Para sobrevivir necesitamos una reorganización radical 
de toda nuestra forma de vida hacia alguna modalidad 
de solidaridad global y cooperación.
Slavoj Zizek

Pide CESP duplicar el monto a seguridad. ¿Es correcta la propuesta del Consejo Estatal de Seguridad Pública? En términos generales la institución tiene razón, pues la profundización de la crisis de seguridad que padecemos desde hace 14 meses reclama mayor atención administrativa, organizacional y presupuestaria. Pero como la crisis no es solo de seguridad, pues toca los campos de la economía, la política, lo ambiental y de la cultura, cuando tocamos el tema del presupuesto, la vista no puede perderse sólo en el estadio de la seguridad.

Lo que obliga a ver y valorar el abanico de problemas y relacionarlo con el presupuesto que las autoridades deben ejercer cada año. Ahora no puede ser la excepción, pues de la aplicación adecuada de los recursos en cada renglón en problema depende la solución de la crisis.

No podemos ignorar los problemas que padece la educación. Se ha señalado que en el ciclo educativo pasado se perdieron al menos 30 jornadas de clases en varias zonas escolares y que el ausentismo persiste ante los miedos que provocan acciones violentas en diferentes lugares de la entidad, principalmente en las sindicaturas de Tepuche, Culiacán y Villa Juárez, Navolato, de un entorno que preocupa por la seguridad e integridad de docentes y alumnos. Hay deficiencias que continúan limitando la capacidad de las instalaciones educativas. Sin mencionar los porcentajes que se calculan, hablemos de que no faltan escuelas sin agua entubada, sin energía eléctrica y sanitarios dignos. Y cuando observamos otros renglones salta que en la mayoría de las instalaciones no son accesibles a personas con discapacidad, ni cuentan con ordenadores y conexión a internet.

Con frecuencia en algunas zonas escolares se recurre a la educación a distancia. Pero de las condiciones descritas no es difícil llegar a la conclusión de que hay escuelas que no pueden cumplir la tarea si no tienen el equipo tecnológico requerido, el personal capacitado y si muchos alumnos no tienen en sus casas acceso a internet.

Lo que obliga a reflexionar que una de las cosas que le urgen al sistema educativo es resolver esos cuellos de botella, que impiden cumplir con los 185 días efectivos de clases y, desde luego, con la calidad de la educación. A nivel nacional el presupuesto para educación apenas crecerá en un 2.1 por ciento, mientras para Sinaloa aún lo ignoramos, pero no puede quedar descobijado este renglón si queremos dar una alternativa válida a los niños y jóvenes que al verse huérfanos de opciones se ven empujados a las conductas ilícitas.

Entre los compromisos centrales para la agenda 2030 está el cerrar la brecha social de la desigualdad. Es muy claro que permitir mayor acceso a la educación ayuda y de la misma manera incrementar la oferta de empleos, sobre todo de los que la OIT llama decentes, alivia el problema de la desigualdad. Y realizar un esfuerzo serio en estas materias lleva a modificar la estructura del presupuesto.

También el campo de la vivienda está incluido en los objetivos a alcanzar en la Agenda 2030. Poco más de 9 millones de déficit en viviendas en México convoca a una atención de gran calado de este problema y la falta de 460 mil viviendas en Sinaloa reclama lo mismo.

Pero al cometer el gran error de que compañías privadas se encarguen de determinar para dónde y cómo crecen las manchas urbanas, bajo el principio rector de las ganancias, están problematizando el crecimiento de las ciudades, cuyos fraccionamientos resultan inadecuados en su diseño para garantizar los espacios mínimos necesarios para el funcionamiento de los hogares y los barrios y amplios sectores públicos no cuentan con los espacios indispensables para el desarrollo de las comunidades que albergan y para que el sentimiento de pertenencia y arraigo tomen cuerpo, y le den sentido a la convivencia colectiva. La falta de atención eficiente al problema de la vivienda lleva a las invasiones y a profundizar el desorden que ya existe en los centros poblados.

Y si no existen los espacios públicos suficientes, con el mantenimiento adecuado y se permite el que grupos privados puedan controlar la administración de algunos de esos espacios, mayores son los impedimentos para que infancia y adolescencia puedan irrumpir en masa a parques, canchas, campos deportivos, para su sano desarrollo y para fortalecer los candados que evitan cualquier desviación hacia conductas antisociales o abiertamente delictivas. Los presupuestos estatal y municipales deben contemplar inversiones importantes en estas áreas para que niños y jóvenes vistan de fiesta, derroche de salud y alegría todos los espacios públicos. Y si a todo ello se le agrega el plus de bibliotecas de barrio, estaremos inaugurando una nueva época en el tratamiento de la ignorancia y de las conductas antisociales y abriendo las puertas a la cultura con el rostro múltiple, complejo y prometedor que ahora acuña.

Y el presupuesto no puede dejar en la orfandad ni el empleo ni las fuentes que lo generan. La crisis presente que vive Sinaloa ha dejado muy en claro que las pérdidas sufridas que centralmente nos duelen son las muertes de ciudadanos, la desaparición de muchos de ellos y el desplazamiento forzado de numerosas familias. Y después de ello sentimos mucho el cierre de negocios, la pérdida de empleos y la disminución dramática de los ingresos de muchas sinaloenses. ¿Qué podemos hacer para aliviar esta situación? En primer lugar, debe contemplarse la necesidad de una declaratoria de zona de desastre por causas de la violencia e inseguridad, no para que se incrementen las fuerzas federales en nuestra entidad, sino para ver los otros renglones que tenemos que atender y que la visión conservadora que nos domina sobre los problemas que enfrentamos nos reducen todo a que, si hay inseguridad, basta la presencia policial.

La situación y sus condiciones han cambiado, cambiemos la receta también. Vale.

www.oscarloza.com
[email protected]
[email protected]
X @Oscar_Loza

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO