El 2 de junio México tendrá a una mujer como Presidente. Buena noticia para México ya que la mujer es sinónimo de amor, vida, perdón y formación. Cualidades que AMLO carece. Sin embargo, ¿podrá Xóchitl o Claudia sacar a México del cuadrante perdedor y llevarlo al ganador?
Por hoy, la respuesta está en el aire. Por un lado, no tenemos el gobierno que deberíamos tener y la división de poderes, un poder es quien la controla y domina, y por el otro, gran parte de los mexicanos no estamos preparados para actuar en esa dirección y ni idea tenemos de lo que ello significa. Queremos que el gobierno lo haga todo y lo culpamos de todo, sin darnos cuenta que nuestro sistema de partidos destila MISERIA POLÍTICA. No me refiero a los partidos bisagras que nacieron para fines corsarios como el PT, MC y VERDE, también al PRI, PAN y PRD que son los que le dieron vida al tatuaje que casi todos los líderes políticos llevan en su sangre como es ambición, corrupción, fraude, protagonismo, servilismo, traición y sumisión. Y hoy, lo peor de la política domina a los partidos y se ha incrustado en el gobierno.
Lo acabamos de comprobar.
Los candidatos a puestos de elección ni idea tienen del importante papel que es el Congreso y gran parte de ellos brincan de partido en partido y van por la cargada con ofertas programáticas y sin idea de los ajustes legislativos que hay que hacer para mejorar el funcionamiento de la administración pública. No puedo decir lo mismo de Xóchitl ya que a ella la sociedad civil la llevó al lugar donde hoy está. No así Claudia, que desde años atrás el dedo Macuspano la eligió, destapando a su vez otras corcholatas para simular disque un proceso democrático.
Independientemente de la esperanza cívica que Xóchitl representa, los partidos que integran “Fuerza y Corazón por México” la han dejado sola; en las entidades la coalición parece inexistente y su equipo de asesores no está a la altura de lo que el 2 de junio está en juego. El Primer Debate lo atestiguó. A preguntas obvias como las relacionadas a inseguridad, corrupción, educación y salud no fueron capaces de armarle respuestas sencillas, contundentes y con propiedad jurídica. Y no es que no tengan información, a lo mejor capacidad y conocimiento de Estado les falta.
El pasado 7 de abril, Xóchitl tenía todo para demostrarle a los mexicanos, y al mundo, a la estadista que en su interior lleva, pero no sucedió y sus asesores la abarrotaron de tarjetas con información importante, pero dispersa. El pos debate señaló que Claudia ganó porque Xóchitl no la noqueo, como indirectamente lo quiso hacer a través de las 17 preguntas que le hizo. Pero no se trataba de humillarla, sino de que sobresaliera por haberle hablado a la nación de frente y con un dialogo que con propiedad de Estado vinculara la firmeza de los datos duros a una Constitución perfectible, no sustituible como AMLO lo propuso el 5 de febrero y que Claudia la hizo su oferta política.
Pero dejemos de mirar la paja en el ojo ajeno y veamos la viga que en nuestro interior llevamos. Nosotros los ciudadanos, e incluyo a los empresarios también, somos los culpables de un México que sangra, llora, sufre y viene de mal en peor; somos quien le permitir al gobierno que nos humille y explote como lo hace. Y mientras sigamos siendo desunidos, conformistas, apáticos y convenencieros, esa gangrena nos destruirá, como a punto está de hacerlo. Y cuando eso suceda, el gobierno no será el culpable, sino nosotros que no fuimos capaces de distinguir el espejismo de un populismo que esclaviza, respecto a la formación que se necesita para ser libres. Pero eso sí, opinamos como si fuéramos doctos, y ni capacidad tenemos para dirimir con objetividad la realidad que nos enseñan los datos duros y las métricas internacionales.
Desconozco el tipo de formación que tuvieron los docto fanáticos de AMLO, ya que si AMLO dice que su modelo económico es exitoso y lo va a patentizar, ello lo creen, aunque INEGI muestre lo contrario; si dice que no ha endeudado al País lo creen, aunque el portal de Hacienda muestre un crecimiento de la deuda pública en casi 6 millones de millones de pesos; si dice que el sistema de salud es mejor que el de Dinamarca al igual lo creen, aun cuando más de 50 millones de mexicanos quedaron sin acceso a salud, especialistas y medicinas. Lo mismo cuando se refiere a pobreza, inseguridad, cambio climático, corrupción, huachicol y un largo etcétera.
