Segunda de tres partes

La situación de emergencia por inseguridad enfrentada en las semanas recientes develó una seria de graves deficiencias que enfrenta la escuela en temas como capacitación de trabajadores para actuación en casos de emergencia, la aplicación de protocolos de seguridad, de salud en prevención de adicciones y primeros auxilios, así como en torno a los límites de intervención, derechos y obligaciones de maestros y directivos, contenidos en el marco jurídico de la SEP y de servidores públicos, que van mucho más allá de la enseñanza de contenidos de aprendizaje de los programas de estudio.

Ante la incertidumbre generada por la inseguridad, a niveles sin precedente, y la falta de orientación de sus autoridades, algunos maestros y directivos tomaron la iniciativa de deslindarse de la responsabilidad de la seguridad de los alumnos, mediante una carta responsiva que pedían firmar a los padres de familia. Resulta evidente que los maestros desconocían los límites de su responsabilidad en ese tema, pero también que no habían recibido ni la orientación de la autoridad ni la capacitación jurídica necesaria.

¿Se trató de un acto irresponsable –de evasión de responsabilidades– de quienes emitieron la carta? Si bien los maestros sí son responsables de la seguridad de los niños al interior de las escuelas, por la dimensión de los acontecimientos se trataba de una caso extraordinario, no sólo de la seguridad de los niños sino también de los propios maestros, tanto al interior de  las escuelas como en los trayectos de su casa a la escuela y los maestros tenían miedo cargar con esa responsabilidad.

 

Sin embargo, más allá de los argumentos de los maestros que emprendieron esa iniciativa y del deslinde que hizo SEPYC en torno a ese documento, lo cierto es que fue una acción emprendida ante la incertidumbre provocada por falta de comunicación y de orientación (e indicaciones precisas) de las autoridades educativas frente a la situación que se estaba presentando.

Y no se trata sólo de una omisión casual de información de la autoridad, sino de un problema mucho más complejo y de fondo en la relación entre las autoridades, los directivos y los maestros, que refleja el descuido crónico en que se ha mantenido al sector educativo por décadas. Los canales de comunicación interna de la secretaría son obsoletos y la comunicación sumamente deficiente, de tal suerte que, a veces, son los padres de familia los que terminan informándoles a los maestros y a los directores de las escuelas las determinaciones emitidas por las autoridades educativas de la SEPYC.

¿Están capacitados los maestros para dar seguridad a los niños al interior de las escuelas? Las reacciones ante los hechos de violencia demuestran que no. Que los protocolos de seguridad no se aplican. Que la comunicación y la capacitación respectiva son inoperantes. Ante la difusión masiva de hechos de violencia, las escuelas notificaban a los padres para que fueran por sus hijos cuando lo primero que debían hacer era resguardarlos hasta que pasara el peligro. Dejarlos salir era exponerlos a mayor riesgo.

 

El abandono de la estructura

 

Pero los acontecimientos han destapado también un añejo problema de estructura y de mando en educación, acumulado por décadas, producto del largo abandono en que los gobiernos han mantenido la operación del sector educativo. Mientras que quienes llegan como autoridad, con sus propios objetivos, a veces ajenos al sector educativo, tratan de alterar la inercia de la estructura para llevar agua a su molino, quienes han vivido en ella gran parte de su vida, tienen sus propios intereses, compromisos y muchas veces prácticas viciadas difíciles de cambiar, por lo que no basta darles órdenes. Para mover la estructura no sólo se necesitan órdenes, sino capacidad de diálogo y liderazgo que reconozca y estimule el papel de los trabajadores.

Si bien, en términos generales, se ha cumplido con el pago de salario y prestaciones, de acuerdo con las orientaciones del gobierno federal, no sucede lo mismo con la organización interna, estructura y funcionamiento de la SEPYC para atender los nuevos requerimientos del sector educativo y sobre todo para actuar de manera eficiente frente a acontecimientos emergentes.

 

La comunicación oficial de la SEPYC y los SEPDES, en todos los casos, baja a través de la cadena de mando mediante oficio girado por el despacho de la secretaría a las subsecretarías y, particularmente en el caso de la subsecretaría de educación básica, se elabora un oficio propio de ésta para las direcciones de nivel y los departamentos. Luego, de éstos, un nuevo oficio a las jefaturas de sector (vía servicios regionales en caso de los SEPDES); de ahí a las zonas escolares y de éstas, otro oficio a las direcciones de escuelas, lo cual normalmente tarda semanas y/o meses en llegar al final de la cadena, sin mencionar las incontables fallas en que se rompe la cadena y se fuga o no llega la información.

