María Bruna López Espinosa, disfruta de la lectura y lugares tranquilos, como las islas alrededor de La Reforma, donde nació y vive. Tiene una enfermedad degenerativa y no le ha sido impedimento para ser una mujer activa que incentiva la participación ciudadana en su comunidad.
Una de sus amigas la invitó a trabajar en acciones para mejorar el entorno de ella y sus vecinas y vecinos, aceptó con la condición de que fuera un movimiento totalmente ciudadano, sin partidos políticos de por medio; así fue. Hubo personas que intentaron trasladar problemas personales al grupo, por lo que María Bruna y otras personas hicieron su propia organización.
El proceso para conformarse como asociación civil no fue fácil, ya que las personas les decían que habría ventajas si se constituían bajo esa figura, pero ella y el grupo no terminaba de entender a qué se referían y no tuvieron una orientación o acompañamiento para consolidarse.
“Por el rescate a la identidad que nosotros queremos tener aquí, pero hay mucha gente que no lo entiende así, pero hay gente que no coopera”. La primera acción fue poner la figura de un camarón gigante en un parque público, reconociendo los elementos que generan identidad en la comunidad y este es el principal producto que se pesca. Para lograr la instalación hicieron actividades como rifas, pidieron cooperación y otras actividades como venta de comida.
La siguiente acción de la asociación donde está María Bruna es hacer el monumento al pescador. Al inicio no estaba convencida al ser un proyecto costoso y en la comunidad no hay recursos económicos holgados. Además, considera que a la población no le es agradable que le estén pidiendo dinero, por lo que ella ha optado por vender alimentos para juntar fondos, pero sigue sin ser algo de su agrado.
La idea es pagar ese proyecto para diciembre, para que el monumento esté listo el Día del Pescador, el 26 de enero. El proyecto requiere una inversión de 300 mil pesos. Al inicio había mucho entusiasmo, pero el ánimo va decayendo. Sigue por el compromiso que hizo, pero le estresa no juntar el recurso.
Hubo una situación extraordinaria con una organización que trabaja en la reforma que intentó colgarse de las actividades ciudadanas, también generó división interna e hizo que se desalentaran, pero ya no les afecta.
“Me causa mucha satisfacción el saber que estoy haciendo algo por mi comunidad”. Entre el rescate de la identidad y el futuro de La Reforma, María Bruna encuentra una pérdida de valores y le preocupa. Busca llevar la cultura de la paz a las personas más jóvenes, que entiendan que las drogas lícitas o no, no son necesarias para la diversión.
Los problemas de drogadicción y desinterés de las madres y padres de familia por sus hijas e hijos, son sus principales preocupaciones sociales. Quiere mostrar el potencial de la comunidad para desarrollarse libremente y que conozcan el arte a través de talleres de danza, artesanías, arborización, deportes y otras actividades que puedan llamar la atención.
Ha recibido críticas de su familia, porque quiere seguir, aunque nadie reconozca su trabajo, lo ven como algo que le causa problemas, pero a ella le gusta.
Es prefecta en la escuela secundaria de La Reforma, pese a que vivió en un régimen autoritario por parte de su padre, quien consideraba que las mujeres no debían estudiar. Su mamá fue ama de casa, a quien describe como una mujer sumisa.
Todo eso marcó su infancia. Empezó a trabajar a los 12 años y lo alternaba con los estudios, que se pagaba ella misma. No le permitieron ir a trabajar a Culiacán. Hizo carrera técnica en Conalep y vivió dos años en Mazatlán. Regresó a La Reforma a los 25 años a casarse con su todavía esposo de oficio pescador.
Cuando su hijo y su hija empezaron a estudiar el nivel superior, a ella también se le abrió la oportunidad y la tomó; por 5 años iba y venía los fines de semana a Mazatlán. En el 2015 al terminar la licenciatura la ascendieron a prefectura en la secundaria en la que labora.
Tuvo la opción de hacer un examen para dar clases, pero por cuidar a su padre que tuvo dos infartos cerebrales y le dio enfisema, no quiso poner más carga en su vida y desistió de la docencia.
Las situaciones la han hecho priorizarse, pero nada la ha hecho desistir en avanzar personalmente y en crear comunidad y hacer de este un estandarte para que todas, todos y todes tengan un mejor entorno en La Reforma.
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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.
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