El primero de noviembre es una festividad muy importante en todos los países con una población mayormente católica, como México o España. Según la tradición, se emplea este día para conmemorar a todos los santos difuntos y mártires, conocidos o no. Es por esto que la festividad lleva por nombre el Día de Todos los Santos.

En México, los fieles celebran esta fecha asistiendo a misa, haciendo rezos y participando en procesiones. Es común que las familias también asistan a los panteones para visitar las tumbas de sus seres queridos que han fallecido.

La relevancia cultural de esta festividad radica en la importancia de celebrar y conmemorar la vida, reflexionar en la muerte, la trascendencia y temporalidad de la vida.

Diferencia del Día de Todos los Santos y Día de Muertos

 

Si bien ambas festividades tienen similitudes, como la conexión con los difuntos y recuerdo de los familiares que han muerto, lo cierto es que tanto su origen como la forma de celebrar ambas fechas varía enormemente.

El Día de Muertos tiene raíces prehispánicas, época desde la que datan las tradiciones asociadas a este y la mitología de la que emanan. El uso de las flores de cempasúchil, los altares, y otros elementos icónicos tienen su origen en las antiguas civilizaciones mesoamericanas, como los mexicas, mixtecas o zapotecas, desde antes de la llegada de los españoles al actual territorio mexicano.

Por el otro lado, el Día de Todos los Santos es propia de la tradición católica. Fue el Papa Gregorio IV quien declaró oficialmente, en el año 835, que el 1 de noviembre se celebraría como la Fiesta de Todos los Santos. Esta fiesta, por su lado, tiene raíces en el cristianismo primitivo.

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