Golfo de California.- “Cuando mi madre llegó a venir, bautizó este lugar como el paraíso. Dijo que el contraste más bonito es ver por un lado el mar y por el otro el desierto con sus montañas”, recuerda María Evangelina, quien hace 30 años llegó a la Bahía de Los Ángeles, en San Quintín, Baja California.
En un inicio llegó buscando un espacio adecuado para la recuperación de su esposo enfermo; pero tras el nacimiento del último de sus ocho hijos decidió hacer vida en este sitio proveedor de riquezas naturales.
“Cuando llegué dije: yo no aguanto aquí más de 5 años. El calor se me hacía insoportable, aquí nació la última de mis hijas y yo ponía a mi niña en una cajita de esas de plátano y la iba cambiando conforme iba cambiando la sombrita de nuestra casita”, cuenta.
Aquí Evangelina aprendió sobre los frutos que ofrece el mar. Recuerda cuando con sus hijos aún pequeños se acercaban a la costa donde pulpos y almejas eran abundantes; hoy, lamenta, ya no se encuentran “y así se va acabando todo”.
“Es una tierra noble, un mar noble… Aquí la gente no se muere de hambre pero si va ahorita uno ya no encuentra las almejas o los pulpos de antes”.
El principal motivo de está escasez, han revelado durante años diversos estudios científicos, es la sobreexplotación de la zona por la pesquería de sardinas o peces pelágicos menores.
Sin embargo, la evidencia científica no ha podido convencer a autoridades y empresarios de virar hacia una producción sustentable de este recurso vivo; al contrario, la industria sardinera promueve un nuevo permiso de 30 años para pescar en la Reserva de la Biosfera Zona Marina que incluye a la Bahía de Los Ángeles y al Canal de Ballenas y Salsipuedes.
Esto, aseguran investigadores, ampliará aún más las fluctuaciones de las poblaciones de sardinas, incrementará la mortalidad de aves debido a la contaminación con aceite de sardinas y competirá aún más por los recursos con otras especies. Por ello, junto a pobladores y pescadores, piden que la Semarnat y la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) no aprueben dicha solicitud.
“¿Qué es lo que está en riesgo?”, se le cuestionó a la Dra. Enriqueta Velarde, quién por más de 30 años ha estudiado a las aves marinas en la zona de la reserva. Al igual que María Evangelina, respondió que el riesgo mayor es perder la belleza y sustento para los habitantes de este paraíso.
“Cuando empecé a estudiar el Golfo me iba en una panga navegando de un punto a otro y veías aves en cantidades grandes. Veías grupos de delfines, las sardinas en medio, los peces grandes por debajo, los delfines por los lados y por arriba llueve y llueve aves marinas. O sea, es una cosa impresionante que ya no hay. Ya esos grupos no existen, de vez en cuando ves un pajarito”, respondió.
Un nuevo permiso de pesca
María Evangelina es una de las más de 100 personas que firmaron una carta dirigida a la Semarnat pidiendo no autorizar un permiso solicitado por la industria sardinera SP Pelágicos Menores de Sonora, A.C. para permitirles pescar en la Reserva de la Biosfera Zona Marina Bahía de Los Ángeles, Canales de Ballenas y de Salsipuedes, en el Golfo de California.
Ésta pesquería ha generado un desequilibrio en el ecosistema, ampliando las fluctuaciones de las poblaciones de sardinas, incrementando la mortalidad de aves debido a la contaminación con aceite de sardinas y compitiendo por los recursos con otras especies. Además de afectar directamente actividades de los pobladores
de la zona como el turismo de observación y la pesca artesanal.
Estudios han demostrado que la pesca afecta fuertemente el stock de sardina y que, al estar está especie sobreexplotada, la fluctuación de sus poblaciones son cada vez más amplias, generando que aves decidan irse del Golfo hacia otras regiones con mayor alimento y desencadenando así una disrupción al ciclo natural de está cadena alimenticia.
Recibido por la autoridad el pasado 7 de junio, la solicitud expone que el aprobar la pesca en está área para los próximos 30 años agravaría los problemas derivados por la sobreexplotación de sardinas en el Golfo. Situación que se detonó desde finales de la década de los dos mil.
