POR REGINA LLANES, CAMILA PLÁ / DATA CRÍTICA
ILUSTRACIONES: @MARDEAJOS Y @NAOKO_YUKA_BB
COLECTIVA INDEPENDIENTE GESTAR LA RESISTENCIA / DATOS PARA MIRAR OTRAS NARRATIVAS

LAS HIJAS DE LAS BRUJAS QUE NO PUDIERON QUEMAR

“Históricamente se ha tenido en la agenda política disminuir la partería”, explica Kay sobre los problemas a los que se enfrenta cotidianamente como partera. Es una mujer joven que al hablar demuestra su amplia experiencia. Vive en la Ciudad de México y se declara orgullosamente partera urbana autónoma:

“Me di cuenta de que era necesario que hubieran más parteras y que formarme me permitiría generar una labor política de crear espacios seguros para las mujeres”. Kay habla de la partería como una profesión desde la que se defienden los derechos sexuales y reproductivos. Aunque nadie puede decidir cómo llegar a este mundo, en ocasiones sí se puede decidir cómo parir; sea con doctor o con partera, en hospital o en casa. Esta elección es un derecho reproductivo que las parteras han mantenido vivo durante siglos, pero no es su única ventaja documentada.

La partería disminuye cesáreas e intervenciones innecesarias en el parto, así como la cantidad de partos pretérmino, la depresión y la anemia postparto, y aumenta las tasas de lactancia materna.

Estos beneficios están descritos en investigaciones científicas publicadas por The Lancet, Elsevier, The National Library of Medicine, entre otros, e instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) respaldan y promueven esta práctica.

La violencia obstétrica es casi inexistente en los partos atendidos de esta manera. De acuerdo con un análisis realizado para esta investigación sobre los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), realizada en el 2021, este tipo de violencia solo se presenta en 3 de cada 100 partos atendidos bajo el modelo de partería, en contraste con los partos en hospitales donde la cifra asciende a 30 de cada 100.

Según un análisis del 2014 del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) y de la OMS en 2019, las parteras pueden prevenir 80 por ciento de las muertes maternas, neonatales e intrauterinas cuando tienen la formación adecuada para atender emergencias obstétricas. En México las parteras se forman durante periodos promedio de 4 años de acuerdo con los datos recabados para esta investigación.

Como se explica en diversos estudios del Observatorio de Mortalidad Materna en México, para la mayoría de las usuarias el parto en casa es una experiencia positiva. Rosalía Cruz es una de ellas, una mujer angpøn y de carácter fuerte que vive en uno de los pueblos de San Miguel Chimalapa, en Oaxaca. Habla de sus partos entre risas, expresando que ella se sintió segura y nunca tuvo miedo:

“Cuando yo tuve a mis hijos la partera me dijo que si me animaba a tenerlos en la casa era mi decisión. Yo tenía 22 años y decidí seguirme atendiendo con partera porque no es que me sintiera insegura en el hospital pero tenía más bien pena. ¡Cómo te ponen! ¡Te abren en el hospital! Que puja, que el otro, que sea el doctor el que te vea… La partera te ayuda, el doctor no hace eso. Y con la partera depende de cómo te sientes, tienes al bebé, tú eliges cómo, si sentada o parada”.

Pero a pesar de la evidencia disponible, en el país existe una falta de reconocimiento a los beneficios de la partería y agresiones constantes para quienes la ejercen.

“Siempre estamos en una posición de demostrar que nuestro trabajo vale. A diferencia de un médico, siempre tenemos que explicar que nuestro trabajo es válido. Y es en todas las esferas: el sector salud, sector gubernamental, las mismas familias que acompañamos”, describe Kay.

Como ella, para esta investigación realizamos una encuesta a 67 parteras que ejercen en 22 estados de la república. Entre los resultados encontramos que 8 de cada 10 consideraron que ejercer en México es peligroso para ellas, además de que se ha generado un mito sobre su atención, en la que se considera como riesgoso. Una de ellas explica: “Se cree que la partería es riesgosa y eso hace creer a la gente que no sabemos hacer nuestro trabajo, señalándonos y descalificándonos a un grado que peligran nuestras libertades y derechos”.

