Por: Ángel Leyva, director de investigación en Mexicanos Primero Sinaloa

Desde hace algunos años, la evaluación se ha convertido en un tema controversial para el magisterio y la comunidad escolar. Aunque existen distintos tipos de evaluaciones para medir diferentes aspectos de la educación, desde el año 2013, numerosos actores educativos la percibieron como si solo fuera una herramienta perseguir, descalificar y sancionar a los docentes. Aunque esta idea se aleja completamente de su verdadero propósito, es quizá la razón por la que la evaluación del aprendizaje se encuentra ausente en las agendas de las candidatas y el candidato a la presidencia de México.

Antes que nada, debemos tener claro que la evaluación es una necesidad del sistema educativo, ya que brinda información para identificar problemas, planificar, establecer objetivos y tomar mejores decisiones. Es decir, no es un fin en sí mismo, sino que es una herramienta para conocer y profundizar aquello que requiere ser atendido en contextos determinados. Con esto, podrán articularse acciones que permitan ajustar, mejorar, priorizar y dar seguimiento a las necesidades más sentidas que enfrentan las niñas, niños y jóvenes.

Las evaluaciones de aprendizaje han permitido visibilizar las enormes brechas de desigualdad entre los estudiantes, así como las profundas necesidades que enfrentan para superar su contexto. Una de estas evaluaciones fue la del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), aplicada en 2015 y la cual sustituyó a la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE).

 

Los últimos resultados de PLANEA (2019) mostraron que, a nivel secundaria 55.31% de los alumnos a nivel nacional y 43.28% en Sinaloa alcanzaban niveles de insuficiencia en matemáticas. En el caso de Lenguaje y Comunicación, 32.82% a nivel nacional y 26.60% en Sinaloa, se encontraban en la misma situación. Esta prueba, era relevante porque media el dominio de aprendizajes clave del currículo en distintos momentos de la educación obligatoria, sin embargo, con la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), esta prueba fue abandonada.

Al dejar de lado a PLANEA, desaparecieron las evaluaciones censales a nivel nacional para medir el logro de aprendizajes. Al respecto, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) asumió la responsabilidad de impulsar la que sería la evaluación diagnóstica del aprendizaje de las y los alumnos de educación básica. Sin embargo, esta evaluación fue más limitada, ya que careció de la rigurosidad técnica y metodológica de su antecesora y además fue de carácter voluntario para las entidades federativas.

En lo que respecta a pruebas internacionales, México ha participado en el Programa Internacional para la Evaluación de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) desde hace 20 años. Los últimos resultados también mostraron la grave crisis de aprendizaje que se venía arrastrando debido a la pandemia. Los 395 puntos en matemáticas, 415 en lectura y 410 en ciencias nos colocaron muy por debajo de la media de la OCDE (480, 482 y 485 respectivamente) y debido a que no hay representatividad estatal desde el año 2012, se desconoce la situación específica de Sinaloa.

En 2021, hubo numerosas notas de diversos medios de comunicación que señalaban que México abandonaría PISA. En este momento, nuevamente se tiene el tiempo contado para decidir si participará en la edición del año 2025. Debe recordarse que ya se abandonó la participación el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), la cual es aplicada por la UNESCO en diversos países de America latina para medir el aprendizaje de los estudiantes.

Es imprescindible que las y el aspirante a la presidencia asuman la evaluación de los aprendizajes como un eje estratégico para el futuro del sistema educativo. La evidencia permite ajustar y mejorar progresivamente donde más se necesita, por lo tanto, impulsar una política nacional para la mejora continua de los resultados de aprendizajes será un reto que debe estar presente. Dejemos los estigmas de lado y usemos la evaluación como lo que es, una oportunidad valiosa para seguir mejorando.

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