Este junio de 2025 fue un mes del orgullo intenso, vibrante y lleno de dignidad. Sinaloa vivió uno de los Prides más emocionantes de su historia reciente.
Este 2025, ya son 12 municipios los que han realizado —o están por realizar— su marcha por la diversidad sexual, construidas desde el esfuerzo comunitario, sin permisos oficiales ni presupuestos institucionales. Desde las manos, los corazones y la convicción de la sociedad civil.
Marchamos, como cada año, porque aún hay muchas deudas que el Estado no salda.
Marchamos para que no se olviden los nombres de quienes ya no están.
Y marchamos porque sabemos que la historia de nuestros derechos ha sido escrita con resistencia y desobediencia digna.
Una mirada nacional que no podemos perder
En 1978, México alzó por primera vez su voz en las calles de la capital, cuando un pequeño pero valiente contingente de personas homosexuales marchó en el marco del aniversario de la Revolución Cubana y del Día Internacional del Orgullo, acompañando al Frente de Liberación Homosexual. Aquel acto fue semilla.
Al año siguiente, en 1979, se realizó la primera Marcha del Orgullo Homosexual en la Ciudad de México, donde menos de mil personas rompieron el silencio con banderas, pancartas y gritos de justicia.
Desde entonces hasta hoy, 46 años después, esa marcha se ha convertido en el acto político de la diversidad más grande del país y uno de los más multitudinarios de América Latina. Pero no todo es celebración: los derechos ganados han sido gracias a décadas de lucha contra el rechazo, el estigma y la impunidad.
En Sinaloa, exigimos respuestas claras.
Al Poder Ejecutivo del Estado de Sinaloa:
¡Que se cumpla la ley!
El Consejo Estatal para Prevenir y Eliminar la Discriminación debe instalarse ya. No es una propuesta: es un mandato legal.
No puede haber un estado libre cuando la discriminación institucionalizada se esconde detrás de excusas administrativas. Queremos una instancia con presupuesto, dientes legales y participación de la sociedad civil que no simule, sino actúe frente al odio y la exclusión.
Al Poder Legislativo del Estado de Sinaloa:
¡Que se legisle con y para la ciudadanía!
Las leyes deben construirse con quienes habitan la desigualdad, no desde escritorios blindados al dolor ajeno.
Exigimos una agenda legislativa LGBTIQA+ que reconozca nuestras familias, proteja nuestras infancias, garantice empleos sin discriminación y asegure una vida libre de violencias.
No queremos discursos, queremos derechos.
A la Fiscalía General del Estado de Sinaloa:
¡Queremos justicia!
En los últimos 12 años, 24 personas LGBTIQA+ han sido asesinadas en Sinaloa por crímenes de odio. De esos casos, 23 siguen impunes.
La impunidad no es ausencia de justicia, es violencia prolongada.
Exigimos personal capacitado, protocolos con perspectiva de género y diversidad, y voluntad real de investigar y sancionar los delitos por orientación sexual, identidad y expresión de género.
Porque el orgullo no es solo una fiesta: es una trinchera.
Decir “orgullo” en un país donde nos matan por ser quienes somos no es una celebración vacía, es una afirmación de vida, una exigencia de justicia.
Y aunque cada junio las calles se llenan de colores, también sabemos que en los pasillos del poder muchos intentan blanquear la lucha, usarla como escaparate o apropiarse de ella desde el oportunismo.
Que no se apague el arcoíris
La historia nos muestra que los avances no son eternos si no se defienden, y que la derecha regresa, se infiltra, se reorganiza. Por eso, debemos estar preparades, no desde la comodidad individual ni los pactos por conveniencia, sino desde la colectividad, la ética y la memoria de quienes lo dieron todo sin pedir nada a cambio.
Hoy más que nunca es necesario poner límites a quienes lucran con las acciones afirmativas, construir mecanismos que garanticen que las representaciones políticas LGBTIQA+ realmente respondan a nuestras causas, no a intereses ajenos.
Este es un llamado a la conciencia colectiva.
A los activismos que no se dejan seducir por el poder.
A quienes creen, como yo, que el arcoíris no debe ondear solo en junio ni solo en balcones oficiales.
Que no se apague la lucha.
Que no se apague el arcoíris.
Y que las ambiciones personales jamás contaminen nuestro activismo.
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