Enrique Rivera se siente maniatado y en algo así como un callejón sin salida. Su empresa está paralizada, inmóvil por la emergencia sanitaria del Coronavirus (Covid-19). Así, todo emprendedor lo sabe, el negocio no cuadra, no va a ningún lado.

Su desilusión se ha ido fermentando poco a poco, al paso de la pandemia. Y de la frustración ha pasado a la impotencia. Nada qué hacer. Solo esperar y aguantar aislado. Esa es la realidad, su realidad, la realidad del planeta.

“Al principio (del Coronavirus) un poco de frustración. Después impotencia por sentirme maniatado por no poder hacer mucho. Tiendo a ser una persona inquieta en el  sentido de buscar el camino cuando las cosas no marchan bien. Sin embargo, en esta ocasión fue diferente porque los factores son completamente externos”.
Y el riesgo es concreto, se siente en la caída de las ventas, en la nula distribución de su producto. El Coronavirus riega el tepache de Enrique Rivera.

Apenas en marzo de 2017 abrió Real Imperial, una empresa sinaloense dedicada a la elaboración, industrialización y venta de tepache.

Hace 7 años se le vino a la mente la idea emprender su propia empresa. Identificó el rezago de las bebidas tradicionales mexicanas en el mercado. Detectó que son conocidas y populares pero carecen de la industrialización.

Al poco tiempo, después de investigar más, desarrolló el primer tepache envansado. Decidió llamarlo “Real Imperial”, un juego de palabras. Real viene de autenticidad e imperial del imperio azteca-mexica, donde radica el origen de la bebida.

“Buscamos consolidarnos como una empresa innovadora en bebidas auténticas mexicanas y ser reconocidos a nivel  nacional e internacional”.
Le emocionó. Le agradó el reto. Había un nicho de oportunidad. El tepache y su olfato de emprendedor se lo decían. Y asumió el compromiso como empresario.

Tepache Real Imperial. FOTO: Redes Sociales.
Era su primera empresa. 2018: año de afianzar el proyecto.

El 2019 fue aprendizaje, de posicionamiento de marca. Y así, Enrique fue viendo en sus bitácoras y registros un incremento en los puntos de venta dentro y fuera del estado. Había que dar el salto al análisis de estrategias para catapultar al tepache más allá.

Enrique Rivera hizo lo conveniente. Real Imperial era marca. Todo pintaba bien, caminaba a sus tiempos, con sus reglas y pautas. El tepache estaba a la alza, abriendo el mercado.

Pero vino el 2020 y trajo consigo el Covid-19, la gran tragedia actual. Y maniató a Enrique y paralizó a Real Imperial y regó el tepache.

“Este primer trimestre de 2020 recibimos una carta de intención de compra por parte de un distribuidor de Estados Unidos. Entramos a la cadena de hoteles Conrad de Hilton y otras noticias de gran relevancia para la empresa, además de contar con nuestros propios puntos de venta en la ciudad bajo un nuevo modelo de negocio añadido”.
Sin duda, en su lenguaje empresarial, el año lo catalogaba como “crecimiento”. Crecimiento que no ha sido real en Real Imperial. El Covid-19 lo ha frenado. Y a sus ocho empleados los ha mandado a casa, a prevenir el contagio de la pandemia.

“Se ha paralizado por completo la distribución dentro y fuera de la ciudad. Las ventas  han decaído, las propuestas comerciales están totalmente detenidas. Creo que es algo totalmente nuevo a lo que no habíamos estado expuestos por lo menos en mucho tiempo desde la gran recesión  de 2029 y la pandemia de gripe en 1918”.

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Una publicación compartida de Real Imperial Tepache (@realbrewing) el 25 Mar, 2020 a las 12:46 PDT
Con el Covid-19 por todos lados y en ninguno, Enrique Rivera piensa en cómo librar el obstáculo. Sabe que las empresas que sobrevivan son las que se adapten al cambio, las que sean moldeables ante tal circunstancia.

Desde su aislamiento, el joven emprendedor, Ingeniero en Biotecnología, mastica el tiempo, remuele la crisis propia que es la crisis de todos. La crisis de un planeta metido en su casa. Y desde ahí reflexiona en busca de las oportunidades para iniciar de nuevo.

“Es una gran lección de vida que jamás ha experimentado la ‘sociedad moderna’. Todo lo malo nos da una gran oportunidad de ser mejores y ahora más que nunca, vivir el cambio para ser una mejor civilización, más respetuosa con nuestro entorno, empática y solidaria porque sin duda no todos la pasarán bien en esta crisis y en lo que está por venir. Somos parte de la más grande revolución del ser”.
Y cree que si al final las empresas, las instituciones gubernamentales y las personas cumplen su labor todo saldrá a flote. Hasta el tepache.