Asimismo señalan que la pesca en el Área Natural contraviene tanto al Plan de Manejo de la Reserva como a la Ley de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, al afectar la cadena alimenticia de diversas especies que, como los grandes buques sardineros, también se alimentan de este pez.
Lejos de dejar beneficios a los locales, la pesca industrial de sardina está ocasionando la disminución de especies de pesca artesanal y deportiva, pilares económicos de la región, advierten. Además de los pobladores, otros afectados son las especies de ballenas, lobos marinos, delfines, aves marinas y tiburón ballena, todas protegidas por la NOM-059-SEMARNAT-2010.
María Evangelina comenta que en la Bahía todos los pobladores viven de alguna u otra manera en relación directa con el mar. Cuenta que a través de los años ha visto cómo los pescadores tienen que ir cada vez más lejos a buscar la pesca de cabrilla, jurel o cochito; e imagina que, sí los sardineros se quieren acercar a la bahía y la isla Ángel de la Guarda, es porque “ya se acabaron todo lo que había”.
Lo señalado por Evangelina es confirmado por Joel, pescador de 37 años originario de la Bahía de Los Ángeles. Este hombre empezó a salir al mar ‘de metiche’ junto a su papá desde los 5 años, y a los 15 empezó a llevar a turistas como capitán en viajes de pesca deportiva. Joel recuerda que ha visto barcos acercarse a la zona desde que tiene uso de razón.
Él también firmó la carta enviada a Semarnat en la que se pide no aprobar este permiso. Si actualmente ya entran algunos barcos de manera ilegal, no tiene duda de que si se da el permiso los buques sardineros entrarán a la bahía compitiendo directamente con la pesca deportiva y artesanal.
“Me ha tocado que estamos pescando jurel precisamente en Ángel de la Guarda y a 800 metros o un kilómetro el barco encierra 40-50 toneladas de sardina y ahí van 10-12 toneladas de jurel. Es ahí donde nosotros estamos siendo afectados directamente, y pues indirectamente nos quitan la carnada y las aves tienen varios años que no hay anidación y pues se entiende que por la baja alimentación también”, cuenta.
A veces, añade, se encuentran millas de sardina, macarel y aves marinas muertas flotando en el mar, situación denunciada por los mismos pobladores en las redes sociales.
“¿Entonces los pescadores de la bahía si están hablando de este permiso? ¿Lo resienten?”, se le pregunta. “Sí, sí, todo el mundo está en contra, por eso también se hizo eso de tratar de firmar, de hacer ruido”, comentó.
Mayor esfuerzo, misma pesca
Joel cuenta que en la región de la bahía y la isla Ángel de la Guarda siempre ha habido pesca furtiva, con barcos que entran ilegalmente a la Reserva, incluso de noche y con lámparas.
El pescador entiende que, el que pangas y barcos acudan a ese sitio protegido es porque en sus lugares de origen, (Bahía de Quino o Puerto Libertad, por mencionar algunos), la pesca ha disminuido. “Tienen cero pesca, entonces también tienen que salir más lejos hacía acá”, añade.
Comparando las condiciones de pesca actuales con las de hace pocos años, el pescador advierte que hoy tienen que salir hasta 45 millas y gastar entre 80 y 90 litros de gasolina, mientras que hace 5 años se gastaban 10 litros y se salía a no más de entre 10 y 12 millas por el mismo nivel de pesca.
“Últimamente salimos más lejos que antes, eso también es una realidad. La pesca está igual de buena, pero recorremos 10 veces la distancia desde hace cinco años, es muchísimo más el esfuerzo”, cuenta. En el caso de la pesca deportiva es lo mismo. “Se van las escamas, se va el tiburón, se va todo revuelto con los encierros que hacen para la sardina”. Las especies más afectadas, añade, son aquellas que crecen más lento.
Joel piensa que, “si ilegalmente venían 5 o 10-15 barcos, pues ahora con permiso van a venir 100”. Este miedo es generalizado y la carta enviada a Semarnat es testigo de ello.
Ciencia ignorada
En realidad la solicitud de este permiso es solo el último capítulo de una larga travesía que diversos científicos que investigan la biodiversidad del Golfo de California mantienen desde hace más de una década a través de distintas investigaciones.
El hallazgo más revelador ha sido producto del análisis histórico de los niveles de captura de la sardina Monterrey, una de las especies más importantes para la flota sardinera.
