Luis Armando Becerra-Pérez

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Mientras México discute la autosuficiencia energética, los beneficios de aumentar la producción nacional de gasolinas, el mejoramiento del sistema nacional de refinación, la compra de una refinería en Estados Unidos (Deer Park Refinery) o el control del huachicol (físico  y fiscal), nadie habla los potenciales daños sobre la salud de los trabajadores de las estanciones de servicio (gasolineras) por estar expuestos directamente a los vapores que emite la gasolina en el proceso de carga a los vehículos, los cuales pueden desencadenar multiples enfermedades en la piel, ojos, vías respiratorias, incluso terminar en cancer y otras enfermedades cardiovasculares y del sistema nervioso.

Usualmente los consumidores están más pendientes sobre precio y que la cantidad marcada en la bomba sea la realmente cargada al tanque del vehículo, no a los vapores que salen de la maguera, los cuales contienen una carga tóxica altamente dañina a las personas y al medio ambiente. El benceno, tolueno, xileno y otros hidrocarburos presentes en la gasolina, los cuales pueden ser inhalados en el proceso operativo de carga, son cancerígenos que silenciosamente acechan nuestra salud. No obstante que existen normas (NOM-016-CRE-2016) que regulan la catidad permitida de dichos elementos tóxicos en la gasolina, la exposición continua a los mismos, como es el caso de los trabajadores de las gasolineras, pueden ser la causa de enfermedades y muerte.

¿Qué son los BTEX?

El grupo BTEX (Benceno, Tolueno, Etilbenceno y Xileno) es un grupo de elementos tóxicos que está presente en la gasolina, los cuales son liberados al medio ambiente al cargar combustible. Inhalarlos constantemente puede provocar desde irritación ocular hasta cáncer. El benceno, por ejemplo, es clasificado como cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A continuación, un resumen de los principales contaminantes y sus efectos más conocidos:

La normatividad en México

A pesar de que la Comisión Reguladora de Energía (CRE), ahora llamada Comisión Nacional de Energía (CNE), a través de la NOM-016-CRE-2016 regula el contenido de benceno y azufre en la gasolina, los límites permitidos siguen siendo más altos que en otros países, como los integrantes de la Unión Europea. Por ejemplo, México acepta hasta 30 mg/kg de azufre en gasolina, mientras que Europa solo permite 10 mg/kg. En el caso del benceno, aunque el tope es del 1% en zonas metropolitanas de México, al interior del país se permite el doble. Aunque los combustibles que se expenden en las estaciones de servicio técnicamente cumplen la norma, el cuerpo humano no distingue entre lo legal y lo peligroso; además de que la frecuencia (todos los días, 8 horas diarias) puede hacer la diferencia, por lo que es muy probable que la slaud del segmento de trabajadores de este tipo de establecimientos se encuentre comprometida. En palabras simples, aunque los combustibles cumplan con el mergen legal de elementos tóxicos, los pulmones no saben de margenes de tolerancia.

Además, de acuerdo con el INEGI (2025) en México existen aproximadamente 13,531 estaciones de servicio de gasolina. Si consideramos un promedio de 5 despachadores por estación, estamos hablando de más de 67,000 personas expuestas diariamente a vapores tóxicos durante su jornada laboral; de los cuales 2,600 trabajadores están en Sinaloa.

Fuente: elaboración propia, directorio estadístico nacional de unidades económicas, INEGI 2025.

Este riesgo silencioso realmente se convierte en un problema de salud pública, que terminamos pagando todos. Impacta los pulmones, la piel y la sangre de quienes despachan el combustible todos los días. Llama la atención un estudio reciente que fue hecho en Ecuador, revelando que el 99% del personal que labora en estaciones de servicio presentaba conjuntivitis alérgica, el 84% dermatitis, y el 78% dolores de cabeza frecuentes (Jacome & Navarrete, 2021). La investigación demostró que la mayoría del personal no usa guantes, carece de protección respiratoria y desconoce los efectos tóxicos del benceno, tolueno y xileno, compuestos altamente volátiles que se liberan en cada carga.

