El campo de Sinaloa tiene una revolución tecnológica estancada, las hortalizas que se producen en este estado al noroeste de México están siendo tratadas con métodos distintos de producción, logrando mayor calidad y rendimiento.
La desventaja es que de las casi 700 mil hectáreas dedicadas a la agricultura, solamente en 8 mil 105 hectáreas se utilizan para la horticultura con técnicas de agricultura protegida.
“Desde hace unos años hemos estado teniendo una revolución, en el modo de producir y en la productividad también. En el modo de producir poco a poco se ha ido cambiando la siembra de la superficie de campoabierto a superficie protegida”, aseguró Mario Haroldo Robles Escalante, director de la Comisión para la Investigación y la Defensa de las Hortalizas en Sinaloa (CIDH), a revista ESPEJO.
¿Qué implicación tiene la agricultura protegida? Robles Esclante lo explica con números. La proporción de tierra cada año es menor para producir tomate, pepino, berenjena, chile, calabaza, cebolla y más, pues se ha privilegiado el territorio para la siembra de granos, sobre todo el maíz blanco.
“Las hortalizas, aunque cada vez tenemos menos hectáreas, seguimos produciendo y obtenindo ingresos superiores a los mil millones de dólares”, dijo Robles Escalante, al explicar que la mayor parte de la producción es para exportación, principalmente Estados Unidos.
La siembra en agricultura protegida implica la construcción de recámaras enormes, con paredes de una malla sombra especial, con orificios milimétricos que evitan el ingreso de plagas como la mosquita blanca.
Lo que sucede dentro de las casa sombras es por sí misma una revolución diaria. Decenas de personas que siembra, cortan, anillan, limpian, verifican y aseguran que el riego por goteo funcione.
Anualmente la horticultura emplea a por lo menos 200 mil personas, de las cuales 150 mil son migrantes de estados como Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, michoacán, Colima, Zacatecas, Jalisco, Durango y Chihuaha. Las otras 50 mil son jornaleros locales, quienes ya habitan permanentemente en los pueblos cerca de los campos agrícolas.
La agricultura protegida no es para todos
La horticultura bajo los procesos de agricultura protegida ha sido un atino científico, aseguró Robles Escalante, aunque ahora mismo no es la opción de inversión principal para todos los productores.
“Lo que pasa es que cuando empezamos con la conversión de campo abierto a casa sombra, es que si antes teníamos una necesidad de 100 hectáreas de campo abierto, cuando me convierto a casa sombra, esas 100 toneladas que sacaba de campo abierto, las voy a producir ahora en una superficie mucho más pequeña. Eso fue llevándonos a una reducción gradual del hectareaje”, explicó.
“La conversión o crecimiento que hatenido la casa sombra depende mucho de la capacidad económica del agricultor, porque es una inversión fuerte que se debe aprovechar por 10 años”, dijo.
La cantidad de hectáreas para la siembra hortícola protegida tiene un ligero incremento en los últimos cuatro ciclos. En el ciclo 2020-2021 se usaron 7,912 hectáreas; en el ciclo 2021-2022 fueron 7,889 hectáreas; para el ciclo 2022-2023 se registraron 8,212 hectáreas; y en el último ciclo registrado, el 2023-2024 fueron 8,105 hectáreas.
La razón principal para del avance lento para la agricultura protegida, insistió el director de la CIDH, es la falta de apoyos o de esquemas criditicios con intereses moderados. Es decir, este tipo de siembra, que ahora mismo es un ejemplo de reducción de agua y de uso menor del territorio de siembra con alta producción, sigue siendo un proceso privilegiado para grandes agricultores.
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