La falta de reconocimiento por parte del Estado y del personal médico se traduce en trabas cotidianas para las parteras: “Un problema que todas tenemos es la falta de acceso a certificados de nacimiento, tengas cédula o no tengas cédula, seas tradicional, seas urbana, todas tenemos dificultad para acceder a certificados de nacimiento. Yo por ejemplo no tengo acceso”, concluye Kay. Un certificado de nacimiento es un documento oficial que proveedores de salud realizan al atender un nacimiento y se les pide a las familias para poder tramitar el acta. Tener acceso a ese trámite forma parte del derecho a la identidad de quien nació, el cual se ve vulnerado por el Estado cuando restringe o niega a las parteras el acceso a certificados de nacimiento.

En la encuesta realizada, 41 por ciento no tienen acceso a certificados de nacimiento y quienes lo tienen no los consiguen fácilmente. Por ejemplo, a Amparo, que es partera tradicional en Chimalhuacán, aunque tiene acceso a certificados, se le ponen trabas. En cada parto debe pedir uno y entregarlo en menos de dos días, en vez de que se le entregue un paquete como se hace en instituciones de salud.

Estas restricciones no son aisladas, son parte de un intento sistemático por desaparecer a las parteras en todo el país, desde las ciudades hasta las comunidades más pequeñas. Rosalía comparte la historia de su comunidad en Oaxaca:

“Cuando llegaron los doctores al pueblo, hace 25 años, empezaron a decirle a la gente que no se atendiera con parteras, que con doctor es más higiénico y que con partera te agarra la infección y que se infecta el ombligo del bebé, por eso ya no se quieren atender con parteras, y les meten ideas. Pero yo no tuve miedo, además las parteras atendían antes y no pasaba tanto eso de los problemas para nacer”.

Aunque existe un gran desconocimiento sobre el ejercicio de la partería, es una de las profesiones más antiguas del mundo. Las parteras pasaron de ser respetadas por sus comunidades durante milenios, a ser discriminadas y vulneradas por la búsqueda sistemática del Estado de sustituirlas por gineco obstetras y enfermeres. De acuerdo con diversas historiadoras, esto empezó en Europa en el Medievo, se acentuó en el siglo XIX y aún hoy continúa. En la Nueva España, esta violencia se articuló con el sistema colonial y racista, dándole a la inquisición el poder para realizar la caza de brujas durante la Colonia.

El siglo XXI se ha caracterizado por buscar la institucionalización del nacimiento, para que sea solo en hospitales. La estrategia del Estado de desplazamiento de la partería ha sido tan exitosa que, según datos del INEGI del 2022, solo 4.7 por ciento de los nacimientos son atendidos por parteras, mientras que 87.8 por ciento son atendidos en hospitales. Esto es algo relativamente nuevo, teniendo en cuenta que desde el paleolítico, hay parteras. Te compartimos una línea histórica para que puedas comprender a fondo este proceso.

Este mapa muestra el número de parteras que hay por estado en todo México.

En varios estados en los que aparece que no hay parteras, como es el caso de Baja California Sur, Colima o Coahuila, sí las hay, de acuerdo a una entrevista que hicimos a integrantes de la Red Nacional de Parteras Autónomas, solo que no tienen reconocimiento o acceso a certificados de nacimiento y por eso no aparecen en las cifras oficiales.

HACERSE PARTERA

No hay una manera única de ser partera. En México existe una pluralidad de prácticas y para hablar de esta diversidad, las agrupamos de acuerdo con su formación: tradicionales, autónomas y profesionales.

Kay es partera autónoma porque como muchas otras ejerce fuera del sistema de salud, sin reconocimiento estatal. Se formó en el modelo teórico práctico de mentora-aprendiz, basado en la NARM (centro de regulación de parteras de Estados Unidos) durante más de tres años:

“Tienes que acompañar por lo menos 50 partos, vas a todas las consultas, tomas clases teóricas, te dejan lecturas y te piden protocolos de investigación. Es también una formación muy personalizada porque van viendo qué te hace falta, no solo en el sentido teórico sino también emocional y de herramientas terapéuticas. Después de eso te gradúas sin una cédula”.

