Sinaloa.- Lejos de ser exclusiva de los emprendedores o empresarios, la educación financiera juega un rol fundamental en la economía de las familias y, por tanto, de los países. Según la OCDE, esta debe entenderse como una necesidad clave para poder desempeñarse en una sociedad cuya oferta de servicios financieros crece en complejidad día a día, por lo que ser conscientes de la manera más conveniente de administrar los recursos se vuelve de vital importancia.
Recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo, en su informe titulado “Hacia una mayor Inclusión Financiera para el Desarrollo”, midió el conocimiento general sobre temas financieros en México y los países de Centroamérica. Posteriormente, comparó los resultados con el promedio obtenido por países miembros del G20.
Las preguntas de la encuesta están orientadas a intentar determinar el entendimiento de los ciudadanos de cada país sobre el funcionamiento de conceptos como intereses, préstamos, inflación e inversión.
Los resultados se muestran poco alentadores. México se ve superado por varias pequeñas naciones de Centroamérica en el porcentaje de personas que pudieron contestar cinco o más preguntas correctamente. Nicaragua, Costa Rica y Panamá puntuaron más alto que México, donde apenas el 39 porciento de los encuestados cumplieron con el parámetro anterior.
Ningún país de entre los encuestados logró igualar o superar al promedio del G20, demostrando que la precariedad se extiende en toda la región.
Al segmentar los resultados por género, sale a relucir la disparidad existente entre hombres y mujeres en el acceso a la educación financiera, al puntuar más alto los hombres en todos los países de la muestra.
Al abordar propuestas de políticas públicas que ayuden a mejorar el limitado conocimiento financiero en la región, el BID hace mención de los resultados favorables que ha tenido el incluir la educación financiera en los programas de escuela pública.
En Perú, se redujo en 20% el retraso en el pago de créditos 3 años después de incorporar educación financiera en el nivel de preparatoria. También propició que las personas escogieran mejores alternativas de financiamiento y tuvieran una mayor acumulación de activos al llegar a la adultez.
Sin embargo, un factor aún más determinante que la calidad educativa es la pobreza.
Que México puntúe tan bajo, a pesar de ser el país con la economía más grande de la comparativa, cobra mucho más sentido al darnos cuenta de que México ocupa el séptimo lugar entre los países de América Latina y el Caribe con mayor porcentaje de población en situación de pobreza.
El Salvador, Panamá, Costa Rica y Nicaragua; todos estos países tienen menor tasa de pobreza que México, de acuerdo a datos del Statista Research Department.
Según la información más reciente del Coneval, el total de mexicanos en situación de pobreza laboral (que ganan menos que el precio de la canasta alimentaria) es de 37 porciento. En el ámbito rural, el porcentaje alcanza el 50.1 porciento.
Además, la quinta parte de la población que más gana cuenta, en promedio, con 37 veces más ingreso que la quinta parte que menos gana.
Al atender problemas como la limitada educación financiera en México, es imposible pasar por alto las desigualdades estructurales y condiciones materiales que propician dichas carencias.
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