El pasado día miércoles se llevó a cabo un homenaje a Luis Enrique Ramírez, esta fue mi participación en dicho evento.

Este 5 de mayo conmemoramos el tercer aniversario de la pérdida de Luis Enrique Ramírez. Enrique se va en un mes muy contradictorio para nosotros. Iniciamos este tramo del año cuando el sol huele a canícula y la tierra sinaloense resiente las consecuencias de un duro estiaje que se nutre de dos dilatados años de sequía. Es cierto que en el amanecer del mes los reclamos y manifestaciones obreras ganan la presencia que se les niega durante el año. Así lo siguen haciendo las asociaciones obreras que reivindican las viejas, pero vigentes luchas de los cartistas de principios del siglo XIX; la Comuna de París de 1871; la Huelga de Chicago del 1, 2 y 3 de mayo de 1886 y las huelgas de Cananea, Sonora y Río Blanco, Veracruz.

Pero el 5 de mayo es también, oh complejidad de la vida y sus épocas, una jornada heroica en defensa de la soberanía de México. Mientras este quinto mes del año cobija el memorable día de las madres, el día del maestro, y, en distintas fechas de los tiempos de la Guerra Sucia, al menos la desaparición forzada de seis ciudadanos, entre ellas Lourdes Martínez Huerta; registrada como la primer persona víctima de ese delito de lesa humanidad.  Y mayo nos trae como tormenta diluvial el recuerdo doloroso de la pérdida de otro reportero y escribidor: Javier Valdez. Sin olvidar que mayo también cobró las valiosas vidas de dos importantes luchadoras por los derechos humanos: Norma Corona y la rastreadora Sandra Luz Hernández.

Luis Enrique fue poseedor de una pluma que no se conformó con narrar acontecimientos e historias que vivían la sociedad sinaloense y mexicana. Esa pluma de la mano de sus inquietudes intelectuales hurgó en los entresijos que muchas veces esconden causas y razón de las cosas. Y esa actividad hace brillar el trabajo del periodismo de investigación, pero en nuestro país cuando se pisan callos o se tocan intereses se vuelve un oficio de alto riesgo. Así nos lo manifiestan los cuatro casos registrados de enero a marzo de este año: Cayetano Guerrero, Alejandro Gallegos, Jesús Alberto Camacho y Kristian Uriel Martínez. La UNESCO fue muy contundente al conocerse el cuarto caso, pues manifiesta que estos ataques y amenazas a periodistas deben servir como un llamado urgente para reforzar tanto los procesos de investigación, como los mecanismos de protección para los periodistas. El entorno que vivimos en varias entidades federativas de México se anuncia como más complejo y riesgoso, lo que obliga a la reflexión y a la movilización organizada para defender el derecho de la sociedad a estar informada y dar protección a los trabajadores de la información.

En el año 2011, Luis Enrique Ramírez declaró al periódico Noroeste: “Yo sí siento el peligro inminente de que yo soy el que sigue, porque hay un patrón, en cuatro asesinatos recientes, incluido el de Humberto (Millán), en el que yo encajo”. Por todo lo que comentamos, ¿debe cancelarse el periodismo de investigación? La conclusión debe ser contundente: No. El periodismo libre y cuestionador es parte esencial de la vida democrática. Y mientras la democracia que tenemos no admita el periodismo como miembro de pleno derecho no alcanzará la edad adulta y la vida pública no marchará con la andadura que exige ahora la sociedad mexicana.

Luis Enrique recibió la solidaridad de muchos compañeros de oficio y la protección del organismo Artículo 19 en el año mencionado, lo que le obsequió una relativa tranquilidad y una mayor confianza para continuar con el trabajo de periodista, aunque ello fuera lejos del Culiacán de sus amores.

Concluyamos, ¿qué obligaciones le resultan al Estado ante los riesgos del periodismo? En primer lugar ser muy respetuoso y promover el respeto irrestricto del derecho a la información y del ejercicio libre del periodismo. Sin dejar de sancionar cualquier falta que atente contra esos sagrados derechos. Y que las sanciones alcancen a todo servidor público, sin excepción.

¿Y dónde queda la sociedad ante esos riesgos que viven los reporteros y todo trabajador de la comunicación? Nunca será tarde para pedir perdón cuando no cuidamos lo suficiente a quienes mueren ejerciendo el periodismo. En esta materia estamos aún en deuda con todos los periodistas sinaloenses que han perdido la vida en el sensible marco de su profesión. También hay que mencionar que deben fortalecerse las organizaciones gremiales de periodistas y su elemental coordinación para prevenir o enfrentar situaciones de alto riesgo. Debemos fortalecer el Instituto de Protección a Activistas de Derechos Humanos y Periodistas y la legislación que lo soporta. Y dar un contundente seguimiento a cada uno de los casos de periodistas que hayan sufrido amenazas o que perdieron la vida en el ejercicio de su valioso oficio. En este renglón también estamos en deuda con Luis Enrique Ramírez. No nos crucemos de brazos. Vale.

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