La mayor parte de las parteras en el país son consideradas tradicionales. Ellas preservan conocimientos ancestrales de los pueblos originarios y han resistido durante siglos no solo a la violencia contra las parteras sino a los intentos de colonizar sus formas de vida. Hay quien ejerce en su comunidad, así como quien atiende en otros contextos. Amparo es una partera tradicional nacida en Chiapas que radica en Chimalhuacán. Ella se formó en la tradición familiar:

“Yo nací en un lugar en donde hacían sanaciones. Mi madre y mi abuela eran parteras y mi abuelo era curandero allá en Tuxtla Chico. Mi mamá retomó parte de lo que hacía su papá y parte de lo que hacía su mamá”, nos cuenta.

A corta edad, Amparo migró con su madre y sus hermanas a la capital. Su madre siguió ejerciendo como partera, les transmitió a sus hijas en la práctica y de boca a oído su conocimiento. Desde entonces, Amparo se ha organizado con diferentes parteras y médiques tradicionales para defender la práctica desde su cosmovisión.

A diferencia de las parteras tradicionales y autónomas, las profesionales son formadas dentro de una institución reconocida por el Estado. Existen escuelas de partería profesional en México como la Escuela Técnica de Partería Profesional de Mujeres Aliadas en Michoacán. Christian se formó en San Luis Potosí, primero como enfermera obstétrica y luego en el Modelo de Partería:

“Entré a enfermería y pensaba que en los últimos dos semestres iba a ver lo que yo quería, cuando me di cuenta de que no era así, pensé: ‘esto no es lo que quería ver’, quería ver otra forma de atención. Hice una especialidad y me di a la tarea de acercarme al Modelo de Partería. Ahí conocí a muchas figuras que son nuestras representantes de partería profesional en la Confederación Internacional de Matronas. Ellas me inculcaron toda esta parte del Modelo para poder ejercerlo, cómo sí existía un Modelo de atención diferente. Complementé mi formación con cursos, seminarios o talleres con parteras”. Aunque Christian cuenta con cédula para ejercer, en el hospital público trabaja con cargo de enfermera aunque sus funciones son, sobre todo, como partera.

Además, hay quienes se han formado en varias metodologías, como es el caso de Isabel, quien comenzó como aprendiz de una partera tradicional, después se formó con parteras autónomas y posteriormente hizo una licenciatura en Salud Reproductiva y Partería en la Cruz Roja.

“Me gustaría decirte que estoy libre de categorías pero no es cierto. Siempre que me presento digo: autónoma y profesional. Digo autónoma primero porque fue mi primera escuela, pero profesional porque lo soy. Sí, hice un programa reconocido y legal en mi país pero antes que eso y mucho más que eso, soy partera porque aprendí entre parteras”, comparte Isabel. Actualmente ella es la directora de la clínica Mujeres Aliadas, un espacio de partería en Michoacán.

LA PARTERÍA COMO UN MODELO PARA DISMINUIR LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

“Antes no existían médicos en el pueblo y yo pienso que las parteras saben lo que hacen. Así tenían todas antes a sus hijos y no tenían que rajarles tanto la panza. Entre ellas mismas iban aprendiendo y se decían cómo hacerlo, cómo cortar el ombligo y cómo sacar la placenta. Sabían mucho las parteras”, comparte Rosalía, reconociendo el conocimiento transmitido durante generaciones en su pueblo. Poco después de acompañar a Rosalía en su último parto, la partera que la ayudó dejó de ejercer por las amenazas y calumnias de les médiques, no tuvo ninguna aprendiz y actualmente en su comunidad el trabajo de las parteras queda solo como un recuerdo.

Mientras que la práctica de las parteras tiene como pilar fundamental que las personas gestantes sean respetadas y tratadas de manera digna, lo que está en el centro del modelo médico es intervenir en el nacimiento para que ocurra dentro de los tiempos y protocolos del hospital.

