En Culiacán la muerte rondaba,
mientras la gente preocupada esperaba.
Pero el secretario decía confiado,
“¡Son puros rumores! No ha pasado nada malo”
Con su traje impecable y su voz sin temblor,
decía que todo era solo un rumor.
Pero la flaca no se quedó atrás,
y a Gerardo se lo llevó en un santiamén, sin más.
“¿Qué pasa, señor Mérida? ¿No lo vio venir?
Yo vengo en paz, nada va a ocurrir.
¿Acaso pensó que eran cuentos y cuentos?
¡Si aquí en el panteón hay varios asientos!”
La gente en las calles leía la noticia,
el secretario y su “rumor” ya eran caricia,
de la Catrina que, en tono burlón,
le dijo “¡A este sí me lo llevo al panteón!”
***
Claveritas ESPEJO
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