Este análisis muestra cómo, desde el arranque de la pesca industrial de sardina en el Golfo de California, se han identificado tres periodos de fluctuaciones en el volumen de pesca, iniciando desde la temporada 2007-2008 uno de fluctuaciones extremas.
Esto, concluye el estudio, se explica en cierta medida por fenómenos climáticos como El Niño; pero añade que “la pesca afecta fuertemente el stock de sardina” y que “estos resultados subrayan la importancia de una gestión adecuada para prevenir el colapso económico o hasta biológico”.
Un primer ejemplo de este colapso económico/biológico ocurrió en la temporada 1991-1992, cuando la pesquería de sardinas prácticamente se desplomó en un 98 por ciento.
“En el 92 hubo un colapso que se fue casi de 300 mil toneladas a 6 mil 800; bajó de pronto en el año 89-90 y luego en el 91-92 se colapsó hasta el 2 por ciento”, explicó la Doctora Enriqueta Velarde, que también es integrante del Subconsejo de Investigación del Consejo Asesor del Grupo de ANP de la región de Bahía de Los Ángeles.
Más recientemente, la industria vivió un nuevo desplome derivado de la sobrepesca que se prolongó desde el 2011 hasta el 2017; esto luego de una temporada extraordinaria (2009-2010) en la que se capturaron 500 mil toneladas de sardinas.
“Cuando hay presión de la pesquería sobre los peces pelágicos menores se genera una inestabilidad y sus poblaciones empiezan a oscilar cada vez más”, explicó Velarde.
Está información pudo ser conocida ya que, la flota sardinera del Golfo publicaba sus informes mensuales de captura, pero a partir del 2020 sus informes ya no están públicos. “Entonces no sabemos qué está pasando”, denunció la académica.
Con está referencia, cinco científicos con grado de doctorado en las áreas de las ciencias biológicas y marinas, dos de los cuales forman parte del Subconsejo de Investigación del Consejo Asesor del Grupo de ANP de la región de Bahía de Los Ángeles, enviaron el pasado 10 de junio una amplia carta a la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) pidiendo también no aprobar este permiso.
En el mismo concluyen que: “Las fluctuaciones en la captura de esta especie fueron cada vez más amplias y su recuperación se hizo cada vez más lenta” y que “Varios estudios demuestran que las pesquerías sujetas a sobreexplotación fluctúan de manera creciente”.
Otro dato revelador de la situación de está pesquería, fue el hallazgo de un estudio del 2004, el cual descubrió que que a partir de la década de los 90’s más salidas de barcos dejaron de reflejarse en más pesca de sardinas. Los barcos podían hacer más viajes pero capturaban menos peces.
“Entre 1969 y 1989 la relación entre esfuerzo y captura era positiva y significativa, después de alcanzar la sobrepesca en 1989, la relación entre estos parámetros desapareció, ya que al incrementar el esfuerzo pesquero la captura no aumenta”, explica este estudio.
Este y otros hallazgos fueron reunidos y entregados a la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat por parte de científicos que forman parte del Subconsejo de Investigación del Consejo Asesor del Grupo de ANP de la región de Bahía de Los Ángeles.
“Yo estuve hablando con ellos, les mandé esta publicación, hicimos un modelo que predecía la captura de la sardina y la captura por unidad de esfuerzo. Obviamente les conviene hacer menos esfuerzo, pescar menos, y entonces van a mantener una captura más sustentable. Pero no lo tomaron en cuenta”, lamenta la científica.
“Las fluctuaciones en la captura de sardina Monterrey en el Golfo de California son dadas en mayor medida por el incremento de las capturas”, añade.
La flota sardinera
Según datos abiertos de la Conapesca, hasta marzo del 2024 existían 102 permisos vigentes para la pesca de sardinas o peces pelágicos menores a nivel nacional, de estos 62 tienen sus puertos base y zonas de operación en el Golfo de California.
Los tres principales puertos desde donde estas embarcaciones mayores salen por la sardina son los de Yavaros y Guaymas, en Sonora, y desde Mazatlán en Sinaloa. Las empresas de está lista con permisos activos hasta este 2024 de Sonora son:
– Marítima Intercontinental, S.A. De C.V.
