En las últimas décadas, las granjas lecheras de Estados Unidos han disminuido drásticamente, en gran parte debido a las estrictas regulaciones sobre los precios de la leche y los crecientes costos de producción.

Desde la década de 1970, el número de granjas lecheras se ha reducido en un 95%, pasando de más de 648,000 a solo 24,470 en 2022.

En el condado de Greene, Tennessee, donde antes operaban más de 1,000 granjas lecheras, ahora solo quedan 14. Esta tendencia afecta a todo el país, donde el tamaño de las granjas ha crecido considerablemente, con más del 60% de la producción concentrada en granjas con más de 2,500 vacas.

Normas de precios, una de las causas principales

 

El sistema de fijación de precios de la leche, establecido en 1937 bajo las Órdenes Federales de Comercialización de la Leche (FMMO), ha sido un factor clave en la desaparición de estas pequeñas explotaciones. A los productores se les paga según el uso final de la leche: la embotellada se clasifica como Clase 1, mientras que productos como el yogur o el queso caen en otras categorías con precios más bajos.

Durante años, la mayoría de los agricultores sólo han recibido el precio mínimo, lo que, sumado a los altos costos de producción, ha hecho insostenible la supervivencia de muchas granjas familiares.

Según un estudio de la Universidad de Tennessee, entre 2005 y 2020, el costo de producción de leche superó los ingresos en la mayoría de los casos, lo que significa que los productores pierden dinero por cada vaca. Mientras que una vaca promedio genera ingresos de alrededor de 4,457 dólares al año, los costos de producción ascienden a 6,192 dólares.

La concentración de la industria y el impacto en las comunidades rurales

 

El aumento en el tamaño de las granjas ha desplazado a las explotaciones más pequeñas, impactando gravemente las comunidades rurales. Además, esta concentración dificulta a los consumidores conocer el origen de los productos lácteos que consumen.

A pesar de las dificultades, muchas de las granjas que aún operan son de propiedad familiar, con un fuerte arraigo en la herencia y tradición. Sin embargo, la transición a nuevas generaciones es cada vez más complicada, con una edad promedio de los agricultores de 58 años y solo el 9% considerados “jóvenes”.

¿Qué puede salvar a las granjas lecheras?

 

Las granjas más eficientes pueden reducir sus costos de producción al mejorar la salud de las vacas, el rendimiento reproductivo y las tasas de conversión de alimento a leche.

Las granjas más grandes o los grupos de agricultores (cooperativas como Dairy Farmers of America) pueden aprovechar la contratación a futuro de granos y precios futuros de la leche. Las inversiones en tecnologías de precisión, como sistemas de ordeño robótico, salas rotativas y tecnologías reproductivas y sanitarias portátiles, pueden ayudar a reducir los costos laborales en todas las granjas.

La industria láctea está en proceso de reformas. El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) busca actualizar las normas de precios y apoyar a los productores mediante iniciativas de innovación, investigación y asistencia técnica. Además, el crecimiento de las granjas de valor agregado, que venden productos lácteos directamente a los consumidores, ofrece una posible solución, aunque conlleva riesgos financieros y operativos para los productores.

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*Con información de The Conversation.