La poesía ha sacado a la luz la inmensidad
de los mundos que encierra nuestro mundo.
José Gorostiza

 

En medio de la vorágine la lectura de un buen libro siempre será un gran aliciente. Y con mayor razón si atendemos el noble deseo de Joan Manuel Serrat expresado recientemente en Guadalajara: ̶  Que el México de los libros le gane al México de las armas. También nosotros apostamos porque la presencia de la poesía, la narrativa y el peso de nuestra milenaria cultura se sobrepongan al ruido y al estruendo ensordecedor de las armas. No será la primera ocasión que lo logremos, pero sí la gran contribución de nuestra generación al futuro de esta inquieta y agraviada sociedad.

Como cada fin de año, hoy comento las obras leídas en el primer semestre. Comencé 2025 de buen humor con el librito de Jaime Montiel Jejegénesis de las civilizaciones. Es un recorrido con mucho humor sobre los diferentes orígenes de la humanidad. Se aborda el Chilam Balam y se camina por la literatura celta, nórdica, griega, judía, hindú, japonesa, egipcia y subsahariana. Luego vendría José Agustín con La tumba, en donde aborda la rebeldía de un joven culto de clase media en los años previos al 68 mexicano. Enseguida leí Vamos por el socialismo de Marcelo Colussi; es refrescante escuchar que, a pesar de la Thatcher y su trasnochado neoliberalismo y las predicciones de Francis Fukuyama, las luchas populares han continuado. La esencia humana: el trabajo, está aquí dando forma a lo que somos. Al final sentencia: Un mundo basado en el petróleo y la absolescencia programada, defendido por armas letales de destrucción masiva, no puede ser el fin de la historia.

La poesía hacía falta y acudí a Minucias/ Poemas de Ignacio Solares. Como historiador es bueno y como poeta recurre a la filosofía: Si no fuera por la orden que dan los pájaros, el sol tardaría más en Salir; Hay noches que no acaban nunca y días que terminan apenas comienzan; Hay ocasiones en que, para soportar la realidad, hay que tomar vacaciones de ella. La crisis convoca a beber teoría y regresé a aquel informe que la ONU llamó Los límites de crecimiento. Investigadores destacados de los años 70 ven con mucha preocupación los problemas de paz, el consumo irracional de algunos metales, la contaminación, los límites del crecimiento y no ven con optimismo el futuro a mediano plazo. La poesía de nuevo y ahora hace su entrada Víctor Joel Armenta con algunos de sus bellos trabajos como Las huellas de los zapatos de Techiutlán.

Un problema de nuestro mundo es el desplazamiento por razones de violencia. Perder la patria (Bosnia) y el rinconcito donde se nació (Visegrad) es el trauma se Sasa Stanisic. Los orígenes, su libro, está lleno de dolor y nostalgia:  ̶ Creo que hay pocas cosas peores que saber a dónde pertenece uno, pero no poder estar allí.  ̶ Dice. Ante una fuerte lectura bien merece la pena el descanso en brazos de la poesía. Y leer a Hilde Domin fue ese relax:  ̶ Vamos a lo largo de este túnel/ hacia el mismo día y la misma noche. Volver a Jon Fosse con Escenas de una infancia, es remover rescoldos de nuestros primeros años.

El análisis económico nunca debe abandonar nuestras reflexiones, por eso es importante estar cerca de Michael Roberts y otras autoridades en la materia. Su columna semanal nos refresca la memoria sobre la cercanía del abismo y de los tropiezos del mundo económico. La desaparición forzada en México, de Roberto González Villarreal, nos recuerda la dimensión de este problema tan nuestro.

Rosario Castellanos con su Rito de iniciación y por experiencia nos dice:  ̶ Porque el mundo no ha de engañarnos diciéndonos que cualquier limosna que nos arroja es la felicidad. La misma autora nos delita con Los convidados de agosto. No pude resistirme a esa continuidad de lectura. Luego vendría José Emilio Pacheco con La edad de las tinieblas. Frente al mundo de nuestros días, nos deja un bello consuelo:  ̶ Entre tanta destrucción queda una parte edificante. En el zafarrancho general de la vida, en la guerra perpetua y la separación interminable, sobreviven, y nada puede ya borrarlos, el segundo de amor, el minuto de acuerdo, el instante de amistad. Y enseguida se presenta Rimbaud, tan dolorido por su época y por quienes la sufren: ̶ De rodillas ̶ ¡miseria!  ̶ cinco niños/ miran al panadero que trabaja/ un espeso pan rubio.

Cómo perderme la obra poética de Juan José Arreola. Es exquisito cuando la titula:  ̶ Perdido voy en busca de mí mismo. Recibo el texto Pablo Neruda en Sinaloa, del maestro Feliciano Castro Meléndrez. De esa breve obra recato este pensamiento: ̶ La poesía propicia la cohesión comunitaria y la cultura como asidera social en fuerza se transforma para el combate contra todo tipo de violencia. Y no faltó la presencia poética de Alí Chumacero. Quien nos dice:  ̶ La historia marcha cada día hacia el futuro ajena a toda noción de misericordia. Mercedes Verdugo López, me invitó a comentar su libro Mujeres en resiliencia. Su obra es un homenaje a las mujeres que sufren el desplazamiento forzado interno. Y teniendo cerca la poesía de José Gorostiza la leí. Qué gran verdad cuando expresa:  ̶ Bajo el conjuro poético la palabra se transparenta y deja entrever, más allá de sus paredes adelgazadas, ya no lo que dice, sino lo que calla.

También los audiolibros tuvieron cabida en este primer tramo del año. Paso revista a Elena Garro con sus imaginativos cuentos: El anillo, El accidente, Era mercurio, Hoy es jueves, La factura y la Vida empieza a las tres. Inés Arredondo me visitó en las caminatas matutinas con Los espejos, El membrillo y 2 de la tarde. El gran Gabo García Márquez es infaltable con La viuda de Montiel y Me alquilo para soñar. León Tolstói reclamó su espacio con El ahijado y Juan José Arreola con El guardagujas. Amparo Dávila no quiso quedarse en el dintel de la puerta y presentó El abrazo, El huésped y El entierro. La próxima semana comentaré el resto de mis lecturas. Las vacaciones son también una hermosa oportunidad para leer, no las desaprovechen. Vale.

 

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