Culiacán.- “En aquel entonces, cuando había bailes en el Foro Tecate, el culichi disfrutaba bailando en el tucurugüay. Ya eso se acabó, ya no hay bailes. La gente ahora te exige hasta salitas VIP”, platica entre risas, recordando tiempos más simples, Claudia Peralta, periodista con 25 años de trayectoria cubriendo y promocionando espectáculos en la ciudad de Culiacán.
Con el crecimiento y sofisticación de una industria, vienen una serie de retos que ponen a prueba la competitividad de la localidad en la que se desarrolla. Los espectáculos y conciertos, como todo negocio, buscan generar la mayor cantidad de dinero posible para los organizadores, socios y artistas. Para ello, es necesario cumplir con las expectativas de su público.
En el caso especial de la capital sinaloense, la anterior es una tarea cuya dificultad no puede ser subestimada, y los factores que provocan esta realidad son varios.
Pero antes de abordar los retos a los que se enfrenta la industria en la búsqueda de la rentabilidad, cabe contestar de una vez la pregunta: ¿Es Culiacán una ciudad rentable para la industria del espectáculo? En palabras de Peralta, “indudablemente sí”.
Desde el momento en que hemos tenido en cartelera artistas de talla nacional e internacional podemos decir qué, en definitiva, es un lugar atractivo para el espectáculo. De acuerdo con el dueño de Ticketstar, Carlos Suro, se suelen buscar retornos de inversión entre el 50 ó 60 por ciento.
Toma por ejemplo el reciente concierto sold-out del dúo Ha-Ash, en el estadio de los Dorados de Culiacán. Este ameritó una inversión de aproximadamente 4 millones y medio de pesos en total, entre la renta del estadio, los pagos del artista, impuestos, salarios y promoción, por mencionar algunos.
“Normalmente, en tu corrida financiera, tú buscas alrededor de un 50% o 60% arriba de lo que estás gastando. Si vas a gastar esos 4 millones, tú buscas que la taquilla sean 6 o 7 millones. Si no llenas totalmente, por lo menos tratar de rescatar la inversión. Ya si de plano el concierto no pega es que se vienen las pérdidas”
Un dúo de artistas reconocidas a nivel nacional como Ha-Ash es considerado mediano, y que los hay muchísimo más caros, aseguró el empresario. Hablar de artistas como Luis Miguel o Chayanne sería hablar de un millón de dólares, por ejemplo, a los que se le suman los gastos de realización. La trayectoria, popularidad y qué tan activo esté un artista suele determinar su tarifa de honorarios.
Pero el pastel no es tan grande como la cantidad de partes en las que hay que dividirlo. Para Ramsés Hernández, esta es una de las concepciones erróneas más difundidas sobre la industria del espectáculo. El business partner de Révum, empresa organizadora de espectáculos en Sinaloa y otros estados de la república, comparte su punto de vista desde la posición del promotor:
“Hay esta percepción de que el promotor de espectáculos vive en la opulencia, pero hay muchos riesgos para la inversión. Los costos operativos son muy altos, la gente no toma eso en cuenta. Los que están involucrados en la industria entienden la cantidad de dinero que se mueve y todos quieren su tajada del pastel. El monto que le queda al promotor es mínimo”
Él, por su parte, toma de ejemplo el concierto de Caifanes, próximo a presentarse el 23 de noviembre en el Teatro Griego. Comenta que ellos suelen cobrar alrededor de 2 millones de pesos por presentación, y que en general son los artistas quienes salen ganando más de cada espectáculo. La empresa promotora, en un escenario sumamente optimista, puede aspirar a percibir ganancias equivalentes al 10% de esa inversión.
“Es un buen negocio, por algo estamos aquí. Pero no es un negocio sencillo. Hay muchas cosas a considerar para que podamos hacerlo rentable”, admite Ramsés. Y es que el poco retorno de inversión debido a los altos costes operativos se suma a una lista robusta de situaciones que hacen al espectáculo un negocio complejo de llevar en Culiacán.
Retos para la industria de los espectáculos en Culiacán
Dejando de lado las dificultades inherentes que podríamos encontrar en cualquier parte del mundo, hablemos de las condiciones que nuestra ciudad presenta.
De la voz de personas que se dedican a ella, encontramos que estas son las principales situaciones con las que la industria debe lidiar al trabajar en Culiacán: el público exigente y tradicional, alta competencia en el rubro y la falta de recintos que puedan albergar eventos masivos.
¿Cómo es el público de la capital sinaloense?
Existe un consenso de que, a excepción del rock y música alternativa, los demás géneros suelen tener buena respuesta por parte del público culichi. No es un secreto para nadie que, además, los artistas del regional mexicano venden especialmente bien.
