Por Marilyn Sofía Torres

Después de reflexionar sobre lo que nos dejó este año, hay tres lecciones que siento importante compartir porque si algo nos dejó el 2025 fue la certeza de que el cambio dentro de las empresas no sucede por accidente. No aparece por buena voluntad, ni por modas, ni por comunicados de ocasión. Así que, con eso en mente, vamos a ello.

1. El diagnóstico dejó de ser un trámite y se volvió una forma de conocerse
Hubo un momento en el que las empresas empezaron a entender que el diagnóstico no es un requisito burocrático sino un acto de autoconocimiento. Y fue interesante verlo: la forma en la que un instrumento técnico se convirtió en una conversación profunda.

De pronto, al revisar datos, políticas y percepciones, algunas empresas se encontraron con cosas que no sabían que estaban ahí. Descubrieron que el diagnóstico no es una radiografía fría, sino una especie de mapa emocional del lugar de trabajo.

Y así, lo que parecía un trámite, se convirtió en una invitación a pensar distinto, a preguntarse: “¿Qué necesitamos realmente? ¿Y por dónde empezamos?”

2. La consistencia se volvió la gran creadora de confianza
Si algo se hizo evidente en 2025 fue esta idea sencilla: la confianza se construye despacio.

No con grandes gestos, no con campañas de un mes, no con fotos en días internacionales, sino con acciones que se sostienen en el tiempo.

Lo que más me llamó la atención fue ver cómo cambiaba el ambiente laboral cuando una empresa empezaba a actuar con coherencia. No era un cambio estruendoso, era uno silencioso pero muy claro. La consistencia tuvo un efecto casi pedagógico: le enseñó a las personas que sí se puede confiar en la organización. No porque sea perfecta, sino porque está presente.

3. La igualdad comenzó a hablarse en clave empresarial
Durante años, la igualdad se trató como un valor aspiracional, importante pero secundario. En 2025 eso cambió: comenzamos a ver a líderes hablar de igualdad con la misma seriedad con la que hablan de retención, productividad y crecimiento.

Principalmente porque comenzaron a notar patrones difíciles de ignorar:

  • los equipos diversos toman mejores decisiones,
  • la rotación baja cuando hay ambientes más seguros,
  • la innovación aumenta cuando las mujeres ponen la voz en las mesas clave,
  • y la reputación interna mejora cuando las reglas son claras.

Si algo nos deja 2025 es la sensación de que el camino ya empezó. El diagnóstico nos mostró el mapa, la consistencia nos enseñó a caminarlo y la mirada estratégica nos ayudó a entender por qué vale la pena seguir.

Quizá la lección más grande sea esta: cuando una empresa aprende a mirarse con honestidad, a actuar paso a paso y a decidir con visión, la igualdad no sólo es posible… es inevitable.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO