Suena fuerte. Diez años menos de vida por consumo excesivo de bebidas azucaradas, es mucho, pero es real. De haber sabido esto antes, cuantas personas hubieran eliminado de su vida a los refrescos antes que éstos les eliminaran 10 años de vida. Pero él hubiera no existe, esto también es real. Sacando porcentajes, diez años equivalen al 13% del tiempo de una vida promedio (75 años). Cuantas cosas pudiera hacer una persona en 10 años que le roba el consumo excesivo de bebidas azucaradas, sin contar la merma permanente de dinero que ello significa. Por ejemplo, tiempo suficiente para hacer dos carreras profesionales (una carrera cada 5 años); una carrera, una maestría y un doctorado (5 + 2 + 3 años); leer 30 libros (3 libros por año); viajar a 10 lugares distintos (unas vacaciones por año); visitar 20 veces la playa (2 veces por año); ver a los hijos y nietos 10 años adicionales; todo esto, como reza un eslogan, no tiene precio.
Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2024 (INEGI) los mexicanos consumen en promedio 166 litros de refresco al año, ocupando el primer lugar a nivel global, incluso por arriba de Estados Unidos, quien consume 150 litros por año. Se estima que anualmente se consumen en el mundo 170,000 millones de litros de bebidas gaseosas, y el ranking de las 10 marcas mayormente demandadas son Coca-Cola, Pepsi, Sprite, Fanta, Mirinda, Mountain Dew, 7UP, Dr Pepper, Schweppes y Crush. Un parámetro de la importancia económica de estas compañías es su marca. Coca-Cola tiene un valor de marca de aproximadamente 80 mil millones de dólares, la cual en 1920 era reconocida como una bebida medicinal capaz de curar desde dolores de cabeza hasta trastornos nerviosos; la cual en 1985 decidió modificar su receta lanzado la “New Coke”, pero dado el arraigo de su sabor y la adicción de las personas, la respuesta de los consumidores fue tan negativa que la compañía tuvo que regresar a su receta original (Círculo de Universidades Hispanoamericanas, UAIII).
Existe suficiente evidencia empírica que asocia la cantidad de azúcar de las bebidas gaseosas con graves problemas de salud pública, sobre todo con diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardiovasculares, obesidad, y ciertos tipos de cancer (endometrio, ovarios, mama y próstata). Las bebidas azucaradas contienen altas cantidades de azúcar, generalmente edulcorantes refinados y derivados de procesos industriales, ácido fosfórico y cafeína. Lo anterior es una mezcla de sustancias que poco a poco va minando el sistema óseo, provocando malestares estomacales, problemas de memoria, caries dentales, entre otras. Un refresco de cola de 600 ml contiene entre 12 y 13 cucharadas de azúcar, aproximadamente 63 gramos, cantidad superior a la recomendación diaria de azúcar para un adulto. Tomarse una bebida gaseosa de 600 ml al día es como tomarse un café cargado con 13 cucharadas de azúcar.
El problema de obesidad en México es grave, y a medida que ha venido aumentando, también lo hace el gasto para atender las enfermedades desencadenantes. La diabetes es una enfermedad silenciosa que la mejor forma de reducirla es con la prevención. Pero, además, este tipo de enfermedades son inequitativas, las sufren más quienes menos tienen: niños y adultos mayores. Pensemos un momento en el problema de obesidad infantil, los cuales tienen una mayor probabilidad de desarrollar diabetes cuando sean adultos mayores, y se agregamos a esa predicción el muy probable escenario de bajos ingresos y la falta de seguridad social, tenemos la fórmula perfecta para un problema mayúsculo de salud pública.
Sin querer ser catastrófico, pero el problema es grave. INEGI (ENIGH, 2024) estima que 7 de cada 10 niños y adolescentes consumen diariamente un refresco, incluso en el desayuno; que 4 de cada 10 niños presentan sobrepeso y obesidad; y que el 76.2% de la población mayor de 20 años también presenta sobrepeso y obesidad. Además, las cinco principales causas de defunción en México en el año 2024 fueron enfermedades cardiovasculares (192,563), diabetes mellitus (112,641), tumores malignos (95,237), enfermedades del hígado (40,704), y accidentes (39,729), las cuales sumadas ascienden a 480,874 personas que representaron el 59% del total de muertes de ese año (ver gráfica). Corregir y prevenir el problema requiere acciones de distinta índole: económicas, culturales, educativas, legales, familiares, entre otras.
Los gravámenes en este sector, conocidos como impuestos saludables, no son una idea nueva ni exenta de críticas, pero numerosas investigaciones muestran que son una estrategia efectiva para reducir el consumo de bebidas azucaradas, y con ello mitigar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares. La evidencia internacional respalda que políticas fiscales saludables funcionan, aunque su éxito depende de diseño, vigilancia y equidad. Si se implementa bien, este gravamen puede ser una herramienta clave para mejorar la salud pública mexicana.
