Como muchos culichis, hasta hace poco no sabía de la existencia de ‘Narnia’, ese vaso de la presa Sanalona que, durante época de sequía da paso a un escenario mágico en el que ganado y caballos por igual pastan, corren y se bañan alejados de todo rastro de civilización.
Lo descubrí gracias a las publicaciones de conocidos que se dedican a la fotografía, la producción multimedia o la dirección de arte, y también a la difusión del espacio que el 19 de julio hizo la Dirección de Turismo de Culiacán en su cuenta en Facebook.
“¿Reconoces este increíble paraje? “Narnia” un vaso de la Presa#Sanalona, ubicado en La Cofradía, aproximadamente a 15 minutos de la Plazuela de la Sindicatura de #Imala, ¡Disfruta de la naturaleza!”, indica la publicación que hasta este 26 de julio contaba con más de dos mil comentarios y 2.6 mil compartidos.
Como cientos de familias culichis, no me quedé con las ganas. A la mañana siguiente acudí al lugar. Cargué el auto con hielera y agua, un refrigerio, una manta, bocina y hamaca. Confieso que en ese momento no pensé en llevar bolsas para basura y que a la llegada a dicho espacio la presencia de latas, recipientes y bolsas de botanas no era de gran magnitud. El espacio, a pesar del paso del hombre, seguía siendo hermoso y mágico, así como húmedo y con un calor abrasador.
Estuve en el lugar alrededor de tres horas, lapso durante el cual acudieron, cuando mucho, otros tres vehículos y menos de 15 personas. Algunas llegaron a pie, otras acercaron sus autos un poco más, pero en ningún momento su presencia fue molesta para los animales que disfrutaban de alimentarse y recrearse en los alrededores.
Aun así tomé algunas fotografías con la basura como protagonista y las compartí en redes sociales sin imaginar que durante los próximos días este sería uno de los principales temas de conversación pública entre los culichis.
Las reacciones a, primero, la existencia de Narnia, y, segundo, el supuesto daño que se estaba generando a la zona, fueron muy diversas, como diversos somos los culichis.
Luego del impacto generado por estas imágenes regresé a ver de primera mano lo que se había generado, pero esta vez en fin de semana y por la tarde. Así, este sábado 24 de julio volví al vaso de la presa ahora en plan familiar; incluso llevamos a la Katty, la perrita de la familia a la que quisimos invitar a disfrutar de los campos y colinas abiertas. La pobre terminó derrotada.
A diferencia de la mañana del martes, la tarde del sábado pintaba un panorama muy distinto. En primer lugar había tráfico y una afluencia mucho mayor de vehículos y personas. El camino de tierra suelta que lleva a La Cofradía estaba mucho más compactado y, una vez en el vaso de la presa, pude contar alrededor de 50 automóviles, 5 razers, una moto acuática y el paso constante de dos o tres avionetas.
Sin embargo, la zona seguía sin aglomeraciones y no se veía tampoco gran cantidad de basura. La diferencia era sí un mayor número de familias, música a volumen alto y la ausencia de animales pastando, hecho que en lo personal considero que sí resta a la magia del espacio.
Un día después, el domingo, publicaciones en las redes sociales mostraban una afluencia mucho mayor, tanto de vehículos como de personas a pie, generando más descontento entre los culichis ‘responsables’. Esto llevó a la activación de diversas iniciativas desde la sociedad civil y reacciones de autoridades tanto estatales como municipales.
LAS REACCIONES Y LA INICIATIVA CIUDADANA
Si quisiéramos generalizar las opiniones emitidas pudiéramos decir que estas se dividen en dos posturas:
- Aquellos que señalan que Narnia debería cerrarse totalmente al paso del hombre.
- Quienes ya se organizan para establecer un esquema de disfrute responsable de la zona.
En base a estas dos posturas la ciudadanía ha empezado a organizarse en diversas iniciativas; las autoridades, por su parte, también retomaron el tema.
Una de estas iniciativas viene en forma de petición de change.org la cual reúne firmas con el fin de solicitar a los gobiernos el ordenar el acceso a la zona. Creada por la ciudadana Andrea Torres Sainz, y dirigida tanto al Congreso como al Gobierno de Sinaloa y al Ayuntamiento de Culiacán (se ignoró a las autoridades federales a pesar de tratarse de un tema que corresponde a su jurisdicción). En general, la petición busca que se cree un reglamento para el lugar, así como la delimitación de la zona para estacionar los vehículos.
Otra iniciativa ciudadana se organiza a través de un chat grupal y una cuenta de Instagram bajo el nombre de @imparables_culiacan, quienes se están organizando para, este mismo miércoles, salir muy temprano a Narnia en una caravana de limpieza colectiva.
En cuanto a los administradores públicos, tanto el alcalde de Culiacán como el gobernador del estado y la secretaria de Desarrollo Sustentable han retomado el tema.
