Culiacán, Sin.- La Ferretería Colón posiblemente es una de las más viejas de Culiacán, se fundió en 1974 por doña Irma Francisca de la Vega Rivas y está a punto de cumplir medio siglo debido a que es un negocio familiar de segunda generación.

En entrevista con Espejo Negocios, Marcela Rodríguez, hija de Irma Francisca, compartió que al frente del negocio familiar continúan los hermanos y su papá, José Julio Rodríguez Barreda.

Ellos eran un matrimonio con cuatro hijos. Los padres de su papá, es decir, sus abuelos paternos, eran propietarios de la Farmacia Colón, ubicada en la esquina de Colón y Rubí, que ya no existe, farmacia que su padre era el que la administraba.

 “Como él manejaba esa farmacia y mi mamá era ama de casa, mi mamá un día le dijo, ‘sabes qué, yo creo que ya es momento de que tengamos algo propio, porque el día de mañana cuando falten tus papás, pues la farmacia no es tuya y nosotros vamos a quedar volando’”, recuerda la señora Marcela en el presente.

La idea desde el principio fue una ferretería, esto porque José Julio tenía familiares en Hermosillo que eran ferreteros; sin embargo, fue su mamá doña Irma, quien se trasladó a aquella ciudad para ser aconsejada por los tíos de su esposo, quienes la asesoraron en todo lo relacionado a este giro e incluso le recomendaron a sus proveedores.

Marcela Rodríguez y su padre José Julio Rodríguez Barreda.

Francisca de la Vega Rivas fundó y comenzó a dirigir la Ferretería Colón en 1974, mientras que don José continuó por unos años más como encargado de la Farmacia Colón, que en ese momento estaba a unos cuantos pasos del negocio de su esposa.

“Entonces, inicia mi mamá con la ferretería, estábamos por la Rubí, pegado a Farmacia Colón, y al tiempito cuando ya se desocupó este local, local que era de mis abuelos, se movió mi mamá para acá”, recuerda.

 

“Nosotros de niños íbamos al colegio en la mañana, y nos veníamos hacer tarea y a ayudarle a mi mamá aquí, mi mamá tenía dos personas más que le ayudaban. Aquí crecimos prácticamente. Nosotros, cuando esta ferretería se iba iniciar, siempre nos inculcaron el trabajo, íbamos y ayudábamos en la farmacia con mi papá y nos pagaban, entonces también nos inculcaron el ahorro”, detalla Marcela.

La señora Marcela explica que cuando ella y sus hermanos todavía eran niños era común que jóvenes compraran Bonos del Ahorro Nacional, los cuales se podían comprar desde 50 pesos. Iban al banco, abrían una cuenta de ahorro, esto sin necesidad de supervisión de los padres, aunque previamente habían sido aconsejados por ellos.

Justo cuando su madre abrió la ferretería recuerda que sus padres los sentaron en la mesa a ella y a sus hermanos, con la idea de que participaran en el emprendimiento

“Tenía 14 cuando inició la ferretería, yo soy la mayor, entonces, nos pidieron que lo que teníamos ahorrado lo invirtiéramos en el negocio porque iba ser familiar del cual todos íbamos a recibir beneficios y de aquí íbamos a vivir”, expone en entrevista para Espejo.

 

“En ese momento no se pudo hacer la sociedad con nuestro nombre porque ahí sí éramos menores de edad, entonces pusieron a mis abuelos, tíos, y una vez que fuimos creciendo y los abuelos falleciendo, ya nos pusieron a nosotros como socios, como accionistas del negocios”, indica.

50 años abriendo los 7 días de la semana

 

Marcela Rodríguez comenta que desde que inició la Ferretería Colón se ha abierto de lunes a domingo. Los domingos descansan los empleados, pero acuden todos los hermanos y el papá a trabajar ese día.

De hecho, comparte, ese día ha sido el más sagrado de la semana ya que desde jóvenes acudían a laborar junto a sus padres, perdiéndose por ese tiempo muchas invitaciones de sus compañeros de preparatoria, como idas a la playa y convivios: “no podíamos faltar al trabajo” , indica.

“Entonces, mi mamá lo inicia y en 1985 se da una situación familiar en donde mi papá sale de la Farmacia Colón, y en ese momento mi mamá le dice, “para eso tenemos el negocio que inicié”, esa era la mortificación de mi mamá hacia el futuro y se viene mi papá”, platica.

“Al principio si fue difícil para ellos porque mi mamá era la que mandaba, y llega él y él también quería mandar. Entonces, ya luego quedaron los dos como dueños y trabajando codo a codo toda la vida hasta que falleció mi mamá hace 7 años. Pero antes de eso mis padres estaban mañana y tarde, nada más iban a comer y regresaban”, comparte.

Explica que en el presente todos los hermanos continúan siendo socios de la Ferretería Colón, su padre el accionista mayoritario, mientras que las acciones de su madre, cuando falleció, se dividieron entre ellos.

Los clientes

 

Antiguamente la clientela más fuerte de la ferretería era gente que bajaba de la sierra al centro de Culiacán los fines de semana. Por esos años vendían muchas cachimbas de petróleo o alambres de púas. Si bien hoy en día ya acuden muchos jóvenes y estudiantes, como de escuelas técnicas por ejemplo, siguen llegando muchas personas de las sindicaturas, pero también de las colonias de la ciudad.

Sin embargo, Marcela comenta que todavía van muchos adultos mayores; explica que llegan a veces sin saber a precisión qué herramienta u objeto necesitan, o no saben cómo arreglar algo y ellos les explican.

“Ellos se quejan mucho de que en las grandes empresas no tienen esa atención personalizada. Tú llegas a un Home Depot y si bien te va te dicen en qué pasillo está el producto por el que preguntas, pero difícilmente alguien te va explicar cómo resolver algo y con qué pieza puedes resolverlo”, sostiene.

“Es una tlapalería a la antigua porque tenemos cosas muy diversas, no estamos especializados en algo pero si preguntas puede que encuentres muchas cosas aquí que no las vas a encontrar en otro negocio de este ramo”, asegura.

Finalmente, se le pregunta a la señora Marcela porqué la ferretería se llama Colón si siempre ha estado por la calle Rubí, precisando que es porque los negocios y empresas de sus abuelos siempre se llamaron “Colón”, como la  Farmacia Colón y el Cine Colón.

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