Las calaveritas literarias son una de las tradiciones más representativas de México, especialmente durante las celebraciones del Día de Muertos. Estas composiciones, que mezclan humor, ironía y una visión desenfadada de la muerte, son versos en rima que retratan a personas vivas como si ya hubieran sido alcanzadas por la “huesuda”.
En cada calaverita, se juega con situaciones cotidianas y personajes conocidos, desde figuras públicas hasta seres queridos, mostrando la relación única de los mexicanos con la muerte, donde el respeto y la irreverencia conviven. A través de estas pequeñas obras literarias, se mantiene viva una tradición que, generación tras generación, sigue arrancando sonrisas incluso en medio de la reflexión sobre la finitud de la vida.
Cómo hacer calaveritas literarias
Las calaveritas literarias son composiciones en verso, generalmente de tono humorístico o irónico, que juegan con la idea de la muerte. Aquí te explico cómo hacerlas paso a paso:
1. Elegir a la persona o tema
Selecciona a alguien conocido, puede ser una figura pública, un amigo o un familiar. También puedes elegir un tema o evento relevante.
2. Definir el tono
Las calaveritas suelen ser divertidas, sarcásticas o hasta burlonas, pero siempre con respeto y sin malicia. El tono debe ser ligero, haciendo bromas sobre la muerte sin perder la chispa.
3. Crear una estructura
Las calaveritas literarias generalmente se componen de cuartetas (estrofas de cuatro versos) con rima. El esquema de rima más común es ABCB o AABB.
4. Incluir a la muerte como personaje
La “Catrina”, la “huesuda” o la “calaca” son los nombres más comunes con los que se alude a la muerte. Es clave incluirla como protagonista, llevándose a la persona o interactuando de forma humorística con el personaje principal.
5. Añadir humor o ironía
Debes jugar con situaciones cotidianas o características del personaje elegido, exagerándolas para generar comicidad. Por ejemplo, si escribes sobre un maestro, puedes bromear sobre la muerte y su amor por la enseñanza.
6. Cierre creativo
Finaliza la calaverita con una conclusión que incluya el destino del personaje o una broma final. Esto puede ser una despedida ingeniosa o un giro inesperado.
Calaveritas literarias
La Calaca al Editor
Visitó El editor bien sentado,
frente a la computadora,
de repente la huesuda,
lo miró desde la aurora.
“De tanto corregir notas,
ya tu fin ha llegado,
en mi libreta te anoto,
tu tiempo ha terminado.”
El editor sonreía,
y a la muerte le lanzó:
“Con tantas correcciones,
tu visita se aplazó.”
El Político y la Catrina
El político en campaña,
prometiendo y sin parar,
no vio a la calaverita,
que lo vino a visitar.
“Tus promesas son mentiras,
y ya te he de llevar,
al panteón de los olvidos,
sin votos ni un lugar.”
El político decía:
“No me llevo ni un mal rato,
porque muerto o en vida,
¡yo me quedo con el puesto!”
La Maestra y la Huesuda
La maestra en su salón,
daba clases con pasión,
pero la flaca llegó,
y en la puerta apareció.
“Ven conmigo, querida,
que tu labor ya se acaba.”
“Espera un poco, huesuda,
que la clase no se acaba.”
Y la maestra, astuta,
logró en la vida quedarse,
pues hasta la muerte,
quiso volver a clase.
El Chef y la Catrina
En la cocina un chef
preparaba un buen banquete,
cuando llegó la calaca
y pidió que la respete.
“Chef, tu sazón es famoso,
hasta en el mundo de muertos,
pero tu tiempo ha llegado,
y ya no hay más conciertos.”
El chef, muy confiado,
le sirvió un buen platillo,
y la calaca, encantada,
se quedó por otro brillo.
El Estudiante y la Muerte
El estudiante estudiaba
para el gran examen final,
cuando la calaca dijo:
“No lo vas a pasar mal.”
“Ya es tarde para leer,
no te aprendas la lección,
te llevo conmigo,
y te ahorro la presión.”
El joven se asustó,
y rápido se puso a estudiar,
que la muerte no espera,
y no da para reprobar.
El Médico y la Huesuda
Un doctor muy afamado
curaba sin cesar,
cuando la huesuda vino
a verlo trabajar.
“Tantos años sanando
no te librarán de mí,
ya prepara tus maletas,
que te vas directo al fin.”
“Aún no, flaca,” le dijo,
“tengo muchos que sanar.”
Pero la muerte lo miró
y lo mandó a descansar.
El Periodista y la Muerte
El periodista escribía
de política y verdad,
cuando la huesuda astuta
le dio su última oportunidad.
“Tanta nota que has dado,
ya es hora de tu final.”
Pero el periodista hábil,
le escribió un buen editorial.
“Déjame seguir contando
las historias del lugar.”
Y la calaca sonriendo
le dio un respiro mortal.
El Mecánico y la Catrina
El mecánico reparaba
un coche sin frenar,
cuando la huesuda llegó
y lo vino a buscar.
“Ya tu llave inglesa,
no volverás a usar,
vente conmigo,
ya te quiero llevar.”
“Deja primero que acabe,”
le respondió sin cesar,
“que con tanta avería,
¡hasta tú vas a necesitar!”
El Panadero y la Huesuda
Un panadero horneaba
su pan de cada día,
cuando la muerte llegó
con tremenda alegría.
“Panadero, ya es hora,
dejas de hacer tu masa.”
“Deja que termine,
que el pan está en la casa.”
La calaca no resistió
el olor tan peculiar,
y al probar su pan,
lo dejó otro año hornear.
El Poeta y la Calaca
El poeta recitaba
bajo la luna llena,
cuando la calaca vino
a romperle la cadena.
“Tus versos ya se acaban,
tu poesía ya termina.”
Pero el poeta astuto,
le escribió una rima fina.
“Ven, calaca, dame un beso,
que en mi verso vivirá,
el recuerdo de la vida
que nunca se irá.”
En resumen, las calaveritas literarias no solo son una manifestación creativa del ingenio popular, sino también una forma en la que los mexicanos enfrentan la muerte con humor y despreocupación. Esta tradición, que sigue vigente en la cultura contemporánea, refleja la capacidad de reírse de lo inevitable y mantener vivas las costumbres ancestrales.
Con cada calaverita, se honra el recuerdo de quienes ya no están, mientras se celebra la vida de quienes siguen escribiendo su historia. Así, entre versos y rimas, la muerte se convierte en un personaje más de la fiesta.
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