La exclusividad y la diferenciación del individuo dentro de los distintos estratos sociales proviene de épocas remotas y diferentes periodos históricos, sin embargo, en el caso de Sinaloa existe una dinámica económica particular que se deriva de la presencia del narcotráfico, la cual manifiesta un afán por poseer artículos de lujo, advierte Juan Carlos León Ramos.
El sociólogo especialista en consumo dice que desde los años 90 aproximadamente, las personas que se dedican a traficar recurren al lujo como un patrimonio exclusivo para distinguirse de los demás, a través de un consumo ostentoso como sinónimo de poder.
“En Culiacán se da el fenómeno del consumismo, el consumo excesivo de bienes y servicios, con el afán por comprar indiscriminadamente, aunque no sea necesario; incentivado por personajes con influencia como deportistas, artistas, o personas importantes con cierto estatus, poder o importancia, que persuaden a realizar gastos que antes se consideraban un lujo, de tal manera que las personas que se dedican a traficar también son un personaje de referencia”, explica.
Las marcas de lujo se dirigen principalmente a un público con un poder adquisitivo alto y aunque actualmente existe un incremento en el consumo de éstas y el aumento de su visibilidad pública, los productos de lujo se siguen caracterizado por un precio elevado, así como una distribución y comunicación extremadamente selectivas.
De acuerdo con los datos de la plataforma Tiendeo, en Culiacán existen 21 tiendas de marcas de lujo como Calvin Klein, Tommy Hilfiger, Hugo Boss, Emporio Armani, Chanel, Steve Madden, entre otras, lo que significa que hay 2.6 tiendas por cada 100 mil habitantes; número que resulta alto si se compara con Guadalajara, ciudad metropolitana que tiene 47 tiendas de marcas de lujo, es decir, 0.89 tiendas por cada 100 mil habitantes.
La plataforma revela que en cuanto a la categoría de perfumerías exclusivas y belleza se registran en Culiacán 48 tiendas, de las cuales seis pertenecen a cosméticas de alta gama. La industria de la vanidad es relevante en México, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de la Perfumería, Cosmética y Artículos de Tocador e Higiene (CANIPEC) este sector generó ventas en 2020 por más de 22 millones de pesos, sin embargo, en Sinaloa la cifra no es menor, ya que, según datos de la Secretaría de Economía, de 2019 a 2020 esta industria incrementó y se autorizaron más de 4 mil 400 créditos para establecimientos orientados a una vida saludable y mejorar la apariencia física.
Por querer encontrar un modelo de vida feliz la sociedad tiende a valorar más a los demás por lo que tienen que por lo que son, por lo que compra y lo que consume, es decir, por la apariencia y lo que se deja ver por fuera.
En noviembre de 2010, en Ciudad de México se presentó como detenido por delitos contra la salud a Edgar Valdez Villarreal, apodado “La Barbie”. Dicha exposición del narcotraficante sirvió como un escaparate de moda para promocionar la playera tipo polo de marca Ralph Lauren que se convirtió en tendencia y ha vestido a un importante porcentaje de los sinaloenses de 2010 a la fecha.
De acuerdo a investigadores del Museo MoMa, quien cuenta con estudios importantes sobre la historia de la moda y la vestimenta que acompañan a las culturas, para que una prenda se convierta en tendencia se necesita de un “héroe” que influya el deseo y decisión de compra de los consumidores.
Para los sinaloenses, este “héroe” lo fue “La Barbie”. Hubo quienes pudieron comprar la prenda original, y para los de menos poder adquisitivo existían las copias que abundaban en tiendas de precios accesibles o en los tianguis de la ciudad.
Juan Carlos León refiere que si bien, en Culiacán el lujo tiene un sentido de categoría y aspiracional, también posee un sentido simbólico, es decir, el valor de la marca para sus consumidores está en los elementos que rodean al producto, donde el centro de todo y lo importante de la marca se concentra en la exhibición del logotipo.
“Son los personajes a los que tratamos de imitar, de consumir lo que tenga que ver con esa cultura para sentirnos lo más apegados posible, o incluso emular que somos esas personas. Recordemos lo que sucedió cuando lo del Chapo que lo agarraron, que trae una camisa de cierta manera y cómo inmediatamente se empezó a imitar el uso de esta camisa de manera exagerada”, señala.
El especialista detalla que se trata de un fenómeno que desde la fisiología del consumo se denomina “consumo en cascada”, porque la clase poderosa, la élite, o clase alta marca las tendencias del consumo, mientras tanto el resto de la sociedad continuamente quiere y desea pertenecer a esa clase y por lo tanto consumir lo que consume esa clase, pero el detalle es que son cosas cotosas, cosas que no están al alcance de todos y por eso es que surgen los similar, réplicas, o clon.
A través de un escaneo en la aplicación Google Maps, Espejo detectó que en Sinaloa tienen presencia dos empresas de perfumería que se dedican a la fabricación de fragancias que son réplica de esencias de lujo; Perfumes Europeos cuenta con 22 sucursales en Culiacán; en Mazatlán 12 puntos; dos en Ahome; una en Guasave, y una en Salvador Alvarado. En tanto a Fraiche, enumera nueve puntos de venta en Culiacán; en Mazatlán cinco; uno en Guamúchil; y uno en Ahome.
Escenario que también se presenta con la ropa, zapatos, relojería, bolsas, que tanto en los tianguis de la ciudad, especialmente en uno ubicado en la colonia Huizaches; en Marketplace de redes sociales; o en los comercios que se encuentran en el centro de Culiacán.
Para vestir una playera, un pantalón y unos tenis Hugo Boss originales se requieren al menos 12 mil pesos, esto según los precios establecidos en la sucursal ubicada en Fórum Culiacán, comprobado en un recorrido realizado por Espejo; mientras que la copia del mismo outfit se puede encontrar con baja calidad y material económico desde mil pesos en el Tianguis del Ahorro ubicado en la colonia Centro de Culiacán.
Las prendas que más copias reproducidas tienen en este mercadito son las de la marca Psycho Bunny, donde el costo de la copia es 80 por ciento más económica que la prenda original; playeras que en la tienda de la marca cuestan mil 400 pesos, ahí se pueden encontrar desde 200 pesos, o los pantalones copia de Tommy Hilfiger se pueden encontrar desde 280 pesos, mientras que en la tienda de la marca están a 3 mil 400 pesos.
Las réplicas o copias de estos productos que se ofertan a un costo más accesible para otro estrato social, permiten que el deseo de poseer un producto perteneciente a la categoría del lujo supere la funcionalidad y persiga el simbolismo asociado a él.
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