Muchas veces me he puesto a pensar que habría sido de mi vida si no fuera TRANS o más bien, que habría sido de mi vida si ser TRANS no fuera e implicara lo que implica.
Gran parte de mi vida la gaste negándome, violentándome; es por eso que soy tan cueruda. Si alguien ha sido transfóbica y culera conmigo, esa he sido yo.
Años esperé el “milagro” de un día despertar sintiendo distinto, siendo cis y hétera o, de plano no despertar. Años creí que estaba enferma, que algo malo había en mí; algo que me era vergonzoso y que había que, al menos ocultar. No olvido aquella vez que oí a mi abuela decir que mi mamá debería buscar curarme, curarme de lo joto: “ya vez que xxxxxx decían que era joto y don xxxxxx le hizo la lucha y se le quitó” y yo, por años busqué esa cura.
Intenté creo que todo.
Me burlé hasta el dolor de quienes “se les notaba más que a mí”, asumí que siendo cruel como los otrxs, serían menos crueles conmigo.
Recuerdo hace años, que un amantuco me platicó que conoció a un morro que dijo que me conocía y que el morro es cuestión, le había platicado horrores de mí. Yo ni le pregunté por detalles, ese día tenía poco tiempo y andaba muy caliente, y no estaba allí para hablar; si habría de usar esta boca mía no sería para acariciar palabras. Después de faltarle el respeto al evangelio, la criatura sacó de nuevo el tema; una se pone bien lacia después de cada palo y la neta baja la guardia y pues ya que, platica. Le pedí que me dijera lo que le había platicado, pero la criatura le apenaba decírmelo porque “eran cosas bien feas”; sí, le tuve que convencer que me platicara; total que mi amante de turno me va dejando caer un chingamadral de cosas que dijo el otro que yo dije, hice y/o causé. Ya que se volteo como calcetín este vato y me platicó todo, yo solo le digo: mentiras no dijo. Mi amante se quedó frío, supongo que esperaba que lo negara.
No busco redimirme; lo hecho, hecho está. Pero si hay que disculparse, ahora, con ciega convicción lo he hecho.
Que habría sido si las escuelas hubieran sido el espacio seguro para mí, para las personas trans, como deben ser para todxs; segura que habría seguido estudiando y hoy haría otras cosas para vivir.
Quizá si no se me hubiera segregado de la familia, yo no me habría refugiado en los nidos de víboras que llamé hogar; claro que, sin esos hogares, no seguiría viva. Les debo más a los horrores de lo que fue que a la belleza que nunca tuve.
Cuanto no es lo que vivimos para que la esperanza de vida de nosotrxs lxs trans sea de apenas 35 años. Imaginen conmigo si en vez de morir antes de los 35, llegaremos a viejxs; todas las cosas que podríamos crear para nosotras, para el mundo.
Morir no me asusta, gran parte de mi vida no vale la pena vivirla. Una está viva más por terquedad que por disfrute, la neta.
Cuando pienso en que habría sido, no crean que se me vienen muchas cosas a la cabeza, porque ni imaginarme bonito es algo que pueda hacer siempre. Pero, no dejo se pensar en ello.
De las muchísimas personas trans que conozco, solo una se que ha vivido bonito (sé que hay más, no les conozco) y ella, se enamoró, novió de plebe, se casó, hoy tiene una pensión por viudez, no putió, no le golpearon ni abusaron de ella… Ella vivió bien y cuando vas a su casa, que es tan humilde como cualquiera, una puede descubrir que siempre fue posible vivir de otros modos, que no se requiere más intentarlo, poner el amor al centro; pero, pues esos otros modos a muchxs nos fueron negados.
Solo una cosa pido para mí y para todxs mis hermanxs trans:
vivir, vivir más y porque no, vivir bonito.
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