Pero veamos hacia adelante y olvidémonos de los doctos fanáticos AMLOISTAS, y centrémonos en quienes si estamos dispuestos a luchar por llevar a México al cuadrante ganador, e incluyo al sector productivo que, pese a lo podrido del pilar político, es el que sostiene a México y en el que recae la carga fiscal. Y no se trata de quitar a Morena para poner al PRI o al PAN. Ellos tuvieron su momento y lo desperdiciaron, sino para que a la presidencia de México llegue la primera candidata de la sociedad civil, y a partir de ahí, iniciar el proceso de gobierno que México necesita para dejar de estar en el cuadrante perdedor y pasar al ganador.
El 2 de junio no se trata de cambiar de caballo, México es nuestro País, sino de seleccionar a la jinete capaz de poner a su servicio todos los activos nacionales para que, con la terapia y el cuidado adecuado, en el corto plazo el caballo tenga la fortaleza para cabalgar en los Derby más importantes del mundo.
No hay duda. Una mujer será nuestra próxima presidente, pero Claudia al ser parte de ese populismo que representa la izquierda radical y enfermiza que destruye y empobrece no es la opción. Y en lo personal deseo que México sea una nación que brille en el foro de las naciones no un rocinante más que se suma a los que ya hay en Latinoamérica como son los casos concretos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, donde sus ciudadanos hoy deambulan hambrientos, empobrecidos y desesperadamente claman por libertad, oportunidades y democracia.
Estamos a tiempo de evitarlo ya que una vez ese populismo se enquista en el poder, disfruta las mieles de un poder que genera una adicción insaciable y sin escrúpulos como lo hacen los dictadores. Y para ellos, en el nombre del pueblo y de la justicia escudan el daño y la destrucción que la hacen a la ciudadanía.
En el 2018, como muchos millones de votantes más, creí en la oferta política de AMLO. Eso es historia y la evidencia dice lo que AMLO es y al autócrata que a su interior lleva, repartiendo espejitos para que sus seguidores no vean la gran explotación que le hace al gobierno, la sociedad y la nación. Pero el proceso electoral del 2024 no es el 2018 y los millones de incrédulos que creímos en él, hoy estamos decepcionados.
El 2 de junio la opción es Xóchitl o Claudia. La primera es original y la segunda no. La primera es un ser con las imperfecciones que nos caracterizan, pero su actitud, principios, positivismo, sensibilidad, conocimiento y entrega, la hacen una opción mejor que la segunda.
Recordemos que Claudia, es un eslabón más de la destrucción y egocentrismo y su actuar como secretaria, delegada y gobernadora de la CDMX dejó un daño fiscal, social, humano y ambiental visible, impresentable y de retrocesos. Su oferta política es la que predomina por el “Grupo de Puebla”, donde Cuba, Venezuela y Nicaragua son sus más visibles exponentes, y en menor medida Brasil y Colombia, habiendo contaminado ya los sistemas políticos de Ecuador, Bolivia y Argentina.
Ya en el Primer Debate Claudia lo hizo público al proponer una Nueva Constitución, en la que erradica la propiedad privada; y posteriormente mando el anzuelo de que se puede vivir bien sin trabajar. No sé si alguien lo crea, pero en donde ese izquierdismo se impone, al ciudadano se le condena a sobrevivir en la mendicidad dentro de un entorno en ruinas.
De nosotros depende salvar a México
No es el PRI ni el PAN o el PRD quien llevará a México al cuadrante ganador, sino nosotros los de la sociedad civil que le dimos nuestro apoyo a Xóchitl y los que estamos obligados para hacerla la primer Presidente de México con la mayoría de los congresos. Y nuestro movimiento no debe terminar el día de la elección, sino seguir para que uno de los primeros actos de gobierno se centre en perfeccionar nuestra Constitución, empezando por quitarle al Presidente el poder discrecional y destructivo que hasta ahora tiene. A nosotros nos compete instituir órganos colegiados y altamente calificados para que de ahí provenga la terna para la designación de ministros, magistrados, fiscales y auditores. Lo mismo la designación de los secretarios de Estado, de los organismos autónomos, incluyendo la designación de embajadores y cónsules.
Una vez corregidas esas fallas, México radiara en el foro de las naciones y los mexicanos, como consecuencia, disfrutaremos los frutos por haber instituido el gobierno que lleve a México al cuadrante ganador. En ese espacio de coordenadas donde sólo se mueven las naciones más libres, prosperas y democráticas.
El 2 de junio es la fecha y nuestro voto masivo es la solución.
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