El menosprecio a la partería se traduce también en un riesgo para las mujeres y sus bebés en caso de emergencias: “Al no ver a la partera como parte del sistema de salud se le cierra el paso, y un parto en casa que es trasladado al hospital debería ser eficiente y lo más rápido posible y muchas veces no sucede y es muy frustrante, enojoso y da mucho miedo”, comparte Isabel. Incluso, esto se encuentra estipulado en la Norma Oficial de atención al embarazo, parto y puerperio, que expresa que: “Las mujeres y las personas recién nacidas referidas a los establecimientos para la atención médica por las parteras tradicionales u otro prestador de servicio de salud de la comunidad, deben ser atendidos con oportunidad».

Christian cuenta que desde hace 10 años trabaja en el Hospital de San Luis Potosí y ha visto trabas institucionales para llevar a cabo una atención adecuada:

“Sería ideal tener las puertas abiertas de cualquier institución a nivel público. Si bien estoy feliz de que existan ginecólogos para embarazos complicados, deberíamos dejar a las mujeres de bajo riesgo a cargo del Modelo de Partería. Creo que sacar los embarazos de bajo riesgo de los hospitales de segundo y tercer nivel es también un punto importante. Así los hospitales pudieran dedicarse a las de alto riesgo, pudiéramos no tener sobrepoblación en los hospitales públicos que es algo fuerte. Muchas de esas mujeres no tendrían por qué estar hospitalizadas si hubiera otra forma de atención”.

VER LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA
La violencia obstétrica es un tipo de violación a los derechos humanos que tiene muchas caras. Puede ser negando la atención, tratando cruelmente o degradando a la persona atendida. No permitir que una persona tome decisiones sobre su cuerpo también  es una forma de violencia.

“El trabajo con el hospital no me gusta por todo lo que uno ve, por toda la violencia que se ejerce en los cuerpos”, comparte Amparo, quien fue voluntaria durante dos años en el Hospital Materno Infantil “Vicente Guerrero”, en Chimalhuacán: “El hospital es un lugar en el que requieres deshumanizarte para poder estar ahí. Yo siempre salía llorando. Además, nos hemos dado cuenta que si llega una mujer de emergencia atendida por partera, la atención es tardada, con la intención de que las mujeres aprendan que no deben de ir con las parteras. Y además violentadas, regañadas hasta los codos y siempre poniendo el trabajo de las parteras en mal”.

Christian trabaja dentro de un hospital público y comparte que la postura del personal frente a su práctica ha sido diversa:

“Hay quien de verdad te pone una barrera, que te dice que si vienen al hospital es porque se van a cuadrar al modelo del hospital y aquí hacemos episiotomías [incisión para aumentar la apertura de la vagina], ruptura de membrana y no se pueden mover, están acostadas y toda la cascada de intervenciones. Pero también ha sido encontrarme con personas que dicen con curiosidad ‘por qué haces esto’”. Parte de la incidencia de Christian en el hospital es buscar que durante el trabajo de parto permitan a las mujeres actividades básicas y fundamentales como tomar agua, caminar y tener compañía de un ser querido.

A través de una solicitud de información, el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR) nos entregó el número de partos vaginales y por cesárea desde 1943 hasta mediados del 2023. Como se ve en la gráfica a continuación, encontramos un cambio significativo en la tendencia. A medida que se ha institucionalizado la atención de los partos en hospitales ha aumentado considerablemente el porcentaje de cesáreas. En 1943, año que se abre el IMSS, 5 por ciento de los nacimientos fueron cesáreas, mientras que para mediados del 2023 el porcentaje aumentó 54 por ciento.

En el último año en México, 54 por ciento de los nacimientos en hospitales fueron cesáreas, aunque la Organización Mundial de la Salud expone como deseable que no se supere una tasa de 15 por ciento. Muchas de estas cesáreas fueron innecesarias y, según la ENDIREH, en 24 por ciento de las cesáreas no hubo autorización por parte de las mujeres.

LA NUEVA PROPUESTA DE REGULACIÓN DE LA PARTERÍA

La situación legal desde la que ejercen las parteras es compleja ya que aunque existe un reconocimiento de su existencia en la Ley General de Salud y particularmente en la Norma Oficial Mexicana 007, solo se hace mención de las parteras tradicionales y técnicas, invisibilizando cualquier otro tipo de formación, como es el caso de las parteras autónomas como Kay.