El problema con el benceno es que no se ve, pero el cuerpo lo absorbe y lo acumula. Incluso en niveles que se consideran “normales”, puede causar daños en la sangre y en el sistema nervioso. Estudios han demostrado que una exposición continua puede provocar mutaciones celulares, y en casos extremos, una alta concentración en el aire puede ser mortal en pocos minutos.

Para validar el problema, se presentan los resultados obtenidos de un análisis de laboratorio a gasolina importada que se distribuye actualmente en México.

Como puede observarse, tres de los cuatro parámetros revisados están fuera de la norma, lo cual representa un doble riesgo; uno, para los motores de los vehículos; segundo y aún más grave, para la salud de las personas quienes están expuestas diariamente a estos combustibles, como son los trabajadores de las estaciones de servicio.

¿Qué se está haciendo?

En muchos casos, nada. El equipo de protección suele reducirse a un uniforme y, desde la pandemia, una mascarilla básica. Pero no se utilizan guantes, lentes, ni respiradores adecuados. No se cuenta con monitoreo ambiental, ni con campañas de salud ocupacional en la mayoría de los centros de trabajo. Y lo más preocupante, nadie les ha explicado a lo trabajadores qué están respirando sustancias que podrían afectar su salud.

En varios países, el despacho de gasolina incluye sistemas automáticos para recuperar los vapores tóxicos que se liberan al cargar combustible, conocidos como Sistemas de Recuperación de Vapores Fase II. En México, aunque la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) publicó la norma NOM-004-ASEA-2023 que establece requisitos para el control de emisiones en estaciones de servicio, la implementación de estos sistemas no es obligatoria en todo el país. Sólo algunas zonas metropolitanas, como la del Valle de México, exigen su instalación. En tanto, cientos de estaciones de servicio ubicadas en ciudades medias o zonas rurales, dicha normatividad es laxa o no se cumple por lo que sus trabajadores siguen inhalando vapores sin ninguna barrera que los proteja.

Los despachadores de gasolina no solo se exponen al sol o al tráfico. También respiran sustancias que, con el tiempo, les enferma. No se trata sólo de cumplir normas, sino de proteger vidas humanas, que por necesidad trabajan en dichos etablecimientos, y que además prestan un servicio importante para toda la población que tiene un vehiculo.

A manera de resumen, sobre las acciones que potencialmente pueden hacerse por parte de las autoridades responbales y de los administradores de las estaciones de servicio, se enumeran las siguientes:

  1. Normas más estrictas en benceno y azufre, en línea con estándares internacionales. Así como la obligatoriedad en todo el país de los Sistemas de Recuperación de Vapores.
  2. Capacitación obligatoria para trabajadores sobre los riesgos del BTEX.
  3. Monitoreo de salud cada seis meses con estudios que permitan detectar a tiempo daños provocados por la exposición continua a vapores tóxicos. Estas evaluaciones deben incluir: espirometría (para revisar la salud pulmonar), biometría hemática completa (para identificar alteraciones en la sangre), exámenes hepáticos y renales, así como revisiones dermatológicas y visuales.
  4. Entrega de equipo de protección profesional obligatorio y entregado por la empresa sin excepción. No basta con un uniforme, se requiere dotar al personal de guantes resistentes a hidrocarburos, lentes de seguridad, mascarillas con filtro para vapores orgánicos y ropa de trabajo especializada, que proteja la piel y las vías respiratorias.
  5. Responsabilidad social de las empresas para proteger a quienes nos atienden todos los días.

Para saber más:

Comisión Reguladora de Energía (CRE). (29 de 08 de 2016). Norma Oficial Mexicana NOM-016-CRE-2016, Especificaciones de calidad de los petrolíferos. México: DOF.

Jacome Muñoz, A., & Navarrete Alboleda, E. (2021). Efectos En La Salud De Los Despachadores De Gasolineras Por Exposición A Hidrocarburos En Adecamor. Universidad Regional Autónoma De Los Andes.

OMS. (2019). Exposure to benzene: a major public health concern. https://www-who-int.translate.goog/teams/environment-climate-change-and-health/chemical-safety-and-health/health-impacts/chemicals/benzene?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc.

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