Al respecto, un trabajo de modelación estimó que el impuesto a las bebidas azucaradas (SSB, por su sigla en inglés) de México podría prevenir decenas de miles de casos de diabetes, infartos y muertes prematuras en un plazo de 10 años, además de generar ahorros sustanciales en costos de atención médica (Sánchez-Romero et al., 2016).
Otra investigación observó que después de aplicar el impuesto (~10 %) a refrescos, México registró una reducción significativa en el consumo de bebidas gravadas (Colchero et al.,2017).
Un estudio global reciente halló que América Latina y el Caribe tienen una de las mayores cargas mundiales de diabetes tipo 2 atribuible al consumo de bebidas azucaradas; México es uno de los países más afectados (Lara-Castor, 2025).
¿Qué propone el nuevo impuesto y cuáles son sus retos?
La Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos 2026 propone aumentar el impuesto especial sobre productos y servicios (IEPS) a las bebidas saborizadas (refrescos) con el fin de reducir el excesivo consumo de los mismos y contribuir al gasto en atender las enfermedades crónicas de los mexicanos. El INEGI (ENIGH, 2024) estima que el gobierno destina 116 mil millones de pesos al año en atender enfermedades relacionadas con el consumo de bebidas azucaradas y el tabaquismo. Por su parte, el gobierno estima que este impuesto podría recaudar hasta 41 mil millones de pesos, lo que ayudaría a atender el gasto asociado a diabetes, enfermedades del corazón y cánceres vinculados al exceso de azúcar.
Se propone elevar el IEPS para refrescos a 3.0818 pesos por litro, aplicable a bebidas con azúcar o “azúcares no calóricos”. También se plantea incrementar los impuestos sobre productos de tabaco, subir los niveles de gravamen de algunos productos y ampliar progresivamente la cobertura regulatoria.
Una cuestión clave será que la recaudación se destine efectivamente al sector salud y que los recursos se “etiqueten” para asegurar que financiación de la atención médica, campañas preventivas u otros programas vinculados a enfermedades crónicas.
Beneficios esperados
Disminución del consumo de refrescos: los estudios muestran que tras impuestos del 10 al 12% sobre el precio de las bebidas azucaradas, el consumo puede bajar entre un 10 y 30%, dependiendo del grupo socioeconómico (Balcazar y Lizaur, 2019).
Mejora en los indicadores de salud pública: los estudios indican una reducción en la incidencia de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón (Sánchez-Romero et al., 2016).
Ahorros en gasto de salud: las investigaciones estiman menos hospitalizaciones, complicaciones crónicas en la población, etc. Algunos modelos estiman miles de millones de pesos en ahorro si se mantienen dichos impuestos a lo largo del tiempo (Sánchez-Romero et al., 2016).
Posibles efectos secundarios o críticas
- Que el impuesto recaude menos de lo esperado si no se ajusta al nivel de inflación o si las empresas absorben parte del aumento de precio.
- Que los hogares de bajos recursos se vean más afectados si no cuentan con alternativas saludables accesibles.
- La necesidad de vigilancia para asegurar que los recursos realmente se utilicen para salud y prevención, y no se desvíen a otras aplicaciones.
¿Qué puede hacer el lector?
- Apoyar la implementación responsable de impuestos saludables que incorporen vigilancia, transparencia y acceso a opciones saludables.
- Exigir que el gasto recaudado se etiquete para programas de salud pública.
- Cambiar hábitos personales: reducir la ingesta de bebidas azucaradas, fomentar el consumo de agua natural, frutas frescas de temporada, etc.
Referencias
Barrientos-Gutiérrez T, Zepeda-Tello R, Rodrigues ER, Colchero MA, Rojas-Martínez R, et al. (2017). Expected population weight and diabetes impact of the 1-peso-per-litre tax to sugar sweetened beverages in Mexico. PLOS ONE, 12(5): e0176336.
Círculo de Universidades Hispanoamericanas UAIII. Sitio web: https://ua3.lat/ranking-de-bebidas-gaseosas-en-el-mundo/ (consultada el 22 de septiembre de 2025).
Colchero, M. A., Rivera-Dommarco, J., Popkin, B. M., & Ng, S. W. (2017). In Mexico, evidence of sustained consumer response two years after implementing a sugar-sweetened beverage tax. Health Affairs, 36(3), 564-571.
INEGI (2024). Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH).
Lara-Castor, L., O’Hearn, M., Cudhea, F., Miller, V., Shi, P., Zhang, J., … & Mozaffarian, D. (2025). Burdens of type 2 diabetes and cardiovascular disease attributable to sugar-sweetened beverages in 184 countries. Nature medicine, 31(2), 552-564.
Lobstein, T. (2014). Reducing consumption of sugar-sweetened beverages to reduce the risk of childhood overweight and obesity. World Health Organisation, 2014.
Sánchez-Romero LM, Penko J, Coxson PG, Fernandez A, Mason A, Moran AE, et al. (2016). Projected Impact of Mexico’s Sugar-Sweetened Beverage Tax Policy on Diabetes and Cardiovascular Disease. PLoS Medicine, 13(11): e1002158.
Luis Armando Becerra-Pérez / Roberto Alonso Ramos-Álvarez
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