En la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016, la cual entró en vigor durante el año 2016, se hace mención someramente de los trabajos que pueden realizar las parteras técnicas y tradicionales. En esta NOM, se define a las parteras tradicionales como “personal no profesional autorizado para la prestación de los servicios de atención médica”, formada en el modelo tradicional perteneciente a una comunidad, y a la partera técnica como una profesional titulada en una institución reconocida por las autoridades educativas competentes.

En dicha norma se establece que las parteras técnicas y tradicionales deben ser capacitadas para identificar complicaciones del embarazo, parto y puerperio, y que los partos de bajo riesgo “pueden ser atendidos por enfermeras obstetras, parteras técnicas y parteras tradicionales capacitadas”. En la Norma, se establece que el sector salud que atiende urgencias está obligado a recibir sin impedimento urgencias obstétricas derivadas de complicaciones que se den durante el parto, incluyendo los traslados al hospital que puedan realizar las parteras.

Durante el mes de diciembre de 2019, se publicó una iniciativa de regulación de la partería, en la que se expresa como propósito:

“dar certeza jurídica al ejercicio de la partería, reconociendo que en nuestro país ya existe un modelo de partería, este reconocimiento buscaría fortalecer el actual sistema de salud en el rubro de salud sexual y reproductiva, […] solo falta dotarlas de un marco normativo para su cabal funcionamiento.”

Dicha iniciativa de reforma a la Ley General de Salud expone la situación actual de la atención al parto en México; fue propuesta por la cámara de diputados junto a tres grupos particulares de parteras profesionales.

La resolución implicaría agregar al Artículo 64 dos apartados que contemplen la implementación de unidades de partería fuera de los hospitales, integrados al sistema de salud, donde mujeres con embarazos de bajo riesgo sean atendidas. Esta propuesta no contempla, en ningún momento, la existencia de otras formas de partería y su diversidad.

En octubre del 2022, la Diputada Noemí Salazar López (Morena) presentó una iniciativa que adiciona el artículo 64 de la Ley General de Salud, para fortalecer la competencia técnica de las parteras profesionales para la atención del embarazo, parto y puerperio. Christian, la partera que forma parte de la Asosiasión de Parteras Profesionales, trabajó con ella para la redacción de la propuesta, particularmente para el trabajo en hospitales públicos. Sin embargo, dicha propuesta no ha tenido avances y está enfocada únicamente en la partería profesional.

Además de estas iniciativas dirigidas específicamente a la partería profesional, en la conferencia de prensa matutina del 6 de septiembre del 2022, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez anunció el proyecto de la Secretaría de Salud, a través del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR) para la creación de una Norma Mexicana sobre partería tradicional y técnica, cuyos objetivos serían garantizar las condiciones necesarias para la práctica de la partería de forma segura. A más de un año del anuncio, la propuesta aún se encuentra en redacción y no se conoce con claridad los criterios ni las personas involucradas, sin embargo, diversas parteras han expresado su descontento, sobre todo por la falta de consulta general.

A partir del proyecto de Norma, el CNEGSR ha realizado diversos foros informativos sobre partería profesional y partería tradicional, con la participación de doctores, antropólogues, enfermeres, biologues y, en menor medida, parteras profesionales. Durante los foros, las parteras tradicionales han sido un tema fundamental de discusión, sin embargo, una convocatoria para su asistencia no fue ampliamente difundida.

Para esta investigación realizamos varias solicitudes al área de Comunicación Social de la Secretaría de Salud para poder hacer una entrevista a funcionarios de esta institución o del CNEGSR sobre la redacción de la Norma y contar con su punto de vista al respecto, sin embargo, después de semanas de espera seguimos sin recibir respuesta. Además se realizó una solicitud de información por vía de transparencia sobre el contenido de la propuesta y como respuesta se expresó que: no se entregó documentación clara debido a que se clasifica “con  carácter  reservado  con  la  intención  de  respetar  los principios  de  seguridad  y  certeza  jurídica”.

El pasado 8 de febrero en la Cámara de diputados se aprobaron con 455 votos a favor reformas a la Ley General de Salud en materia de partería tradicional, dicha reforma fue enviada al Ejecutivo Federal para sus efectos constitucionales. Esta reforma únicamente reconoce la capacidad de las parteras tradicionales de acceder a los certificados de nacimiento. Además de que se expresa que las parteras profesionales: “requieren títulos profesionales o certificados de especializaciones expedidos y registrados por las autoridades educativas competentes para ejercer”.

Más allá de esto, no existe información clara de las implicaciones para las parteras y de las condiciones de su vinculación al sistema hospitalario. Aunque se sigue a la espera de la propuesta final han surgido diversas voces de descontento sobre las posibilidades que la propuesta podría desencadenar.

LA DIVERSIDAD DE VOCES SOBRE UNA PROPUESTA QUE ES OPACA

Desde que se anunció la propuesta la información sobre sus implicaciones no ha sido clara, y se han construido mecanismos para que permanezca en secreto. Aún así, con la poca información a la que han podido acceder, diversas parteras se han pronunciado en contra de la regulación. Desde la Agenda Nacional para la Defensa y Promoción de la Partería Tradicional en México, varias agrupaciones protestaron.

De las casi 70 parteras encuestadas para esta investigación, 6 de cada 10 desconocen sus objetivos, ya que las instituciones no han generado mecanismos de comunicación y quienes sí la conocen son parteras organizadas que han investigado al respecto. Únicamente 15 por ciento de las profesionales y 10 por ciento de las tradicionales está a favor, y ninguna autónoma lo está, siendo este grupo el más informado respecto a la propuesta. Aunque la muestra no es necesariamente representativa del total nacional de parteras, sí pueden dar una idea del desconocimiento imperante sobre el tema, debido a que el planteamiento de la propuesta se ha realizado a puertas cerradas.

Los resultados de la encuesta indican que existe una baja información y aceptación sobre la propuesta debido a que las parteras no han sido incluidas en ella, se han incorporado acuerdos de confidencialidad sobre una propuesta de salud pública de quienes sí participaron y existen obstáculos para obtener información impuestos por la Secretaría de Salud. Esto perpetúa la desconfianza generada por la larga historia de discriminación y estigmatización hacia las parteras, mostrando una vez más la intención estatal de regular y controlar su práctica sin reconocer su conocimiento.

Un temor expresado por algunas de ellas es que la regulación aumente el control y la cooptación institucional de su práctica, priorizando los protocolos y no a quienes están pariendo y naciendo. Muchas temen que se impida el nacimiento en casa, lo cual implicaría trabajar dentro de un sistema de salud que generalmente no respeta su labor. De las 67 parteras encuestadas, 60 por ciento manifestó haber sido amenazada por profesionales de la salud y al 56 por ciento se les ha negado la oportunidad de trabajar, principalmente a las tradicionales.

La falta de visibilidad y los estigmas las coloca en una situación laboral sin acceso a prestaciones laborales, condicionando que privaticen su práctica y limitando su capacidad de atender a un mayor porcentaje de la población. Una encuestada expresó que: “Las parterías urbana y tradicional son opciones seguras y debería existir libre acceso al ejercicio profesional. El Estado debería incluirnos con salarios dignos y prestaciones, como modelo de atención dentro del sistema de salud.” En el Catálogo de servicios para la atención con parteras tradicionales del seguro popular se estipula que una partera recibe el pago de mil 500 pesos por atención a un parto, y para IMSS-Bienestar, el pago que se les entrega es de 500 pesos mensuales y está catalogado como un “apoyo económico para el traslado a sus unidades médicas para Parteras Voluntarias”.

Algunas consideran que la regulación pueda disminuir trabas estatales, como tener libre acceso a certificados de nacimiento, pero también hay quienes consideran que la propuesta puede aumentar los obstáculos.

“Una regulación y un estándar en partería que ayude a homologar y fortalecer los procedimientos a los que nos enfrentamos es necesaria. Pero lo preocupante es quién va a hacer la regulación ¿Cómo vas a regular algo que no sabes? Quisiera creer que es algo que va a impactar favorablemente, pero un poco la sensación general que se tiene es que no. Al Estado le valemos, es una relación super patriarcal y vertical”, considera Isabel. Desde que se anunció la formulación de propuesta, unas pocas parteras han sido convocadas sin dar a conocer los criterios de selección y en donde se les pidió firmar cartas de confidencialidad.

Entre el 2020 y 2022 el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Confederación Internacional de Matronas (ICM) presionaron internacionalmente para que los Estados incorpraran la partería dentro de su agenda. A partir de esto, en México se crearon las propuestas de regulación de la partería y medicina tradicional. Christian considera que: “Las primeras ideas sobre los cambios no salieron de parteras. Creo que [la regulación] puede ser un arma de doble filo. Mucho de lo que nos ha permitido ejercer como parteras es que no hay una ley que diga no puedes hacer esto”.

Otro temor expresado por las parteras es que el cambio sirva para borrar la pluralidad de prácticas. Kay explica que: “No creo que quienes están haciendo la norma sepan que no hay una partería sino que hay parterías con características muy diferentes. Me preocupa que haya un estándar muy limitado que no contemple la diversidad de parterías y que se vuelva un solo tipo de parteras las que puedan atender”.

Amparo ha trabajado de la mano con médiques y parteras tradicionales del país en contra de los impulsos de ley: “Yo no puedo entrar a un sistema de salud que no me entiende, que no escucha lo que siente mi cuerpo y mi corazón y que no respeta mis formas de ver la vida. No puedo estar dentro de un sistema que arrasa con nuestros territorios. Muchas parteras han luchado para que siga existiendo la partería tradicional y hoy nos toca a nosotras decir ‘aquí seguimos luchando para que se nos respeten nuestras formas y cosmovisiones, nuestra filosofía, que se respete nuestro trabajo’”.

No se puede generar una propuesta que no sea desde las parteras y su multiplicidad. Si se genera una regulación tiene que estar pensada para el beneficio de las parteras y en contra de la violencia obstétrica.

EXISTIMOS PORQUE RESISTIMOS

Aunque el Estado ha impuesto a los hospitales y al personal médico como único espacio para el nacimiento, existen grietas trazadas por las parteras y gestantes que deciden atenderse con ellas, brechas profundas en el sistema que lograron que siguiendo los datos del INEGI, durante el 2022, 5 de cada 100 partos fueron atendidos por las guardianas del nacimiento. Eso se traduce en que 88 mil 903 personas eligieron atenderse con parteras, valorando su trabajo y conocimiento, dándole vida a su resistencia.

Para transformar la realidad, consideran las parteras, se debe transformar la manera en que llegamos al mundo, y esto implica dejar de ver al embarazo y al parto como una enfermedad y escuchar la propuesta de las parteras de entenderlo como un proceso de vida que requiere atención y que puede ser cuidado. Acompañar un nacimiento desde la paciencia y la escucha permite establecer comunidad y relaciones menos violentas en sociedades cada vez más fragmentadas. La atención personalizada y desde el respeto es una forma de resistir frente a un mundo donde cada vez importan menos los sujetos y más la eficacia. Priorizar los tiempos del cuerpo y las necesidades de las personas gestantes es una acción política frente a las violencias, reflexionan.

“Lo que queremos es el respeto a lo que hacemos y cómo lo hacemos. Aquí están nuestros saberes y todo lo que somos y por ello peleamos. No dejamos de hacer lo que hacían nuestras abuelas de pensamiento y corazón, las que nos hermanan. Estamos peleando con un pensamiento que no nos entiende y no nos deja ser y hacer”, detrás de las palabras de Amparo se asoma la resistencia milenaria de miles de mujeres que han acompañado durante siglos desde el cuidado.

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*Este trabajo se realizó como parte de la primera convocatoria «Datos para mirar otras narrativas», un llamado de @Datacritica para contar historias sobre temas de género y diversidad sexual con perspectiva interseccional. La convocatoria fue posible gracias al apoyo de Numun Fund.

Créditos

Edición: Patricia Curiel y Gibran Mena / Data Crítica
Análisis y visualización de datos: Camila Plá, Regina Osorio.
Mentoría en análisis y visualización de datos: Gibran Mena / Data Crítica