La generación mundial de energías renovables en el 2012 se estimó en un millón 443 mil 923 MW; cifra que se incrementó en el 2021 a tres millones 63 mil 926 MW, de acuerdo con el reporte publicado en el 2022 por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA con sus siglas en inglés www.irena.org/Statistics/Download-Data). Un aumento importante en esta materia que puede dar un respiro significativo al planeta que, dicho sea de paso, bastante falta le hace, particularmente en lo referente al Cambio Climático.

Ya que mencionamos al “ajonjolí de todos los moles o males climáticos” el Cambio Climático, debemos de entender los tipos de energía y el cómo se denominan, pues existe una línea delgada entre las “energías naturales y las energías verdes”. Por ejemplo, el gas natural y el petróleo son energías naturales provenientes del subsuelo que cuando son quemadas en los procesos de generación de energía emiten contaminantes atmosféricos que favorecen los gases de efecto invernadero, mientras que la energía verde no genera ningún tipo de contaminantes o es mínimo el impacto ambiental.

IRENA reportó, en ese mismo período, para nuestro país un incrementó en la generación de energía de 14 mil 781 MW a 29 mil 443 MW, importante pero no acorde a las necesidades energéticas ni al potencial que el país tiene, y que no han sido aprovechadas en toda su capacidad. En la actualidad la energía verde en México se genera de la siguiente manera: solar (4%); eólica (6%); hidroeléctrica (8%); geotérmica (1.47%); y bioenergía (0.27%) (https://www.enel.mx/es/blog/conociendo-el-mercado-energetico/Energia-verde-soluciones-disponibles-en-Mexico).

Se aplauden esos porcentajes. Sin embargo, el potencial de México da para más en este rubro. Por ejemplo, el país actualmente se ubica en cuarta posición a nivel mundial en la generación de energía geotérmica, fácilmente puede incrementarse; situación similar ocurre con la energía eólica que también tiene un alto potencial, aún y cuando su generación se concentra en cinco regiones, destacando Oaxaca; mientras que la energía solar es la de mayor potencial por su estratégica ubicación geográfica dentro del “cinturón solar”, que incluye a los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Baja California Sur, Sinaloa, Durango y otra gran parte del centro de México (Alemán-Nava et al 2014).

Por otro lado, se tiene otro lado positivo, en este caso el ahorro económico en la infraestructura energética que puede llegar a superar los 1,600 millones de dólares. Aquí no entraron en la ecuación las economías en salud, y de las emisiones de CO2, con ellas la suma rondaría en los 16,200 millones de dólares anuales. Nada mal para el país y en particular para el planeta.

El impulsar el establecimiento de plantas solares y eólicas podría ser una política pública acertada, pues con ellas las proyecciones en generación de electricidad podrían ser de un 46% de lo que requiere el país para el 2030, cumpliendo con ello los Objetivos del Desarrollo Sustentable de la ONU, compromisos ambientales internacionales de los cuales México es signatario (ver Agenda 2030, https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/energy/).

Tenía rato que no revisaba los objetivos de la Agenda 2030, en ella el objetivo 7 dice que se debe de “Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna”, el cual es ambicioso, pero considero factible para el país pues en el 2020 se tenía una cobertura del 99.12% (https://apps1.semarnat.gob.mx:8443/dgeia/compendio_2021/dgeiawf.semarnat.gob.mx_8080/ibi_apps/WFServletc64c.html). Ese 0.88% que no tiene acceso a este servicio representan un poco más de 1.2 millones de mexicanos viviendo en lo que se denomina “pobreza energética”, la mayoría de ellos habitan en comunidades remotas en donde el acceso es difícil y por ende resulta oneroso la introducción de este servicio. Algo paradójico considerando el fácil acceso a tecnologías que pueden generarlas in situ por las ventajas naturales que el país presenta. Vivir en un estrés ecológico por la ausencia de estos servicios es una tarea pendiente que puede y debe de ser solventada en su beneficio. Además de transitar a tecnologías limpias que nos permitan alejarnos de una dependencia nociva al planeta y sentar las bases para un futuro sustentable.

Vale la pena el dejar el estrés ecológico por el bienestar de todos los que habitamos este menguado planeta pero que aún responde de manera positiva cuando se le da un respiro.

 

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