“He invitado gobernadores y presidentes municipales, el (secretario) de turismo también. Me dicen que me van a apoyar pero pasa su periodo y se olvidan. Ya me tienen frito con sus mentiras: ‘Te voy ayudar, te voy a apoyar’ me dicen”. Eso es lo primero
que comparte el Chino Billetero al recibir a ESPEJO en su casa, misma que habilitó como museo para sus piezas.

Después de un vistazo por las salas repletas de objetos arqueológicos, salir al patio y sentarse en una de las tantas mesas de herrería hechas por él mismo, es una experiencia obligada.

Al igual que las mesas, sus autos y las 3 propiedades en las que divide su colección, todo está pintado de verde, su color favorito, porque “el blanco es muy cochino y el prieto muy oscuro; pero el verde es vida”, justifica.

Ya bajo la sombra de los árboles de mango y guanábana, empieza una charla en la que el Chino Billetero da testimonio de toda una vida dedicada al rescate del patrimonio cultural.

Todo inicia en el Puente Negro

Apenas tenía 8 años cuando juntó las primeras piezas. Una tarde en que paseaba por el Puente Negro con un amigo, el joven Héctor vio a unos gringos con morral al hombro juntando tepalcates, hachas, cerámicas y demás figuras prehispánicas.
Ellos los invitaron a ayudarlos a cambio de una propina, pero perspicaz, Héctor decidió que no lo haría. En vez de eso empezó a juntarlas él mismo. “En ese entonces empecé y ya no hallo la puerta con el vicio mío”, agrega.

En aquel tiempo, el Chino también se puso a vender billetes de lotería, labor que, 70 años después, aún sigue realizando. “Con el dinero de los billetes me iba a Bachigualato, a Aguaruto, Tabalá, para allá para la quinta fregada”, recuerda.

—¿Qué decían sus padres? ¿Lo dejaban salir a esas excursiones?

—Mi mamá se mortificaba porque me venía ya tarde. Trabajaba medio día y en la tarde me iba a buscar reliquias; a veces llegaba de noche y mi mamá mortificada. Mi papá se iba a buscarme al río, al puente… pero yo tenía un montón de figuritas.

—¿Qué lugar recuerda como el más rico para recolectar?

—Aquí en Aguaruto. Me acuerdo una vez que tumbaron una loma entre Aguaruto y Moroleón y de ahí sacaron muchas ollas. También aquí en la Higuerita pegado al río. Sobre todo lugares cerquitas de los ríos. Los mismos agricultores nos daban raite para ir a buscar ollas como las que ellos encontraban.

Nos tocó ir a todos los arroyos del Limón de los Ramos y hasta Chametla fuimos a dar, abajo del Rosario. Llegamos hasta Cosalá y de ahí a los ranchitos que están pa’bajo, Pueblo Viejo, el Ranchito.

Colección dividida

El Chino Billetero vive en la calle Juárez en el Centro de Culiacán, donde su colección ha rebasado la capacidad de su vivienda.

Al pasar los años fue adquiriendo más propiedades por la misma calle y al día de hoy cuenta con 3 casas en donde reparte su gran colección.

En una están las piezas arqueológicas, armas y muebles antiguos y más de 50 animales disecados; más adelante, por la misma acera, se encuentra su colección de piedras, minerales y otras bellezas de la naturaleza; cruzando la calle, el Chino tiene sillas y planchas antiguas, tocadiscos, teléfonos y más aparatos de décadas pasadas, así como varios pavorreales a los que admira por la belleza de sus plumas.

—¿Todo lo ha adquirido con la venta de billetes?

—De los billetes. Vendí muchos premios, muchos premios mayores y me daban buena propina… y también le he pegado a uno que otro.

—¿Tiene clasificada su colección de alguna forma?

—El INAH está inventariando mi colección. Ya van tres veces que los mandan directamente a investigar y que me hacen inventario. Acomodan una mesa con 50 hachas y toman una foto, luego 50 figuritas y otra foto.

