Los seres humanos contamos con una necesidad inherente de crear. Inclusive, hay quien dice que el comienzo de la civilización en nuestra especie comenzó cuando empezamos a dejar huellas pictográficas en las cuevas. Hasta la fecha, cuando estamos felices, buscamos expresarlo a través de las diversas artes: cantando, danzando, pintando, esculpiendo, entre muchas otras opciones. De igual manera, en los momentos más oscuros de la historia las artes han servido como refugios creativos que ofrecen consuelo y resistencia. Es así como el arte se vuelve una parte fundamental de nuestra humanidad; un acompañante al celebrar y una precisa herramienta para concientizar. Ahora, que enfrentamos una encrucijada de crisis climáticas, pandemias y tensiones geopolíticas, las artes siguen a nuestro lado como testigos y narradoras de nuestra realidad.

Pinturas, esculturas, música y literatura capturan las complejidades de nuestra existencia en un mundo en constante cambio. Al proporcionar una lente a través de la cual podemos procesar y comprender estos desafíos, las artes se convierten en cronistas de nuestro tiempo, invitándonos a reflexionar sobre el pasado, vivir el presente y aspirar a un futuro más esperanzador, en diferentes tonos y estilos. Algunas, nos llevan al pesimismo absoluto y la desesperación de sentir que nos encontramos en una situación irresoluble, mientras otras nos inspiran a generar un verdadero cambio y a atrevernos a soñar con un mundo mejor. Por ello, en la era de desafíos inéditos, desde la crisis climática hasta la pandemia global, la creatividad artística se convierte en un faro de luz. Los artistas, con sus expresiones innovadoras, nos invitan a reflexionar sobre la resiliencia humana, la adaptabilidad y la capacidad de encontrar belleza incluso en medio de la adversidad.

Además, en un panorama donde la división y la polarización son moneda corriente, las artes desempeñan un papel crucial en la construcción de puentes emocionales. Exposiciones itinerantes, proyectos colaborativos y experiencias culturales se convierten en espacios donde las personas pueden encontrar puntos de conexión en medio de la diversidad. Estos encuentros fortalecen la empatía al recordarnos que, a pesar de nuestras diferencias, compartimos un destino común en este planeta.

Por supuesto, el arte también polariza, molesta y entristece, como parte de su inconmensurable poder para mover las emociones humanas. Las artes no solo reflejan la realidad, sino que también incitan a la acción. El arte comprometido y la expresión provocadora tienen el poder de movilizar a las masas, de desafiar las normas establecidas y de inspirar cambios significativos. En una era donde la complacencia ya no es una opción, las artes se convierten en catalizadores para despertar la conciencia colectiva y motivar la acción hacia un futuro más sostenible y equitativo.

 

De esta manera, las artes se encuentran estrechamente relacionadas con la salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), gracias a las artes podemos comprender y comunicar de mejor manera conceptos y emociones, estimulando nuestros sentidos al grado que nos lleva a la empatía… convirtiéndose las artes en un instrumento para la prevención de diversos problemas de salud. Entre los beneficios demostrados de las artes, se encuentra la gestión y prevención del estrés, la disminución en los niveles de ansiedad, la mejoría en niveles de bienestar, socialización y resiliencia, aunado a que nos permite alcanzar un mayor autoconocimiento al ayudarnos a atisbar emociones tan profundas que nos resultan incognoscibles si buscamos simplemente intelectualizarlas. Lo más increíble es que las artes nos ayudan también físicamente: desde fortalecer nuestros sistemas inmunitarios hasta controlar los niveles hormonales y de glucosa en la sangre de algunas personas.

Por ello, durante la pandemia la OMS recomendó incluir el arte y la cultura en los sistemas sanitarios del mundo, en un estudio masivo sin precedentes sobre los lazos entre el arte, la salud y el bienestar. De acuerdo con algunos de los estudios retomados, las artes podrían coadyuvar a disminuir la violencia y la criminalidad al otorgar medios de expresión de las emociones antes de que se generaran explosiones agresivas. De igual manera, nos ayuda a comunicarnos los unos con los otros a través de diferentes canales, desarrollando vínculos de empatía y comprensión que muchas veces no alcanzamos con las palabras. No en vano sabemos que los artistas son más sensibles y auténticos que las personas promedio… ¿Te imaginas? La solución a algunos de los problemas más graves que enfrentamos como sociedad, podría encontrarse más cerca de lo que pensábamos. Considerar inculcar a los más jóvenes amor por las artes y, sobre todo, la libertad de expresarse a través de ellas sin sentirse juzgados o calificados, podría ser parte de una solución integral a los desafíos y la desconexión y desensibilización en los que vivimos inmersos… al tiempo que se promueva la incursión en el terreno artístico para todas las edades desde la pasión creativa, sin parámetros de perfección ni de competencia. ¡Podría ser una pieza del rompecabezas que buscamos solucionar!

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