SÍ con la independencia perdimos la mitad del territorio nacional, hoy estamos a punto de perder al PAÍS. El gobierno de ayer es tan perverso como el de hoy. Traición, represión, mentiras, envidias, asesinatos, indiferencia y un largo etcétera de antivalores es lo que predomina en el centro del poder; en quienes controlan los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Nuestro problema, en consecuencia, no es esa entelequia denominada gobierno, sino el interés obscuro que lo domina, y que, al tener el control de sus hilos, le impiden a la sociedad tener el gobierno que represente su razón de ser, el que vele por el interés superior de México y los mexicanos.
Y no hablo del gobierno actual, que ya de por si es el peor y el más destructivo de nuestra historia política, sino de todos los que lo han precedido, empezando por su mentor el PRI. Ese partido que le abrió las puertas a los mercenarios de la política para destruir las instituciones, el corporativismo, la sociedad y la economía; un partido que para despresurar el reclamo social de tanta masacres y represiones, tuvo necesidad de tener partidos paleros para crear el espejismo de democracia y alternancia, sin que ello evitara el deterioro sistemático y sistémico de esta bella nación que es “Los Estados Unidos Mexicanos”.
Para los millones de ciudadanos de bien, de ese contingente de gente emprendedora que día a día lucha para dignificar a sus familias y comunidad, es vergüenza nacional e internacional ser testigos de lo que nuestro gobierno es; el insulto que nos da el ver a los impresentables controlando tanto el congreso como los puestos claves de la administración pública y; a la manera grotesca de tergiversar la Constitución para adecuarla a los intereses más obscuros de los antivalores.
Al sistema de partidos y al que está en el poder, taquicardia les da la sola idea de fortalecer la democracia, la división de poderes y el estado de derecho; paranoia cuando se les pide formar valores y dignificar la vida y el entorno de la población vulnerables y; esquizofrenia cuando se les dice corruptos y mentirosos.
Un gobierno que, por su incapacidad para desarrollar al País, a través del déficit fiscal y endeudamiento público artificialmente le corrige sus sístoles para generarle sus diástoles. Lo cual es ya una estrategia insuficiente e insostenible en el muy corto plazo.
Es una miseria de la política el condenar a la población vulnerable a sobrevivir mediante la mendicidad, cuando lo políticamente humano y deseable sería que el gobierno los capacite y organice para que se levanten, y sean prósperos e independientes. Abatir pobreza no es expropiársela a los que la generan, como la ideología parasitaria de izquierda que predomina en el gobierno lo hace.
Gobernar por ideologías es desunir; es la estrategia prioritaria de la mafia en el poder, para poner en el banquillo de los acusados al segmento patrio de la sociedad y señalarlos como el causante de lo que el pobre día a día vive. Falacia del político e ignorancia de quien se lo cree.
Esa no es la razón de ser de la política, sino la de sus mercenarios. Y lo patológico de ello, es que a su interior hay quienes se creen Mesías, acreedores del derecho divino y la verdad absoluta, sin darse cuenta que han caído en lo que la psiquiatría ha definido como el “Síndrome de Hubris”, trastorno narcisista de quien se cree el ungido, como ha sido el caso de expresidentes y políticos en el poder.
El cómo llegamos a esta realidad es secundario y la infinidad de los argumentos son y serán subjetivos. Estamos en el presente y el pasado nos debe servir de aprendizaje. Nuestro reto no es perdernos en uno de los interminables eslabones de la cadena de sus externalidades, sino encontrar la raíz de su solución, hoy en el presente.
La palabra clave es Gobierno y la razón de ser su solución.
El gobierno es una entelequia que en México se mueve a voluntad del titiritero; no es una persona sino una corriente ideológica que mantiene a México en el subdesarrollo y cada vez con menos libertad; esa que nos dice la manera de votar para constitucionalmente perpetuarse en el poder y que a punto está por tener el control de todos los hilos relacionados a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El sistema de partidos está a su disposición y al igual son sus aliados mercenarios.
