Son tres los propósitos principales de las presas: abastecer de agua para consumo humano, uso agrícola e industrial, y control de inundaciones. Si quieren agregar la generación de electricidad, recreación y pesca también son válidas y otras más. Lo que si es importante aclarar es que las presas no generan agua, la almacenan.
En los últimos días, al menos en Culiacán, comentan algunos amigos que las precipitaciones pluviales se pueden considerar como buenas, que las lluvias han sido copiosas en la sierra. Pero, preguntan el por qué el nivel de estas aún se mantiene en focos rojos en la entidad, considerando que al 2 de septiembre las once presas más viejas, están al 26.4% de su capacidad, mientras que, para las dos nuevas del sur, la Picachos y Santa María, el promedio era de 57.6%.
Preocupan las primeras debido a que son el motor de la economía en Sinaloa y puntal en la alimentación de México, pues siete de las 10 tortillas que nos comemos provienen de las cosechas de las fértiles tierras que irrigan las once presas antes mencionadas. Sin agua los motores económicos se paralizan. Se requiere un abasto del vital líquido, en cantidad y calidad, que mueva el engranaje social y económico. De no ser así se avizoran tiempos difíciles para el sector agrícola y para el resto del estado.
La ausencia de lluvias no es el único problema que tienen las presas, veamos a estos enemigos silenciosos.
La sedimentación ocurre en las presas por el arrastre de materiales que terminan en los vasos, puede ser de manera natural o por causas antropogénicas, por ello en México y en todo el mundo, las presas se están azolvando. Sin embargo, la ausencia de manejos adecuados en las zonas adyacentes a estos cuerpos de agua puede acelerar este proceso y por ende disminuir su vida útil y su capacidad para almacenar agua.
Perera y colaboradores (2023) en su estudio global sobre azolvamiento en presas y represas determinaron para el continente americano que se perdió una capacidad de almacenamiento de 2,810 billones de M3 en 10,300 cuerpos de agua, equivalente a un 19%, y sus proyecciones para el 2050 fueron de 2,014 billones de M3 menos de agua. En México estimaron un azolvamiento del 26%.
Los factores atribuibles a la sedimentación se centran en la deforestación, la acelerada erosión y cambios en el uso del suelo, los cuales se pueden aún solventar con un manejo integrado de estas presas, además del manejo y conservación de sus cuencas.
Por otro lado, tenemos la evaporación en esos cuerpos de aguas, que también juega un papel importante en la capacidad de almacenamiento de las presas. Tian y colaboradores (2022) estimaron durante el período de 1985 al 2016 la pérdida de agua por evaporación en presas y represas a nivel global fue de 339.8 Km3, el equivalente, más o menos, a un ∼73% de las aguas utilizadas a nivel municipal en el 2010 en el planeta. Grave situación para nuestra región debido a que es en las regiones áridas y semiáridas donde se espera que sean mayores por el cambio climático y los aumentos en la temperatura.
También existe el fenómeno de la evapotranspiración, este es un proceso natural que ocurre en las plantas, en México se estimó que en este proceso las plantas utilizan (pierden si quieren) el 70% del agua, todo esto se integra de nuevo al ciclo del agua. Esto quiere decir que 7 de cada 10 litros que se mueven en los bosques de la sierra cuando llueve se pierden en este proceso. Lo mismo sucede en la agricultura.
Se han sugerido algunas técnicas para reducir la evaporación en presas y represas, pero todas ellas son extremadamente caras, como el poner mantas de tela, bolas de plástico en el agua, manejo de vientos. Esto aplica para represas pequeñas. Imaginen el costo y lo que durarían una malla sombra o mantas de tela en la presa Luis Donaldo Colosio (Huites), que tiene una superficie aproximada de 4,302.2 hectáreas.
Por ello es importante voltear a las soluciones basadas en la naturaleza, en este caso lo más recomendable es proteger la cobertura arbórea e implementar programas y acciones que permitan retener y filtrar las aguas provenientes de las lluvias a los mantos acuíferos para revertir el posible estrés hídrico. Mantener programas de recarga sumados a revertir los cambios de uso de suelo en las zonas serranas aunados a los aprovechamientos eficientes de este recurso son soluciones económicas que se deben de implementar para evitar el ingreso de nuestra región a un estrés económico y alimentario. Es tiempo de voltear a la conservación de nuestros recursos naturales como una opción factible en la solución de este y otros problemas que tienen su origen en los impactos antropogénicos. Es más barato que colgar trapos en las presas.
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