– Pacífico Industrial, S.A. De C.V.
– Pesquera Siglo, S.A. De C.V.
– Pesquera Costa Roca, S.A. De C.V.
– Naviera Y Pesquera Del Pacífico, S.A. De C.V.
– Hernández Y Ptanik, S.A. De C.V.
– Flota Barda, S.A. De C.V.
– Crinuda Y Sardina, S.A. De C.V.
– In’ Vest Intelligence, S.A. De C.V.
– Pesquera Santa Mónica, S.A. De C.V.
– Sardineros La Pitahayosa, S.A. De C.V.
– Sardison, S.A. De C.V.
– Selecta De Guaymas, S.A. De C.V.
– Seropisa, S.A. De C.V.
– Servicios Y Contrataciones Del Golfo, S.A. De C.V.
Y de Sinaloa:
– Maz Sardina, S.A. De C.V.
– Mares Sea Food, S.A. De C.V.
– Pescados Industrializados Del Golfo, S.A. De C.V.
Los permisos y concesiones vigentes reportados se han otorgado desde el año 2015 y, en algunos casos, tienen vigencia de hasta 20 años, como lo son el CP-005/2015 otorgado a Maz Sardina S.A. de C.V. hasta el 2035; los permisos CP-016/2017, CP-017/2017, 029/2017 y CP-030/2017 otorgados a Sardineros la Pitahaya S.A. de C.V. y Selecta Guaymas S.A. de C.V. hasta el 2037; o el permiso CP-065/2022 otorgado a Naviera y Pesquera del Pacífico S.A. de C.V. hasta el 2042. Todos estos bajo un esquema de concesión.
Zonas de amortiguamiento
Mientras que Sistema producto Pelágicos Menores de Sonora AC indica que la actividad de pesca de pelágicos menores se encuentra como actividad permitida en el plan de manejo de la reserva, la doctora Velarde opina que la misma industria debería entender estas zonas como un área de refugio pesquero para proteger el recurso que ellos mismos están pescando.
A este respecto, aunque el Plan de Manejo indica que una de las actividades dentro de la Reserva es la pesca industrial de sardinas, este no es el documento que norma el otorgamiento o no de permisos de pesca en la zona.
Al contrario, señala que la pesca industrial sí influye directamente en la actividad alimentaria y reproductiva de aves y mamíferos marinos y que no existe un control sobre el número de usuarios, la manera en que se realiza la actividad y los volúmenes de captura.
“La pesca en la Reserva de la Biosfera funciona como un sistema de acceso abierto de facto, en el cual no hay control” y “Existe una competencia potencial entre las aves marinas y las pesquerías por el mismo recurso”, son algunas de las consideraciones del Plan de Manejo de la Reserva de la Biosfera Zona Marina Bahía de Los Ángeles, Canales de Ballenas y de Salsipuedes.
En este mismo documento se puede conocer que tanto la Bahía de Los Ángeles como los Canales de Ballenas y de Salsipuedes están determinadas como zonas de amortiguamiento; estas, indica la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), norman que toda actividad que se desarrolle en la zona conduzca hacia un desarrollo sustentable que cree las condiciones para la conservación del ecosistema a largo plazo.
De las 8 zonas de amortiguamiento que incluye la Reserva, 6 son Subzonas de Aprovechamiento Sustentable de los Recursos Naturales, en las cuales “el aprovechamiento sustentable de la vida silvestre podrá llevarse a cabo siempre y cuando se garantice su reproducción controlada o se mantengan o incrementen las poblaciones de las especies aprovechadas y el hábitat del que dependen”.
Enriqueta Velarde señala que la industria sardinera nunca ha respetado los programas de manejo.
“Ellos no respetan las zonas que tienen permitidas y andan pescando por donde quieran, incluso se meten al Parque Nacional Archipiélago de San Lorenzo. Ahí se meten a pescar y en ese parque no tienen permiso”, comentó.
Al funcionar estas regiones como zonas de reclutamiento, áreas donde los peces jóvenes crecen hasta alcanzar un tamaño y madurez suficiente para unirse a la población adulta, Velarde advierte que el pescar ahí afectaría directamente a la cadena de reproducción de las especies de sardinas, agravando la falta de alimento para aves y mamíferos marinos del ecosistema.
