que los políticos se tomen la foto, sino como temas centrales de análisis, reflexión y aprendizaje práctico, como lo plantea la NEM y que las autoridades educativas no entienden o no les interesa.

Si se educa eficazmente a los niños (sin simulaciones) para involucrarse activamente en proyectos para la optimización y cuidado del agua ahora, no será necesario, después, lidiar con la irresponsabilidad de los adultos derrochadores del vital líquido. Igualmente si se educa eficazmente a los niños en el respeto a la vida, no sería necesario mandar soldados, policías y marinos a perseguirlos y enfrentarlos como criminales a vuelta de unos años. ¿Por qué no pasar de los actos públicos protocolarios, vacíos de contenido, organizados sólo para la foto y la proyección de carreras políticas, a verdaderos procesos formativos en las aulas, no como temas complementarios, sino como los temas centrales de su educación y formación del pensamiento crítico? 

Si la inversión gubernamental, por cuantiosa que sea, no se acompaña de proyectos educativos para el cuidado del agua desde las escuelas y la formación de una cultura hídrica en las nuevas generaciones, las crisis cíclicas por la escasez del agua en Sinaloa seguirán presentándose indefinidamente.

Las escuelas ya no deben ser más guarderías para mantener entretenidos a niños grandes, como las conciben algunos padres de familia y políticos ignorantes investidos de autoridades educativas, y deben empezar a ser espacios de generación de aprendizaje práctico, de reflexión, comprensión y transformación de sus entornos para el mejoramiento de los niveles de vida y bienestar de sus comunidades.

HAY QUE MOVER EL AGUA

La democracia, como dice el artículo tercero constitucional, no debe ser sólo un sistema político para elegir a los gobernantes, o para que los políticos discutan entre sí desde su sabiduría o su ignorancia, sino una forma de vida en la que toda la sociedad se involucre cotidianamente en el análisis, la reflexión y la búsqueda de solución a los problemas que le son comunes en sus distintos espacios de interacción, en las comunidades, en las empresas, en las escuelas y universidades, en los sindicatos, en los ejidos, en las cooperativas y las asociaciones productivas y profesionales, entre otras.

Queda claro que la democracia no debe ser propiedad exclusiva de los gobiernos y los partidos políticos que consienten en convocar a elecciones, cada tres años, por mandato de ley porque éstos son incapaces de resolver todos los problema que aquejan a la sociedad y que se requiere impulsar, desde la escuela, una cultura de participación activa en la solución de sus problemas y la construcción de su bienestar y desarrollo, con apoyo del gobierno, y no al revés –depender del gobierno para tener bienestar—.

Has que empezar a mover el agua en las escuelas, como tema educativo, de aprendizaje, y como dinámica de participación democrática formativa de las nuevas generaciones.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO