Culiacán, Sinaloa.- Mara Aréchiga es una de las figuras más emblemáticas del movimiento feminista en Sinaloa. Al fallecer el pasado 2 de julio del 2024, a los 79 años de edad, dejó un legado imborrable y altamente reconocido en la lucha por los derechos de las mujeres.

Nació el 6 de agosto de 1944 y desde muy joven mostró una inclinación hacia el activismo social. Su energía, determinación, rebeldía y autonomía la convirtieron en una de las líderes del emergente movimiento feminista en la década de los 80’s, cofundando el Comité Promotor de Derechos de la Mujer en 1998 y el Colectivo de Mujeres Activas Sinaloenses (CMAS) en 2001.

Pioneras del feminismo en Sinaloa.

Junto a otras activistas como Martha Iribe, Aida Osuna, Tere Guerra, Conzuelo Gutiérrez, entre otras, impulsó iniciativas para visibilizar y combatir la violencia de género y promover la igualdad de derechos.

“Mara era una mujer muy feliz, muy inclinada al feminismo, defensora de los derechos de la mujer desde joven, siempre tuvo esa convicción”, recuerda Martha Eugenia Iribe, amiga y precursora del feminismo.

Con nostalgia, Martha Iribe cuenta que sus primeros años de activismo se vieron marcados por aquel sábado, cuando ella y Mara llegaron de casualidad a una reunión de mujeres en la Galería de arte Frida Kahlo, cerca de la Plazuela Rosales de Culiacán. Ahí se toparon con un grupo de mujeres con gran conciencia de género, cuya intensidad las hizo sentir acuerpadas y rápidamente comenzaron a participar en las reuniones y manifestaciones que se llevaban a cabo todos los sábados.

“Vimos en la calle una hoja que decía “invitamos a las mujeres de Culiacán…” y ahí vamos, era un sábado, llegamos y como que nos asustamos, no lo esperábamos, había unas mujeres con una conciencia de género muy grande. Nos enganchamos y continuamos sábado tras sábado”, menciona.

Después de muchas manifestaciones, protestas y actividades promoviendo los derechos de la mujer, Mara y Martha, junto a otras activistas, decidieron fundar el Colectivo de Mujeres Activas Sinaloenses (CMAS) en 2001, el cuál ha sido la escuela de muchas feministas como Natalia Reyes y Mariel Yee, quienes la recuerdan como una mujer autónoma, libre y sin miedo a seguir aprendiendo.

Mariel Yee describió a Mara como una maestra y una amiga, a quien siempre admiró por autonomía, y rebeldía, pues Mara “tenía súper presente que ella decidía qué quería, cuándo lo quería, cómo lo quería y no le importaba más allá y muy preocupada siempre por las personas a su alrededor”, menciona.

Mara pudo haber dejado algunas cosas pendientes tras su fallecimiento, como aquel desayuno que pactó con Mariel Yee y que nunca se pudo concretar o ver a la primera presidenta de México asumir el poder, sin embargo, lo que no dejó pendiente fue esa lucha por los derechos de la mujer, que hoy se enmarcan en la creación de instancias como el CEPAVIF y el Ismujeres (actualmente Semujeres).

“Era un ser inigualable, incomparable y su legado es ese decidir con base en su autonomía, ella decidía con quienes quería estar, dónde quería estar”, menciona Natalia Reyes, activista feminista.

Natalia Reyes tiene muy presente que al llegar al CMAS en el 2011, Mara la recibió muy feliz y contenta, agradeciendo el interés de las jóvenes, de la nueva generación de mujeres, en la lucha por sus derechos.

“Ella decía ‘qué bueno llegaron los relevos, las jóvenes’. Mara estaba encantada de que hubiéramos jóvenes”, cuenta Reyes.

El activismo de Mara no se limitó a las calles, pes durante sus últimos años trabajó en la Secretaría de las Mujeres, donde organizó talleres y capacitaciones a lo largo y ancho del Estado, difundiendo mensajes de no violencia y empoderamiento femenino.

Según recuerdan sus allegadas, Mara murió feliz de saber que su lucha tuvo sus frutos y ahora hay miles de mujeres que salen a las calles a marchar exigiendo un alto a la violencia.

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