Veamos hacia adelante
Como sociedad, esa entelequia denominada GOBIERNO debe ser nuestra, representarnos, valorarnos y dignificarnos. Pero ello no depende de las “buenas intenciones que muestren los partidos”, sino hacer que el gobierno sea nuestro, lo controlemos y su mínima desviación la corrijamos. Para ello, hay necesidad de potenciar dos aspectos en particular.
1. El sentido de pertenencia
Al interior de nosotros debemos anidar el sentido de pertenencia, saber que la república y sus entidades federativas, junto con sus sindicaturas y municipios nos pertenece y las debemos engrandecer. Pero el sentido de pertenencia debe ir más allá de nuestro hogar e incluir a nuestra colonia con sus parques, camellones y jardines y; el distrito al que pertenecemos. La administración pública y los congresos también deben ser de nuestros más importantes activos capitales y comunitarios, y evitar que a esas posiciones lleguen piratas y mercenarios, sino servidores centrados en hacer que el producto del esfuerzo de nuestros pescadores, campesinos, ejidatarios, comuneros, microempresarios, artesanos e indígenas sea la prosperidad. Las autoridades públicas deben estar al servicio de la sociedad y engrandecerla, no del titiritero para empobrecerla.
Los supuestos organismos de la sociedad civil, al igual deben ser parte de este entramado de pertenencia, y cada uno debe convertirse en un capital para los que hacen una actividad afín, estén o no agremiados. Esos organismos deben tener el sentido social de pertenencia y estar abocados en abatir los innumerables obstáculos que le impide a productores y microempresarios sobrevivir, no se diga ser prósperos y competitivos.
2. Identidad y empatía
Identidad y empatía hacia nuestros semejantes, vecinos, peatones y discapacitados son principios que debemos potenciar. Nosotros debemos vernos como iguales y necesarios, cuidarnos y protegernos, y ser la voz de quien lo necesite para levantarlo y dignificarlo. No podemos ser indiferente ante las desgracias, y la infinidad de ciudadanos que deambulan en el mundo de la obscuridad necesita de nuestra ayuda, de un gobierno centrado en corregir la infinita desgracia humanitaria que genera el titiritero.
Que se vale soñar SÍ, y es lo que necesitamos para recuperar a México y encauzarlo a la dirección que debe de ir. En este horizonte, adultos y jóvenes debemos ir unidos y bajo un mismo propósito: sacar al titiritero del gobierno para tener el que sea nuestro. Sin embargo, entre ambos hay una barrera de comunicación que se debe aminorar, y al interior de cada familia debe haber el diálogo que le permita al joven entender e involucrarse en las cuestiones de política pública. Junto debemos revertir la incertidumbre e inseguridad que hoy viven, y que en el gobierno está su raíz.
Si el primer constituyente organizo a México en república con entidades autónomas y soberanas, hagamos que ese artículo tenga sentido para nosotros, ya que dos siglos después ya hemos poblado el territorio. Aprendamos ahora a cuidarlo, embellecerlo, fortalecerlo y desarrollarlo.
Si el primer constituyente ideo la división de poderes para evitar los abusos y atropellos del absolutismo, dos siglos después debemos asegurarnos que cada uno de esos poderes quede a cargo de los ciudadanos con las más altas y honrosas virtudes.
Al interior de esos grandes conceptos de importancia Constitucional e institucional, hay infinidad de ideales que haremos realidad y que hoy ni en el imaginario del gobierno están.
Por último.
La razón de ser del gobierno no es ser el destructor de la sociedad, sino garantizar todo lo que conlleva la democracia: libertad, cultura, conocimiento, honestidad, formación, valores, principios, capacidades, respeto, autodeterminación, identidad, pertenencia, realización y un sinfín de atributos que hacen grande a la sociedad y al País. pero delimitarla al mero voto del titiritero es ESCLAVITUD con todo lo que hay detrás de ella y a su alrededor.
Que para ello se requiere un partido SÍ. Hagamos entonces que Los Estados Unidos Mexicanos sea nuestro partido y el gobierno el espacio que dirima las mejores decisiones para la sociedad, la economía y nuestra base natural de recursos.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.