Y debido a que ese esquema es muy tardado, lo cual lo hace obsoleto ante los acontecimientos emergentes, sobre todo, frente al desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y las redes sociales al alcance de los alumnos y los padres de familia, en casos de interés general inmediato, la autoridad educativa ha optado por dirigirse directamente a la población a través de los medios de comunicación masiva sin haber pasado primero por la estructura, es decir, saltándose la autoridad del personal directivo, por lo que los padres de familia se enteran primero de las instrucciones de las autoridades antes que los propios maestros y directivos, generando confusión y potencial conflicto entre maestros y padres de familia, pues los maestros y directores no pueden actuar por su cuenta si no han recibido las órdenes de sus autoridades, órdenes que muchas veces no llegan.

Frente a esta nueva realidad, la estructura, la organización y los canales de comunicación interna y externa de la secretaría son totalmente obsoletos. Corresponden a una realidad que ya no existe desde finales del siglo pasado, sin embargo, sus autoridades sexenales –burócratas y políticos ajenos al sector—, no han tenido interés en atender cuestiones de fondo como esta, pues se han preocupado más por usar las estructuras de la SEPYC para asegurarse votos en su próxima candidatura, que en aprender a comunicarse con  su estructura, darle valor y ponerse al frente de ésta para ofrecer un mejor servicio educativo.

Estructura de la SEPyC: ¿Aliados o enemigos?

 

En las últimas décadas, los responsables (transitorios) de dirigir la educación  en Sinaloa han vivido más pendientes de adivinar el pensamiento del gobernador para mantener su puesto y su doble sueldo –como secretario de educación y como director general de los SEPDES— y en hacer política futurista, que en atender los problemas y necesidades del sector educativo. Ante esta situación de incomunicación y abandono, más abajo, en la cadena de mando, los responsables (permanentes) de dirigir la educación –jefes de sector, supervisores de zona y directores de escuela— operan con criterios propios, a partir de su experiencia y, a veces, de sus intereses político-sindicales, para dirigir el servicio educativo que ofrecen los maestros.

Así, la comunicación directa con los alumnos y con los padres de familia la tienen los maestros y los directores y, en menor medida, los supervisores y jefes de sector, mientras que la comunicación de jefes de departamento, directores de área, subsecretarios y secretarios de educación carecen de canales de comunicación directa y eficiente con los alumnos y padres de familia. Y aunque, teóricamente, los mandos inferiores (operativos de campo) y mandos superiores (estatales) de la secretaría son una misma estructura, en la práctica tienen visiones, criterios e intereses distintos, por lo que, con frecuencia, no se ponen de acuerdo.

Y si bien, los mandos operativos de campo están obligados a obedecer las órdenes de las autoridades educativas, en la mayoría de los casos tales órdenes provienen de secretarios o subsecretarios ignorantes de la normatividad institucional y de la cultura del sector educativo, por lo que, en muchos casos, dichas órdenes carecen de fundamento legal y hasta de sentido común, generando resistencias para su aplicación, no sólo en los directivos, sino también en los maestros, los alumnos y los propios padres de familia.

 

Ante esta situación, la nueva secretaria de educación, Gloria Himelda Félix, tiene una excelente oportunidad de reivindicar el papel de las autoridades educativas en Sinaloa si utiliza su sensibilidad, experiencia y habilidad política para comunicarse y compenetrarse con su estructura, negociar y conciliar intereses y ponerse al frente de ésta, dejando atrás desplantes autoritarios y fobias contra el magisterio y los trabajadores del sector educativo, comunes en el pasado reciente, que se han incubado el desafío y el rechazo pasivo a las órdenes de autoridad.

El magisterio y la estructura del sector educativo pueden ser los mejores aliados para lograr la transformación propuesta por la Nueva Escuela Mexicana si se le da su valor y si se le convence de ello, pero mientras se les siga tratando como inferiores, como simples peones en un tablero de ajedrez, obligados a obedecer las órdenes de la autoridad, aunque carezcan de sentido, éstos pueden ser, pasivamente, los peores enemigos de la transformación necesaria, pues aun cuando son empleados de la secretaría, bajo las órdenes de las autoridades en turno, también son autoridades y líderes en sus áreas de trabajo, incluso, algunos han sido líderes sindicales que conservan un alto grado de influencia en la estructura y el magisterio y que puede reactivarse en cualquier momento.

Gloria Himelda Félix tiene una buena rendija de oportunidad en el sector educativo por donde puede colarse hacia la consolidación de un nuevo proyecto político y no la puede desperdiciar, pues un buen trabajo en la SEPYC sería su boleto “vip” para poder meterse adelante en la fila del segundo piso de la 4T, pues aun cuando tiene perfil, capacidad y experiencia, no hay que olvidar que viene del PRI y por ese hecho tiene detractores naturales en las filas de Morena, con más antigüedad y méritos con la camisa tinta, que harán lo posible por impedirle el paso y aún falta tiempo para eso, el buen desempeño de Gloria Himelda debe comenzar de inmediato, pues en educación los resultados no son inmediatos y se requiere tiempo para cosechar. Y la comunicación interna es un desafío inmediato que hay que comenzar a resolver.

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*Lea la tercera y última parte en este mismo espacio el proximo miércoles 23 de octubre.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO