Por Cristina Ibarra

La crisis del agua que estamos viviendo en México no es la primera y posiblemente tampoco será la última que experimentemos. En este 2024 el gasto público se elevó en al menos 8%, mientras que la inversión en obra pública se redujo en 11.1%, de acuerdo con el presupuesto de egresos 2024[1]. A pesar de que muchos argumentan que esta crisis hídrica es resultado del cambio climático, podrían reducirse los estragos y la vulnerabilidad ante este fenómeno si se invierte más en infraestructura que reduzca el desperdicio de agua. Sobre ello desarrollo algunas ideas en este espacio.

Concesiones de los módulos de riego

 

La concesión de los distritos de riego se ha convertido en el foco de atención de noticias y redes en las últimas semanas por escándalos con grandes empresas, sin embargo, más importante aún es el hecho de que la evaluación de los resultados de la concesión de los módulos de riego en distritos agrícolas es poco abundante y al mismo tiempo urgente. La agricultura es la actividad económica que más demanda agua y es también en la que más se pierde el líquido por la falta de revestimiento de canales, mantenimiento de los existentes, fugas, entre otras condiciones que no permiten su uso óptimo.

Cuando la infraestructura de riego fue concesionada se dio la oportunidad a los usuarios de mejorar la administración al ser ellos mismos los beneficiaros, los que administraran el líquido. El problema es que las condiciones de la infraestructura eran pobres al momento de la entrega y las asociaciones en el transcurso de 33 años no han podido llevar la infraestructura a un mejor estado.

Es a la CONAGUA a quien le corresponde vigilar que las asociaciones de usuarios cumplan con lo que les fue conferido y sus cuotas sean suficientes para cubrir la conservación, administración y operación de la infraestructura. Pero al mismo tiempo, es a través de ahí que se canalizan apoyos federales para complementar los ingresos y realizar inversiones.

Durante 2019 una estudiante de la licenciatura en Economía, Sarahí Sánchez, hoy secretaría del Colegio de Economistas, realizó un trabajo de investigación para conocer datos de la administración de dos módulos de riego en la ciudad de Culiacán. IV-3, AUPA Guamuchilera y módulo de riego II-3 AUPA Otameto. Dicho estudio arrojó resultados muy valiosos que comento brevemente a continuación.

1. Existe aún poca investigación académica y de gobierno sobre la eficiencia de operación de los módulos. Con los estados financieros fue posible verificar que operan con mucho menos de lo que podrían porque se resisten a incrementar las cuotas y hay muchos usuarios que no pagan, y se les sigue dando el agua.

2. Una parte del problema de bajos ingresos es que muchos usuarios no están oficialmente incorporados a CONAGUA, la diferencia puede ser de hasta el doble, en consecuencia, la asignación de recursos para la operación e inversión es menor a la necesaria, por lo que la infraestructura sufre.

3. No se implementan mejoras para reducir las pérdidas e incrementar el control de gasto que permita cobrar más al tiempo que optimiza el uso; como mayor tecnificación de riego, o la medición volumétrica del agua, esto último podría mejorar los ingresos de los módulos, lo que puede redundar en mejoras significativas de la red.

4. La inversión por parte de gobierno federal es insuficiente.

Cabe señalar que, aunque los usuarios debieran revisar de forma concienzuda su administración, por ejemplo, actualizar los padrones de productores para que CONAGUA asigne más presupuesto, cobrar la cuota a todos, instalar medidores volumétricos, y mejorar la vigilancia del gasto, las inversiones adicionales requieren ser apoyadas por fondos federales, que deben también vigilarse en su aplicación.

Ante la vulnerabilidad que vivimos, es una tarea que se debe priorizar, pues como comenté en otra nota, el dinero (gasto) no nos resuelve las necesidades más básicas, pero la producción y el trabajo sí. Por lo que más que promesas de nuevas leyes y amenazas de unos cuantos, la vía de la concertación del bien común debe prevalecer, sobre todo en situación de crisis debemos ver que desafortunadamente el agua no requiere dinero, necesita inversión.

Finalmente destacar que falta mucha visión y aceptación de los problemas pues desde septiembre al cierre del ciclo de lluvias, las presas cerraron con menores niveles en muchos estados, y no se reconoció el problema, no se hizo planeación contingente para la sequía que se veía venir y dada la desaparición de recursos para ello la situación se torna aún más difícil. Si bien la inversión es la solución de largo plazo, el corto nos presenta ya un panorama muy complicado. En este sentido, es necesario no politizar, no todo es culpa de unos u otros, pero el reconocer la problemática aminora las pérdidas.

Para más detalles sobre la investigación puede consultar el siguiente documento, no tiene desperdicio: https://www.scielo.org.mx/pdf/au/v31/2007-9621-au-31-e2807.pdf

[1] https://imco.org.mx/se-reduce-el-presupuesto-en-inversion-publica/

***

*Esta es una colaboración de Cristina Isabel Ibarra, presidenta del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa, para Espejo Negocios.