Culiacán, Sin.- Miguel Taniyama, empresario, activista y maestro universitario sinaloense, expresa sus opiniones acerca de la situación que atraviesa actualmente el estado, especialmente la ciudad de Culiacán, donde una ola de violencia se ha propagado desde hace ya más de un mes.

Él entiende esta crisis como un tema más allá de un simple conflicto entre grupos delictivos. Es más bien una fractura profunda en el tejido social que precisa del involucramiento de todos los actores de la comunidad para poder salir adelante. Comparte su sentir como empresario, pero también como un ciudadano común, que observa con horror e impotencia a la violencia apoderándose de su ciudad y la inexistencia de liderazgos dispuestos a frenarla.

Para Taniyama, el que la academia se vea involucrada en estos conflictos que danzan entre la perversamente delgada línea que divide a lo político y lo delincuencial en Sinaloa es motivo de gran tristeza. Señala que todos y cada uno de los eslabones sociales precisan realizar un ejercicio de autocrítica, aceptación y cooperación, si se desea atender las carencias que tanto afligen a la ciudadanía.

“Cada día es más lacerante, cada día es más impotencia”

 

Desde el 9 de septiembre hasta la fecha, en Culiacán y sus alrededores se han presentado hechos de violencia de alto impacto a diario. Violencia que se extiende a inocentes, con un número indeterminado de personas que han percibido la pérdida de su estabilidad económica, patrimonio, salud física y mental, e incluso su vida.

Miguel Taniyama expresa la gravedad de esta situación cuando se refiere a cada día de esta narcopandemia como un culiacanazo en sí mismo.

“Cada día es un Culiacanazo. Llevamos 32 Culiacanazos, esa es nuestra realidad. Han sido días devastadores por el terror, el miedo y la impotencia como ciudadanos. Un pleito que, de querer o no, nos inmiscuye a todos los sinaloenses, a todos los culichis. Cada día es más lacerante, cada día es más impotencia y cada día es más el desequilibrio emocional de nosotros”, cuenta en entrevista para Revista Espejo.

 

Durante este mes de narcoguerra en Sinaloa, se registran casi 200 homicidios, además de 234 desapariciones y un repunte en los robos a comercios y despojo de vehículos. En medio de esta situación, las personas han limitado o restringido sus actividades por miedo a ser una estadística más de la indolente lista. “Amigos pensando en irse”, comenta Miguel, “uno también lo piensa, remotamente. Amo Sinaloa, pero también amo la paz mental, la tranquilidad”.

“Las emociones se desbordan. Se desborda la ira, se desborda el coraje”, relata Taniyama.

 

Más allá de un conflicto por el poder entre cárteles

 

El también ex presidente de la Canirac en Culiacán enfatiza lo problemático que resulta para la ciudadanía y, sobre todo, para el alumnado, que la máxima casa de estudios del estado esté “convulsionando” en un pleito con el gobierno.

“La crisis en Sinaloa va un poquito más allá de un pleito por el poder del cartel. Hay una crisis en la academia. La universidad y el gobierno están convulsionando en un pleito. Eso va a hacer que 3, 4 o 5 generaciones que se van a graduar, se gradúen en la mediocridad, en medio de un pleito, en un castigo a la sociedad, sin deberla ni temerla. Cuando la universidad debería estar encausada a la educación y formación de los jóvenes, son cosas verdaderamente lamentables”

 

Taniyama relata cómo él, durante décadas, depositaba sus esperanzas en la academia como el medio con el que Sinaloa podría combatir la ignorancia, violencia y delincuencia. Sin embargo, el ser testigo del proceder de los representantes de la misma le hace pensar que ha estado equivocado.

Cuando pasan los años, y ves que dos ex rectores luchan encarnizadamente, duele. Cuando ves dos personas altamente letradas, con maestrías y doctorados, y que derraman sangre, es verdaderamente triste. Refleja nuestra sociedad, que nuestra academia no basta.

 

Asegura que ante esta decepción, es necesario buscar algo más grande, algo que él describe como la divinidad, pues una sociedad sin valores y falta de espíritu no podrá resolver sus muy marcadas afecciones.

“¿Tendremos el valor para aceptar nuestras culpas?”

 

El empresario señala que la magnitud de la problemática demanda la atención y compromiso desde todos los ángulos. Para aislar al monstruo, dice, deben involucrarse los actores políticos, económicos, sociales y educativos.

“¿Quién va a levantar la mano para hacer los primeros planteamientos de la recomposición de la sociedad sinaloense, desde todos los contextos?”

Taniyama continúa, y destaca la necesidad de la sociedad sinaloense de sentarse y repensar el presente, así como el futuro que deseamos para nuestros hijos y nietos. Encuentra en esta ruptura una gran oportunidad para replantearse qué se ha hecho mal, y ser honestos con nosotros mismos sobre las diferentes responsabilidades que cada uno alberga en esta crisis. Pero para no desperdiciarla, es necesario tener valor.

Es una gran oportunidad, el tema es: ¿Tendremos el valor suficiente para sentarnos y acordar? ¿Tendremos el valor suficiente para aceptar nuestras culpas y, en base a estas culpas, reconstruir nuestra sociedad?

 

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