El reloj sigue marcando las mismas horas de todos los días, pero en mi corazón se anida una impotencia que crece cada día más.
Culiacán es una tierra preciosísima, llena de gente valiente. Amo vivir aquí: mi familia, mis amigos, y oportunidades de crecer están aquí en la capital. Sin embargo, siento que todo lo que me hace levantarme de la cama con una sonrisa podría desaparecer en el estruendo de un disparo. Las calles vacías por la noche, los carros robados, y las vidas arrebatadas pintan un paisaje desolador.
Mis compañeros y yo añoramos la pandemia, porque al menos entonces sentíamos que podíamos prevenir algo. Podíamos evitar los contagios. Ahora, no puedo hacer nada. Lo único que puedo hacer es resguardarme con mi familia y rezar para que aquellos que están en la calle por necesidad no se crucen con el fuego de la guerra.
Incluso el refugio ya no me otorga sosiego. El 21 de septiembre a las 3 p.m., estando en Tierra Blanca en casa de mi hermana, los disparos comenzaron a sonar a solo una calle de distancia. Balazos, luego ráfagas incesantes de metralleta. El terror me hizo tirarme al suelo, temiendo que las balas pudieran atravesar las paredes. No puedo imaginar el pánico de aquellos que estaban expuestos en la intemperie.
¿Qué puedo hacer? ¿Cómo transformar estos sentimientos de angustia? No tengo la respuesta… Pero te invito, lector, a que sembremos esperanza. Tal vez no podamos combatir la criminalidad armada, pero sí podemos transmitir fe y coraje a nuestros niños, a nuestra familia, a nuestra comunidad. Te invito a que, en vez de compartir contenido alarmante, amarillista y causante de agobio, recites palabras de tranquilidad y cariño a las personas cercanas a ti. Porque puedes. Porque aún están ahí, contigo. Porque tienes la fortuna de poder sentir su abrazo y escuchar su voz. Te invito a que ames, ahora que puedes hacerlo, a que ames con fuerza porque esa es nuestra más poderosa arma de rebelión.
Por Ángel Fernando García Medina, estudiante de 1er año de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UADEO.
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