Hace años hicieron 19,190 fotos de mis piezas y tuve que pagar 19,190 pesos. Me cobraron por la copia de la registrada.

Ellos lo hacen para llevar el control de cuántas piezas tengo pero nunca van a terminar, tengo años y años, tengo baldes llenos. Aquí tenía tambos llenos que los fueron sacando y ahora están contándolos.

El equipo del Chino Billetero

A pesar de su edad, el Chino Billetero no ha dejado de salir en la búsqueda de piezas arqueológicas, las cuales dice, brotan por donde él anda para que las junte.

En cada excursión es acompañado por un equipo de personas que lo auxilian: “Somos seis o siete. Últimamente me estoy gastando mi dinero en mantener conmigo a los compañeros que me acompañan, porque solo no puedo ir a buscar. Si el carro se me descompone me quedo atorado, pero nos vamos entre cinco o seis y como sea lo empujamos”, explica.

Rescatar pieza y hacer museos

El Chino tiene en mente poner su colección a la disposición de la mayor cantidad de gente posible, exponiéndola en museos en distintas ciudades del estado, para lo cual busca ayuda de las autoridades gubernamentales.

“Yo pido una ayuda para seguir rescatando piezas y hacer un museo interesante para el turismo. Eso es lo que quiero, hacer museos”, indica.

En junio pasado, el Centro de Ciencias de Sinaloa dio a conocer que, con una inversión de 21 millones de pesos, construiría una sala museográfica, contemplativa e interactiva dedicada a Sinaloa y que estaría lista este mismo año. En ella se incluiría parte de la colección del Chino Billetero, sin embargo, eso sigue en espera.

—¿Está en pláticas con alguna autoridad para hacer este proyecto?

—No. Hace días la señora (Rocío) Labastida me dio un reconocimiento por mi cumpleaños 77 y ella me va hacer un museo ahí en el edificio que están haciendo en el Centro de Ciencias, pero ya se les acabó el dinero. Estaban haciendo un edificio altote. ¿Para qué hacen un edificio tan alto?, gastan dinero a lo bruto.

Todas las escuelas que vienen al museo me dicen lo mismo: ‘¿Por qué no te apoya el Gobierno?’, pero al Gobierno no le interesa rescatar lo que dejaron los antepasados. Es una lástima. Yo ya no quepo aquí en la casa, por eso quiero conseguir un edificio más grande.

En sus casi 7 décadas como coleccionista de antigüedades, el Chino ha visto con tristeza cómo los mexicanos no saben apreciar su legado. “En México no sabemos apreciar nada, pero a los que vienen de fuera los dejo encantados. Tengo un libro lleno de opiniones de gente de muchos países felicitándome por mi labor”, cuenta.

Ante esto, hace un llamado a que las universidades impulsen carreras como la arqueología, para que sea gente de Sinaloa la que se encargue de resguardar nuestro patrimonio cultural.

Esperan su muerte

Por último, Héctor Manuel Delgado señala que lejos de apoyar su labor, las autoridades están esperando a que se muera para reconocerlo ya muerto “como los pintores”.

“Yo quiero que me reconozcan en vivo y seguir juntando piezas, pero el Gobierno quiere que me muera para quedarse con todo. Pero se van a morir primero ellos, yo nunca me voy a morir”, finaliza.

Las mariposas de López Portillo

Un recorte del periódico Excélsior de 1969 y una carta enviada desde la oficina de la Presidencia son los recuerdos de la vez que, durante los actos del Día del Billetero, el Chino pudo acercarse al entonces presidente López Portillo y regalarle un arreglo de 54 mariposas. Día que el Chino no olvida:

—Qué bonito arreglo, ¿de dónde son estas mariposas tan bonitas? —preguntó el presidente al recibir el obsequio.

—Son puras de Copala —respondió el Chino.

—Huy, me diste en la madre con esto porque ahí nacieron mis padres. Te felicito porque me recordaste Copala —agregó congratulado.