Es una buena plaza para shows infantiles, comediantes y de regular a buena para teatro. Para este último hay ciudades del mismo tamaño con mejor recepción, como Hermosillo o León. Ramsés nos comenta lo siguiente sobre el tema de los públicos:
“La gente de Culiacán sí responde bien. Hay algunos géneros que no funcionan salvo que sea una banda muy esperada, como Caifanes, que ahorita va bien. Pero cosas más alternativas como el Cuarteto de Nos, que está de moda entre los muchachos, está batallando un poco. Para el género alternativo, definitivamente Culiacán no es una buena plaza. Para etiquetarnos de alguna forma, somos como muy tradicionales, muy rancheros”.
Carlos Suro, por su parte, hace la siguiente valoración con respecto a las exigencias del público:
“Culiacán es una ciudad que en realidad sí es buena para cuestiones de espectáculos. Es un poquito exigente en la calidad de los artistas. Cuando tú piensas en Culiacán, para sentir que es un espectáculo que sí va a funcionar, necesitas traer a un artista de renombre, de trayectoria. Los nuevos o que no tienen mucha fuerza, aquí no es. Puedes hablar de un artista que en el sur es muy fuerte, pero para acá no. Tiene que ser un artista de talla nacional o internacional y que esté de moda aquí.”
Alta competencia en la escena
Si bien un mercado competitivo es buena noticia para los consumidores, no siempre es el caso para las empresas participantes del mismo. Una alta densidad de competidores tiende a incrementar los costos operativos aún más, pues es necesario aumentar las inversiones en publicidad y calidad de los espectáculos.
Además, mientras los costos de realización aumentan, los precios deben mantenerse lo más bajos posibles para no estar en desventaja con otros ofertantes, creando condiciones muy ajustadas para el negocio. Ramsés aborda el tema como una de las principales preocupaciones de la industria.
“Hay varios factores que creo que han mermado un poco el asunto de la rentabilidad del negocio. Por ejemplo, hay mucha competencia, tanto local como de gente del exterior. Obviamente la oferta es más y se beneficia la categoría, pero la competencia complica que el negocio sea rentable”.
La falta de recintos
El principal problema con el que la industria tiene que lidiar en Culiacán es la carencia de espacios que puedan albergar eventos masivos apropiadamente, como sí los hay en otros lugares. Ha habido proyectos, como la construcción ya suspendida de la Arena Culiacán, que prometían satisfacer esta necesidad, pero hasta el momento la ciudad aún carece de un recinto para estos fines.
Los que tenemos, como el estadio de los Dorados o los Tomateros, al no ser construidos con esos fines, resultan muy caros de rentar. Además, solo tener a los estadios como opción para alojar los conciertos limita su disponibilidad a las temporadas en que no hay fútbol ni béisbol.
Otro escenario es el Teatro Griego, pero, por ser un recinto al aire libre, su uso resulta incómodo, vulnerable a las situaciones climáticas impredecibles y el calor tan agresivo de Culiacán. Salones de eventos como el Figlos, FigloSTASE o el Salón 53, tienen aforos muy limitados y mala acústica. Por no mencionar al Auditorio MIA o el Teatro Pablo de Villavicencio, todavía más pequeños.
Claudia Peralta describe esta necesidad:
“Todo el mundo sabe que después de ciudades tan grandes como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, sigue Sinaloa. Culiacán tiene esa potencia porque aquí hay mucho poder adquisitivo. Claramente está al nivel de estas ciudades y lo estaría mucho más si se consiguiera ese escenario. Ponle tú un auditorio, para 10 mil personas, con aire acondicionado y suficiente estacionamiento. Eso nomás le hace falta a Culiacán y te aseguro que se van a venir muchos espectáculos para acá”.
Hablando del tema, Carlos Suro contaba como, hace no mucho, una agencia queretana planeaba traer a Culiacán al cantante Carlos Rivera. Cuando se anunció que el concierto sería en el Teatro Griego, comentarios de disconformidad comenzaron a inundar las redes. Los reclamos se centraban en la inaccesibilidad del lugar, la lejanía, incomodidad. Tan mala fue la respuesta del público que la presentación se terminó cancelando.
Si un auditorio es lo único que nos falta, ¿por qué no se ha construido?
La respuesta, como casi siempre, es el dinero. Un proyecto de tal magnitud requiere inversiones millonarias que muy poca gente estaría dispuesta a efectuar, sobre todo teniendo en cuenta la lentitud del retorno.
“Se entiende que quizá la dimensión de la ciudad no da para que alguien se aviente a hacer una inversión tan grande, y encima para recuperar su dinero en, ¿qué te gusta? ¿15 o 20 años?
Sí, es complicado”.
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