Las altas de temperaturas del estado de Sinaloa ponen en jaque las ventas de numerosos locales comerciales, pero también la rentabilidad de la actividad industrial y manufacturera. Producto del calor que azota la entidad, aumentan los costos por consumo de electricidad hasta un 25%, y se reduce la productividad de las operaciones. Este es, además, un problema que se hace más notorio conforme pasan los años.
De acuerdo con Sergio Álvarez Torres, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), el impacto de las agresivas condiciones climáticas es “importantísimo” para las empresas. Se ven comprometidas cuestiones cruciales como la integridad física de los empleados, y se vuelve necesario ralentizar considerablemente el ritmo de trabajo.
Lograr garantizar que las actividades dentro y fuera de las plantas se puedan realizar de forma segura es una tarea tan compleja como costosa.
“Tiene unos impactos muy, muy importantes, por un lado, en la salud humana. El trabajo a ciertas horas, en la intemperie, es muy complejo. Se ha requerido suspender jornadas y establecer una serie de procedimientos de hidratación que requieren de una estructura de trabajo intermitente“, afirma.
Estos retos logísticos implican costos para la empresa, al disminuir la cantidad de horas trabajadas y, por tanto, la productividad. “Después de las 9 de la mañana se vuelve imposible entrar a trabajar“, comenta el presidente. Acomodarse a esta situación resulta, también, en más gasto de transporte de personal.
El Índice Trimestral de Productividad Laboral para Sinaloa, elaborado por el INEGI, muestra que el promedio del periodo comprendido por los meses de julio, agosto y septiembre, cuando el calor se combina con lluvias, ha sido el segundo peor durante los últimos tres años. Esto se repite con la medición del volumen total de la producción, con dicha temporada como la penúltima más baja.
¿Cuánto le cuesta el calor a la industria de Sinaloa?
Sin contar las pérdidas por la caída en la productividad y horas trabajadas, que varían de organización en organización, la mayoría de empresas ven un aumento en sus costos operativos con la llegada del calor.
Según la información provista por Sergio Álvarez, los gastos asociados al consumo de electricidad de las empresas repunta, por lo menos, un 25% en la temporada más calurosa. Información de la Secretaría de Energía muestra que, en nuestra entidad, la demanda de energía total, contando también a los hogares e infraestructura pública, salta hasta un 84% entre la mitad más y menos caliente del año.
Sin embargo, el aumento en los costos de electricidad es solo una parte de los desembolsos que el calor exige. Álvarez habla de la necesidad de todo un replanteamiento de los sistemas de refrigeración, originada por la escalada de las temperaturas, inusualmente altas en los últimos años.
“Un fenómeno que ha pegado mucho es que las temperaturas alcanzadas y la sensación térmica alcanzada hoy, hace que los aires no enfríen. No terminan por enfriar. Hemos tenido que rehacer la ingeniería de los sistemas de refrigeración, con protecciones en las paredes, techos, ventanas y con aires de mayor capacidad”
Menciona que, hace años, las líneas de producción podían funcionar solo con extractores de calor en los techos. Hoy en día, resulta imposible mantener un ambiente apropiado de trabajo sin refrigeración de alta potencia. Estos cambios pueden llegar a resultar sumamente costosos para las empresas, tal como lo detalla el presidente de Canacintra:
“En el caso de la reingeniería que nosotros tuvimos que hacer, seguramente, en una sola planta, la inversión debió haber andado en el millón o millón 200 mil. Otras dos plantas, anduvieron en 250 mil cada una. En el caso de las oficinas, toda la reingeniería nos salió en más de dos millones de pesos.”
“Sí lo haces, o sí lo haces”.
Es así como describe Sergio Álvarez el carácter obligatorio de la industria de invertir en adaptar sus instalaciones a los cambios climáticos. Pese al fuerte impacto que esto pueda tener para la rentabilidad del negocio, asegura que aumentar la capacidad de refrigeración es un requisito y no una opción.
“Sí, hay un impacto muy considerable, pero es, sí lo haces, o sí lo haces. Tenemos que aumentar el confort y hacer más eficientes los equipos para adaptarnos a las exigencias del entorno, con temperaturas diferentes, donde simplemente no enfrían”.
Esto es especialmente aplicable, asegura, a las empresas que transforman materias primas. Pone de ejemplo a la industria del papel, en la que se emplean hornos que emiten grandes cantidades de calor. Es necesario mantener una baja temperatura en los interiores para resguardar la integridad de los colaboradores. Comparte la misma apreciación para el giro agrícola, producción alimentaria, entre otros.
Cristina Ibarra, presidenta del Colegio de Economistas de Sinaloa, comentó que se ha notado cierta dificultad para atraer a la industria a regiones con altas temperaturas, debido a los elevados costos de electricidad necesarios para mantenerse en operaciones. Esto según lo que se ha percibido en la ciudad de Mexicali, con un clima similar, o incluso más agresivo que el de la capital sinaloense.
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