Culiacán, Sin.- Con las denominadas Barber Shops o barberías proliferando por las diversas colonias y fraccionamientos de Culiacán, las últimas peluquerías tradicionales del centro de la ciudad se mantienen — casi exclusivamente— debido a sus clientes más fieles.

Muchos de estos asiduos inclusive han heredado la costumbre de acudir con estos últimos peluqueros de generación en generación.

De lado contrario, los que ofrecen el servicio de cortar el cabello han visto crecer, casarse y reproducirse a muchos de sus clientes, al grado de atender a los hijos de quienes acudían desde tiempo atrás.

Uno de estos casos se recrea en la Peluquería “Jorge y Tadeo” del peluquero de 75 años Jorge Daniel Morales, ubicada sobre la avenida Aquiles Serdán, entre las calles Ángel Flores y Miguel Hidalgo.

En entrevista para Espejo, este personaje nos comparte sus inicios como aprendiz de peluquero cuando era apenas un adolescente, cuando comenzó a ejercer profesionalmente como tal en otros negocios, hasta finalmente independizarse y emprender, condición en la que se encuentra desde hace casi cuatro décadas.

“Yo empecé como cliente donde me enseñaron a cortar el cabello cuando estaba chamaco, ahí por el bulevar Leyva Solano, casi enfrente del Panteón Civil. Enfrente donde yo vivía, el peluquero tenía su negocio y ya después empezamos a tener relación más constante por cuestiones de que me llevaba yo ahí en la peluquería”, recuerda.

Se refiere a la extinta Peluquería Armenta atendida por el peluquero Jesús Armenta Soto, que en paz descanse —rememora.

“A veces le ayudaba a barrer y toda la cosa. Entonces, ya cuando se hizo más viable esto, ya me dijo que si me enseñaba  a cortar el cabello. Y como éramos muchos muchachos ahí, amigos míos, y bueno me decía el maestro: ‘tú fulano, que Jorge te corte el cabello’, esto con el fin de comenzar a practicar”, comenta.

“Eran amigos míos y de los peluqueros también y ahí se cortaban el cabello. Ya con el tiempo los mismos amigos se prestaban para que les cortara el cabello”, continua.

 

De esta manera, don Jorge comenzó a ejercer profesionalmente como peluquero con Jesús Armenta. Sin embargo, pocos años después también le tocó el cierre de esa peluquería ya que el local donde se encontraba era rentado, y desafortunadamente un día el propietario decidió vender el espacio

Posteriormente ya con algunos años de experiencia, Jorge, nos relata, se colocó en la Peluquería Diana, ubicada en aquel entonces por la calle Carrasco, entre Ángel Flores y Antonio Rosales, donde se mantuvo 9 largos años.

Ya con planes de tener su propia peluquería, nos platica que él le cortaba el cabello al dueño del edificio donde actualmente está ubicado su local, un viejo empresario de Cosalá llamado Hugo Valenzuela  (en paz descanse), a quien le pidió el favor que le rentara un espacio.

“Antes la peluquería era más grande, eso era porque la afluencia de clientes también lo era y con el tiempo se ha venido reduciendo el espacio. Y empezaron a llegar las famosas Barber Shops, y antes las estéticas, que empezaron las mujeres ya a intervenir en el trabajo del hombre, del corte de cabello”, explica.

“Antes este trabajo era casi exclusivamente practicado por hombres. Las mujeres si se dedicaban al trabajo de cortes de pelo, pero para damas, que eran salas de belleza. Y ya empezaron a modernizarse más las cuestiones de cortes de cabello con las mujeres, que eran ya unisex, tanto atendían las mujeres a hombre como a mujeres”, comenta.

 

Menciona que en sus mejores tiempos tenía dos trabajadores que también cortaban el cabello, incluso uno de sus clientes llegó a ser el gobernador de Sinaloa, Antonio Toledo Corro, pero con los años comenzaron a surgir muchas más peluquerías, lo que implicó una mayor competencia y en consecuencia una reducción de trabajo.

De igual modo, reprocha que un gran golpe comercial fue cuando hicieron de un solo sentido la avenida Aquiles Serdán y el gobierno ya no dejó que automovilistas se estacionaran en los bordes, un factor que influyó para que dejasen de acudir algunos clientes, ya que antes era posible dejar tu coche justo enfrente de la peluquería.

Al respecto de los clientes, el señor Jorge destaca que todavía conserva algunos que son muy fieles, al grado de ser clientes-amigos, como los describe.

“Unos ya se casaron, ya trajeron a los hijos también. Gracias a Dios me quedan varios clientes, es como todo, el trabajo de este tipo hay veces que hay, hay veces  que no hay, porque mucha gente me pregunta ‘a cuántas personas le cortas el pelo diario’, no pues, a veces sí y a veces no, hay días malos en que se pone critica la cosa”, señala.

“Ahora en todos lados cortan el cabello, hasta en las casas particulares, ahorita hay la costumbre que las personas que tienen poco cabello se rapan ellos mismos con su máquina. Yo voy a seguir hasta donde tope, hasta donde Dios quiera, él es el que me va decir ya”, sostiene.

 

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