En los últimos meses las noticias para el estado de Sinaloa se han centrado en la gravedad de la sequía, nos han mostrado, de una u otra manera, que tenemos frente a nosotros un problema serio, con graves consecuencias económicas, sociales y ambientales. Esto, desafortunadamente no es ajeno a nuestra entidad, también se refleja en todo el país.

Hace tiempo que dejamos de ser la tierra de los once ríos en donde la abundancia de agua que se almacenaba en nuestras presas era, y sigue siendo, el motor de nuestra economía. Hoy el granero de México enfrenta una crisis hídrica que puede colapsar la disponibilidad de alimentos no sólo en Sinaloa sino en todo el país.

Tan sencillo como decir que siete de las 10 tortillas que nos comemos los mexicanos provienen de los fértiles valles sinaloense, datos de la SADER (2022) indican que el 70% de la superficie nacional sembrada de maíz blanco la acapararon los estados de Sinaloa, Veracruz y Chiapas. La cosecha de esa gramínea fue superior a los 7 millones de toneladas de las cuales más de 5 millones se cosecharon en la tierra de los once ríos. La misma fuente nos indica que en ese año se sembraron 100 mil hectáreas menos que el ciclo anterior lo que representaba un 7.5% menos en la cosecha a nivel nacional. No quiero imaginar lo que nos pasaría sin el aporte de Sinaloa a la producción nacional de alimentos si no salimos avantes de esta sequía que ya parece perene, en donde se indica que tendremos reducciones significativas en el número de hectáreas por sembrar por la falta de agua que garantice su cosecha.

Los datos del Monitor de Sequía Nacional de CONAGUA nos son del todo halagüeños debido a que conforme avanza la temporada de estío se agrava el problema de sequía. CONAGUA maneja una tabla de la clasificación de sequía, que incluye las siguientes categorías: D0 (Anormalmente Seco); D1 (Sequía Moderada); D2 (Sequía Severa); D3 (Sequía Extrema); D4 (Sequía Excepcional); y la última que es “Sin Sequía”.

 

Puede ser un análisis simplista, si utilizamos los datos de CONAGUA, los cambios en las condiciones ambientales nos estuvieron “avisando” y no hicimos ningún caso, nada al respecto, tomamos las cosas a la ligera, pensamos que el flujo de agua en los once ríos y el almacenamiento en las presas solventarían estos avisos, como históricamente ha sucedido.

Volvamos a los datos de sequía de la CONAGUA: el 31 de enero de 2004 eran siete municipios los que se catalogaron como “anormalmente secos”, dos más estaban con “sequía moderada” y nueve más estaban “sin sequía”. Para el 31 de julio de ese año eran dos los municipios que estaban “anormalmente secos” y el resto ya se encontraban catalogados como “sin sequía”. Los datos de CONAGUA nos indicaban que sólo un municipio estaba en “sequía moderada”; siete fueron clasificados bajo el manto de “sequía severa”; cinco, más ya estaban bajo “sequía extrema” y otros cinco en “sequía excepcional”.

En el 2014 lo que se tenía era lo siguiente: el mismo 31 de enero eran siete los municipios catalogados como “anormalmente secos” y los otros once estaban “sin sequía”, al 31 de julio sólo uno estaba en la categoría de “anormalmente secos” y al resto ya les había llovido, pues estaban en la casilla de “sin sequías”. En este 2024, el panorama luce diferente, pues el 31 de enero, un municipio se encontraba en “sequía moderada”, siete fueron catalogados como “sequía severa”, cinco más se incluyeron como “sequía severa”, y otros cinco ya en “sequía excepcional”. Tres meses después, el 30 de abril de 2024 esto era lo que nos decía el Monitor de Sequía, que diez municipios estaban padeciendo de una “sequía extrema” y ocho estaban añorando las perlas de agua para salir de una “sequía excepcional”. Lo más seguro es que en la actualidad los 18 municipios se encuentren en “sequía excepcional”.

Ahora escarbando los datos sobre el ALMACENAMIENTO de las presas encontramos que en mayo 21 del 2019 el promedio era de 34.2% de su capacidad; un lustro después el estado de las presas es extremadamente preocupante pues su promedio es de un 11.8% de su capacidad de ALMACENAMIENTO. Curiosamente, la mayoría de la información que tenemos versa sobre la urgencia de implementar programas para mejorar la extracción en los pozos de agua, esperar las condiciones propicias para iniciar el “bombardeo de nubes”, la incertidumbre de los agricultores para las próximas siembras, los problemas de las juntas de agua para surtir del vital liquido a los centros poblados y su falta de recursos económicos, a qué santo nos vamos a encomendar, tandeos en algunas ciudades, entre otras más.

Solamente se menciona una nota que aborda posibles soluciones, una “voz por el agua”. Sandra Guido de Conselva, Costas y Comunidades habla sobre la necesidad de actualizar la información de los pozos de agua que permita a CONAGUA realizar las proyecciones sobre el aprovechamiento de los mantos freáticos, de no hacerlo seguirá la sobreexplotación de estos y tendremos otro problema.

Debemos de entender que las presas ALMACENAN agua, no la GENERAN. Sirven como reservorios de agua, nada más. En donde se genera el agua es en las cuencas hidrológicas, pero con bosques sanos. Por tanto, es ahí en donde se tienen que concentrar los esfuerzos de gobierno, investigadores, usuarios y sociedad civil.

 

Rehabilitar la infraestructura verde para que sirva como generadora o esponja que absorba el agua, considero que es la clave. Es el follaje del arbolado “la que amansa” su caída libre a las perlas de agua. Entre más cobertura vegetal se tenga en los bosques mayor será la capacidad de generación y por ende mayor será la capacidad de almacenamiento en las presas.

La riqueza de los bosques de Sinaloa debe de conocerse en su justa dimensión, pues es en la sierra en donde se genera el agua, es en sus bosques a donde debemos de voltear y enfocar nuestros esfuerzos, de su conservación dependen los servicios ambientales hidrológicos.

Es hora de que las voces por el agua tengan el eco en las montañas y los once ríos que cruzan por nuestra entidad, su conservación debe de ser una política pública y social prioritaria para alcanzar un Sinaloa prospero que cimiente su desarrollo en la protección de nuestro más preciado recurso: la diversidad biológica.

Luego le sigo.

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