María Magdalena Sedano Núñez, Doña Nena, nació en Aguaruto, pero tiene 30 años en la comunidad pesquera de Las Puentes. Su papá era pescador y el agua la llamó, a sus 67 años disfruta vivir en un lugar tranquilo.
Hace 45 años ya visitaba la comunidad cuando iba con su papá. Le encanta entrar al mar, su esposo por un tiempo sacaba ostión y ella se iba con él, cuando falleció su papá, su hermano menor se quedó a cargo, pero se mudó a Guamúchil y ahora ella le entró al negocio.
Tiene una flotilla de 30 personas trabajando entre quienes pescan, filetean y acomodan. Su hijo fue su mejor trabajador, murió en pandemia, después de eso Doña Nena cayó en una tristeza profunda de la que está saliendo poco a poco.
Recuerda que su papá sacaba robalo y lo comercializaba en Aguaruto. Era difícil porque no tenían motor, sino con palanca. El calor intenso hacía que tuvieran cuidados especiales con el producto para que no se cociera, como poner mangle. Ahora ella en las pangas pone hielo.
El robalo que era de 8 a 10 kilos, ahora sale de 3 kilogramos; igual el mero sale más chico. Antes el botete lo regresaban al mar, ahora se cotiza y hay menos. En tiempo de frío que es temporada alta, le llevan de 50 a 60 kilos de botete por panga, en temporada baja de 15 a 20 kg.
Las lisas se las piden mucho, hay quienes la prefieren al robalo, pero ha bajado la venta porque en Mazatlán entregaba filete, los camaroneros ahora sacan lo que dicen que es basura por no ser camarón y lo comercializan; ahora batallan para colocar el producto. De Nayarit también le han encargado.
Doña Nena se siente contenta de que los jóvenes vayan por los restos de los pescados para ir a sacar jaiba, le da tranquilidad de que sea una manera de contrarrestar la entrada de la población al crimen organizado, que conoce como afecta a comunidades aledañas.
El consumo de drogas se ha presentado, pero también los grupos con disposición a apoyar a quienes quieren salir de esa enfermedad; pese a que es una comunidad pequeña, tienen su propio grupo para superar adicciones.
Lo que sí le ha tocado de unos 8 años a la fecha, es que van personas armadas y piden producto y no lo pagan, “no pasa de ahí, no nos han dado un susto”, dice. Son de fuera de la comunidad, prefiere no cuestionar por seguridad de todo el equipo y agradece a Dios que hay trabajo.
No solo agradece de palabra, sino que en sus actos ha encontrado la manera de apoyar dando producto barato a la iglesia de la comunidad. Recuerda que empezó con una hielera cuando por decisiones familiares quedó a cargo del negocio, ahora se hizo de clientes y tiene capacidad de brindar empleos para apoyar familias.
Los retos de la pesca son diversos, iniciando por el producto. Tiene presente la helada del febrero del 2011 que causó la pérdida de los cultivos en la entidad, pasó lo mismo con la lisa, desde entonces no han salido lisas tan grandes. En el 2023 Doña Nena vio que salieron lisas bonitas, pero no es suficiente comparado a como eran antes.
También hay poca venta de producto, la talla ha afectado en la comercialización. Ha diversificado y los fines de semana vende camarón, patas de mula y ostiones, para tener producto fresco.
Ha entrado a diversificar el producto, por ejemplo: ahora lo vende picado para ceviche cuando se lo encargan. Es una satisfacción que lo reconozcan y que la población la salude constantemente con gusto por verla. Es una relación que ha cultivado y cosechado cariño.
“Hay que perseverar para alcanzar”, enfatiza. Con su voz que transmite tranquilidad, agradece a Dios por haber iniciado en un día que no vendió nada, pero ahora la situación cambió y tiene claro que seguirá trabajando para alcanzar nuevas metas.
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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.
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