Si la vía para ser gobierno son los partidos, Sinaloa necesita el partido que lo dignifique y desarrolle. Los actuales, dígase lo que se diga, son apéndices de lastres sociales.

Más miseria política del Ejecutivo no puede haber. Gobernar para empobrecer, juramentar la Constitución para violarla y ordenarle al Legislativo lo que tiene que hacer demuestra la debilidad de la democracia y de una estructura con infinidad de fallas internas. Y sin ser suficiente el grave daño, AMLO intenta desaparecer los organismos autónomos y hacer del Poder Judicial su oficialía de partes.

Por su debilidad política México va hacia atrás y a punto está de transformar lo que hace dos siglos fue el virreinato en monarquía. Una 4t, cuyo segundo piso es dar el más alto retroceso en la historia política País: la organización de un gobierno previo al Estado Nación donde la soberanía era absoluta y recaía en el Ejecutivo. Los poderes Legislativo y Judicial eran sus oficialías de partes.

 

México va de mal en peor y ni las guerras civiles que caracterizaron la independencia, la reforma y la revolución fueron para instaurar la República, el federalismo, la Constitución, las instituciones, la división de poderes y la democracia. Y si una cuarta transformación es necesaria debe desterrar de raíces todo lo que impide su grandeza; la formación de mexicanos patrios, industriosos y emprendedores, y que el eje de toda discusión sea México y los mexicanos. Esto es, que se aboque al perfeccionamiento del gobierno como un todo interdependiente, no la parte que inhabilita la Constitución.

El problema de México no es si jueces, ministros y magistrado son electos por la vía popular, sino la gran discrecionalidad que tiene el Ejecutivo. E insisto. La raíz de las guerras civiles y de las revoluciones nacen por el actuar arbitrario y abusivo del Ejecutivo y terminan en el establecimiento de sus límites, por un lado, y en fortalecer la soberanía de los poderes Legislativo y Judicial, por el otro.

Como mexicano mi voto ha sido pensado en lo mejor para México, pero todos los presidentes terminan empeorándolo, y es en la ciudadanía en la que recae el costo de las interminables ineficiencias, hasta convertirla hoy en un esclavo de la política fiscal.

¿Podrá Claudia Sheinbaum sacar a México de la grave descomposición económica, social y política donde el gobierno lo ha puesto? Y ¿será de su interés la transformación cualitativa del sistema político mexicano?

 

Las acciones dicen más que mil palabras, y para llevar a México a la cúspide de su grandeza, es determinante apertura, inclusión, flexibilidad y diálogo, como también el desterrar del gobierno la mediocridad, los molécula de pensamiento y los radicalismos ideológicos.

El proceso electoral del 2 de junio nos enseñó que la vía para acceder al gobierno son los partidos, y que los vigentes son un lastre para el País. Por lo que la solución para la vasta problemática nacional está en la formación de un nuevo partido, pero organizado muy diferente a los existentes.

El nuevo partido debe ser fuertemente descentralizado en sus decisiones y tener profundas raíces sociales y comunitarias; claridad absoluta de la relación que existe en política y desarrollo y que la problemática social y económica es local, municipal y estatal. Hablo de que en cada entidad la formación del nuevo partido debe representar lo que haga posible la grandeza autónoma de sus ciudadanos y la soberanía de sus entidades. Lo nacional debe supeditarse a los aspectos políticos que obstruyen los problemas interestatales y cuya solución es clave para la independencia económica del País.

La formación de un partido requiere un gran consenso social y plena convicción de su importancia ya que, a través de él, los candidatos a los puestos de elección deben ser los mejores ciudadanos.

 

De un partido con la sensibilidad de entender la vasta y diferenciada preocupación social que aqueja a la ciudadanía, y que tenga el conocimiento para identificar los cánceres que haya que erradicar y la estrategia para quirúrgicamente hacerlo.

De un partido que aspire a ser gobierno para sacar a México del cuadrante perdedor, donde los partidos lo han puesto, y llevarlo al ganador, donde debe de estar; de un partido cuyos directores sean profesionales de cuerpo entero, sin aspiración a un puesto de elección.

Un partido así, hoy empieza a ser una posibilidad en Sinaloa. Si bien el Frente Cívico Nacional habla de la formación de un partido nacional, no se trata de ser su apéndice, sino de uno que represente el interés supremo de la entidad; posibilidad que hoy empieza a ser parte de la conversación de ilustres politólogos y analistas locales. De la discusión hay que pasar a la acción, y toca dar el siguiente paso, el cual requiere del involucramiento comprometido del capital empresarial ya que ellos, como nadie, son quienes saben las fallas que obstruyen el engranaje sincronizado y perfecto de los factores de la producción y lo que el gobierno debe hacer para conjuntamente desterrar los cuellos de botella que lo obstruyen.

Por el bien de Sinaloa primero un gobierno de calidad. Capital social lo hay, y nos sorprendería su grandeza. No sé cómo se podría llamar el nuevo partido, pero debe correlacionarse al reto que se intente enfrentar, y que, con el tiempo, sea la puerta para un México con partidos de Estado, aunque sean dos.

 

El segundo paso es necesario y de nosotros los sinaloenses y empresarios depende darlo y perfeccionarlo.

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