Menos alimento, más aceite de sardinas
La Doctora Enriqueta Velarde, una de las más reconocidas especialistas en aves marinas el Golfo de California, tiene 40 años estudiando la región y desde sus primeras investigaciones encontró como a lo largo de la década de los 80’s, las aves de la zona fueron cambiando su dieta para consumir menos sardinas. Esto mientras la pesquería industrial se mantenía en un crecimiento anual importante.
“Empecé a hacer muestreos de la dieta y me di cuenta de que se alimentaban principalmente de sardina en aquella época que era a principios de los 80s. Entonces de pronto, como a mediados de los 80s, me di cuenta de que la sardina disminuía en su dieta y comenzaba a aumentar la anchoveta”, cuenta.
Al cotejar estos hallazgos con los datos de captura de la industria, la investigadora se dió cuenta de que mientras las aves ya no comían sardina, la flota industrial seguía pescándolas en proporciones muy altas.
Más recientemente, en un estudio del 2015 junto a Exequiel Ezcurra, Michael H. Horn y Robert T. Patton, Velarde demostró que una de las razones por las que el Charrán Elegante, una pequeña ave que habita las costas del Pacífico desde California hasta Perú, se va del Golfo hacia otras regiones, es el nivel de captura de sardinas de la temporada anterior. Sin alimento disponible, las aves abandonan la zona.
“Con esto demostramos que no nada más las condiciones oceanográficas, sino también factores de la pesquería están compitiendo por los recursos con las aves nativas y pues si no hay recursos se van”, dijo Velarde. “Lo más lógico es que esa zona la dejaran en paz”, sentencia.
Apasionada en el estudio de las aves, la doctora Velarde ve con especial preocupación el derrame de aceite de sardinas al mar. Cuando un buque sardinero guarda las sardinas capturadas, lo hace en cámaras que arrojan agua y aceite. Este subproducto de la pesca termina impregnando en el plumaje de aves marinas, sobre todo pelícanos que, al perder su capacidad de volar y de regular su temperatura, mueren horas después de acercarse a uno de estos buques.
“Cuando ellos chupan el pescado hacia adentro de su bodega por el lado opuesto están derramando esta agua que está llena de aceite… Al impregnar su plumaje pierden capacidad de aislamiento, de termorregulación, pierden capacidad de que ya no penetre el agua a su cuerpo. Entonces ahí se quedan condenados a muerte”, lamentó la académica.
Sus revisiones le han dado un estimado de 1000 muertes mensuales de pelícanos por aceitamiento. “Son un montón porque la población eran como 60.000 pelícanos en todo el Golfo de California y de esos, si se mueren 1000 al mes, después de 3-4 años ya no tienes nada”, dijo.
Alcanzar un equilibrio
¿Hay una solución a la problemática detonada por la sobrepesca de sardina en el Golfo de California? La ciencia opina que sí.
En el caso de la sardina Monterrey dos estudios distintos, uno realizado en el 2019 a cargo de Osvaldo Gutiérrez Benítez y otro en el 2021 coordinado por Alfredo Giron-Nava, llegaron a conclusiones similares en cuanto a la propuesta de un nivel de captura máxima anual de sardinas que ronde las 220 mil toneladas anuales.
Con este nivel de captura, la población de esta especie tendría un manejo sostenible, aseguran.
“Sin embargo, estas recomendaciones no han sido tomadas en cuenta y se ha llegado a capturar hasta más de 500,000 por temporada, con las consecuencias de los repetidos colapsos que ha sufrido la población de sardina”, se lee en el análisis enviado a la Semarnat.
“¿Qué es lo que está en riesgo?”, se le cuestionó a la Dra. Enriqueta Velarde, quién por más de 30 años ha estudiado a las aves marinas en la zona de la reserva. Al igual que María Evangelina respondió que el riesgo mayor es perder la belleza y sustento para los habitantes de este paraíso.
“Cuando empecé a estudiar el Golfo me iba en una panga navegando de un punto a otro y veías aves en cantidades grandes. Veías grupos de delfines,, las sardinas en medio, los peces grandes por debajo, los delfines por los lados y por arriba llueve y llueve aves marinas. O sea, es una cosa impresionante que ya no hay. Ya esos grupos no existen, de vez en cuando ves un pajarito”, respondió.
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