Y mientras que, con la nostalgia de quien se empieza a despedir, Quirino Ordaz Coppel se ha limitado a emitir una opinión somera respecto al comportamiento de la población, el alcalde Jesús Estrada Ferreiro ha señalado que ya trabaja en un plan para lograr que el espacio sea aprovechado de manera responsable por todos los culichis.
En este mismo sentido, la secretaria de desarrollo sustentable, Isabel Mendoza, dio a conocer que ha solicitado la intervención de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) e invitó a autoridades federales y municipales a trabajar juntos para crear las condiciones que aseguren su aprovechamiento sustentable.
Por otro lado, quizá confiando más en su buena voluntad que en la información de los expertos, hay quienes han sugerido acciones completamente inadecuadas como la necesidad de reforestar la zona. Esto quizá sin saber que, de no ser porque Sinaloa se encuentra pasando una de las sequías más graves de las últimas décadas, todo el lugar estuviera ya inundado.
Esto sucede cada año y, como lo cuenta Gaudencio, pescador de la comunidad de El Melón, ha habido algunos en que como magia de cuento, Narnia queda de un día al otro totalmente bajo el agua.
Respecto a la nueva afluencia de personas, Guadencio se limitó a mencionar, sin dejo de enojo en su respuesta, que durante la temporada seca se ve más gente visitando la zona, sobre todo en fin de semana. Pero también reconoció que de unos días para acá ‘la gente ha (ven)ido más que antes’.
¿Y EL DAÑO AMBIENTAL?
Al preguntar al consultor ambiental, Dr. Xicoténcatl Vega Picos, sobre el riesgo ante la presencia humana, fue concreto al compartir que, al ser un sitio que se inunda año con año, no ve gran afectación a la zona, siempre y cuando haya un control por parte de las autoridades.
En cambio alertó que lo preocupante es que el nivel de agua no haya aún incrementado producto de la sequía. “Se ocupa más el agua que proteger esos espacios que sabemos no se pueden proteger porque simple y llanamente se van a inundar”, explicó.
EL ‘FACTOR VIRAL’
Pero además de ser un tema ambiental, considero que el #NarniaGate es sobre todo un asunto ciudadano y de organización y responsabilidad social; así como una muestra del poder, tanto constructivo como destructivo, que tienen las redes sociales en manos de una ciudadanía alineada y lamentablemente muy desinformada.
En los múltiples diálogos generados a partir de la viralidad del tema, un factor común fue el de la confrontación entre distintos grupos sociales. Por un lado estaban los calificados como ‘nacos’, ‘irresponsables’ e incluso ‘cavernícolas’ o ‘shrexicans’, por parte de quienes, por el otro, consideraron en todo momento ser dueños de la moral y la verdad.
Quienes por sus valores y civilidad sí tienen derecho al disfrute de un espacio natural tan mágico como la Narnia de Imala, no tuvieron reparo en señalar que “la cultura culichi”, de la que todes elles también forman parte, “nunca falla”.
Hubo quién, de pura ‘cura enserio’, lanzó la clásica y utópica consigna de que “el mundo estuviera mejor sin nosotros”, un supuesto simplificador que poco abona al diálogo y a la acción consensuada.
La modelo Denisse Franco, influencer con medio millón de seguidores en Instagram, comentó: Que decepción de “humanidad”, en una de las publicaciones referentes al tema.
A este respecto, quisiera añadir que, más que juzgar y condenar, deberíamos llegar allende del enojo y de señalar “culpables”, pues la realidad es que, ‘whitexicans’ o ‘shrexicans’, las sociedades democráticas no deberían ser excluyentes sino integradoras.
Pero si como ciudadanos no podemos ver más allá de aquellas situaciones que nos dividen, tampoco podremos alcanzar un nivel de reflexión más profundo en el que integremos al otro, a la otredad, como parte también integral de un ‘yo’ y de un ‘nosotros’.
Al final el centro de este, como de muchos otros temas, es la cultura. Pero para cambiar la cultura también hay que cambiar las condiciones de vida y bienestar de la población, cosa difícil mas no imposible, pero que requiere en primera instancia de una reflexión y conversación pública mucho más profunda que aquella que ante el primer disgusto por el comportamiento del otro reacciona con confrontación y descalificación, polarizando aún más a grupos que, a pesar de convivir todos los días dentro de la misma ciudad, se condenan mutuamente a la primera provocación.
El tema no es nada sencillo y pasa, de manera obligada, por la atención a los grupos vulnerables que ante su desamparo han asumido como propia la cultura y concepciones del crimen organizado, que, más allá de cualquier autoridad democrática, sigue siendo un poder fáctico en Culiacán y en Sinaloa con el que ni Quirino Ordaz Coppel ni Jesús Estrada Ferreiro, al igual que cualquier ciudadano en su sano juicio, han querido confrontarse.
Tristemente parece que nosotros, culichis, aún no estamos listos para esta conversación; pero como dijera la gran humana y periodista, Cristina Pacheco, “aquí nos tocó vivir”.
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