En Culiacán se construye una ecocasa que rompe con todos los paradigmas del desarrollo inmobiliario, que cada día se vuelve más caro e inaccesible.
Es una vivienda de 80 metros cuadrados en proceso de construcción con 10 toneladas de materiales reciclados. Están en las paredes, los cimientos y el piso a un costo que ronda los 300 mil pesos.
“Tenemos mucho trabajo, pero hay una razón de que haya tanto trabajo, es que estamos generando consciencia”, dijo Estrella Aguilar, la mujer que inició este proyecto detrás del fraccionamiento Stanza Toscana, a un lado de un canal que se nutre con el dren Bacurimí.
Esta casa rompe con los paradigmas del mercado de vivienda en Culiacán, que se encuentra entre los primeros 15 más caros de todo el País. La vivienda se ha convertido en un mercado caro.
El Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) ha establecido que el costo promedio de una casa en Culiacán supera los 1.8 millones de pesos, un precio que supera las posibilidades de los trabajadores.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 6 de cada 10 personas en Culiacán rentan porque no tienen casa propia.
Este proyecto de una ecocasa va en contrasentido a ese mercado. Aquí vivirá la familia Angulo Sánchez. Es un regalo que se hará a los padres de Verónica, una mujer que tomó la idea de Estrella para hacerla suya.
Originalmente la casa sería para una compañera de Estrella en la empresa STP, quien buscaba hacerse de una vivienda, pero frustrada por no contar con suficientes puntos crediticios para lograrlo.
Estrella, quien se ha formado de manera personal para tratar de cuidar el medio ambiente, recordó que en Colombia se han construido casas especiales con materiales reciclados.
Pero la compañera se arrepintió, prefirió salir de casa de sus padres y rentar un cuarto.
“Yo ya había ido a hablar con escuelas, ya había gente involucrada que ya me habían donado cosas como las vigas. Ya no sabía a quién le íbamos a donar la casa, porque yo ya había hablado y comprometido durante 2 años, empezamos el 1 de mayo del 2022”, recordó Estrella.
Otra de las compañeras alzó la voz, le preguntó si podía hacerse para regalarla a sus abuelos. Estrella aceptó con una condición: debía involucrarse toda la familia y conseguir voluntarios.
Los materiales de la ecocasa
A partir del mes de marzo comenzó la construcción. Estrella y Verónica se capacitaron con la empresa Innovaterra para cada proceso, principalmente para crear ecoladrillos y muropets. Esa empresa ha construido 12 casas después de un sismo en 2018.
Los ecoladrillos son unas botellas de refresco de dos litros que han sido rellenadas con plástico metálico, ese que se utiliza de manera regular para las bolsas de papas fritas y otras botanas. Producir cada ecoladrillo lleva de 12 a 16 horas de trabajo y para esta casa necesitó crear 2 mil de esos.
“Cuando haces un ecoladrillo y ves a la gente que dice ‘¿ahora dónde desecho esto?’, pues yo no me di cuenta que estaba consumiendo tantas cosas hasta que empecé a hacer el ecoladrillo, por eso esas 16 horas son importantes, porque no solamente se trata de que estás ayudando a la casa, es el hecho de que estás haciendo conciencia de tus residuos”, expresó Estrella.
Con los ecoladrillos y con tarimas viejas curadas al sol se hicieron los muropets, un nombre para describir las paredes con los objetos reciclados.
“Todo lo vimos en tutoriales, el arquitecto de la casa realmente no estaba aquí, nos fuimos comunicando con él por videollamadas para mostrar avances”, explicó Verónica.
Cada material de esta casa ha sido reciclado y tienen la suficiente calidad para mantenerse firme. Los muropets han sido compactados con un material llamado “bajareque”, que es un recubrimiento de arena, barro, pasto y baba de nopal. Cada muro tiene un proceso de secado de hasta siete días.
La familia de Verónica tenía una ventaja, más de uno de los integrantes son albañiles, lo que ayudó a los procesos de organización.
Los muros apenas son una parte, pues para ser detenidos se fijaron cimientos con llantas ahogadas en cemento, vidrio molido, desechos de otras construcciones y varillas con soportes para sostener los muropets.
Son alrededor de 10 toneladas de residuos que fueron reutilizados para una estructura realizada con vigas en un predio de 80 metros cuadrados. Si la familia de Verónica quisiera hacer un piso más, podría hacerlo por el tipo de estructura de acero.
Esta construcción está hecha para soportar desastres, como un sismo o un ciclón.
“Nosotros en la medida que reduzcamos la cantidad de residuos generados y generemos menos calor y menos gases de efecto invernadero, pues vamos a ayudar a evitar que haya más huracanes, eso es lo que tenemos que hacer”, dijo Estrella.
Una cadena de favores para la ecocasa
Estrella Aguilar, es la responsable de este proyecto, ha coordinado cada proceso de construcción, en los cuales han participado voluntarios.
Por ejemplo, hay adolescentes y jóvenes del Colegio de Bachilleres de Sinaloa (Cobaes) de la Zona 4 que participaron para la preparación del bajareque y para producir ecoladrillos.
También han participado niños y niñas de escuelas como Via Reggio, grupos de Boy Scouts y amigos y familiares de Verónica.
Esta casa lleva seis meses de construcción y se prevé terminar antes de que termine el año. Faltan algunos enjarres, detallados, terminar de instalar tuberías, colocar piso hecho con tapas de botellas de refresco con acrílico, poner policarbonato en unas zonas de bajo de la estructura del techo, y colocar las ventanas y las puertas.
Aquí, en este lugar con pasillos amplios, de recámaras grandes, un baño, un estudio y un área amplia para la sala, comedor y cocina vivirá la familia Angulo Sánchez. Tendrá una casa digna hecha con materiales reciclados, luchando contra las técnicas más agresivas del consumismo en el mercado inmobiliario.
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