María Evelia Sauceda Sánchez, tiene 54 años y es de La Reforma, de momento lo que más le emociona es hacer bizcotelas, unas pequeñas galletas regionales. Le sabe al camarón, a la jaiba y lo más importante, es socia de una cooperativa de mujeres ostricultoras.

“Es un gusto, es un orgullo para mí decir: yo soy socia de una cooperativa de mujeres. La primera cooperativa de mujeres de La Reforma, yo soy socia. Con todo mi gusto y todo mi orgullo lo digo: Yo soy socia de la cooperativa Leonor Cuadras Cuadras”, expresa.

Ella es del mar, así lo declara. Nadie le cuenta sobre los ostiones, porque ella los conoce bien y sabe el proceso desde que son semillas, hasta semillón. Su padre era pescador y se iban al mar una semana en Semana Santa, era lúdico, no iban a trabajar.

A los 17 años se casó y se quedó en la comunidad. Trabajó un año en la planta que había en La Reforma, ya no existe y eso ha mermado en conseguir trabajo. La plazuela junto a su ex trabajo era un gran atractivo, ahora quedó el nombre en un parque: la plantona.

Para lograr tener la cooperativa Leonor Cuadras Cuadras junto a sus compañeras fue un proceso colectivo y personal difícil. María Evelia perdió a uno de sus cuatro hijos, ella no tenía ánimos de seguir con vida y esos pensamientos eran invasivos; deseaba su muerte y no salía de visitar la tumba de su hijo en el panteón.

Gracias a un taller de Perdón y Reconciliación entendió que el ciclo de su hijo terminó y que le tocaba seguir adelante. Con el ánimo recuperado se organizaron para tener la cooperativa, la inversión económica era alta y lo pudieron sortear en equipo cooperando y vendiendo bizcotelas.

“Si vamos a poder hacerla y vamos a trabajar”, se decían entre las compañeras. Así fue, lograron reunir los más de 30 mil pesos y registrar la cooperativa.

Cuando llegó la primera semilla para sembrar ostión fue una experiencia bonita y desesperante, era algo nuevo y en un espacio en que no conocían. Calor, moscos, animales se hicieron presentes. Los fuertes vientos, el frío y la incertidumbre no las detuvieron.

El ostión siempre le ha gustado, tanto en su sabor, como los beneficios que tienen para los ecosistemas al filtrar el agua. El ostión le dio la tranquilidad que necesitaba, terapia ocupacional y aprendizaje se mezclaron con la amistad y las ganas de salir adelante.

“Es una alegría decir: esto es de nosotros, nosotros lo llegamos a grande”. En una ocasión llevaron a grande unos ostiones que consumieron ellas mismas después de maternarlos; el sabor, el placer y la experiencia solo la puede contar con risa al hablar. También hubo personas que se acercaban a ver qué estaban haciendo y de su éxito.

Al inicio les hicieron comentarios de personas que habían intentado criar ostiones y que no tuvieron éxito, agarraron el apoyo del Gobierno y perdieron interés de seguirlo intentando.

Mientras que las cuatro mujeres de la Cooperativa Leonor Cuadras Cuadras no solo tienen un interés personal, sino colectivo por el bien de la bahía y han logrado llegar lejos con esa visión. Sus familias ya se están integrando al equipo, es momento de trabajar en equipo para sobrevivir.

María Evelia y sus compañeras no la han tenido fácil, unas personas las sacaron de la isla en donde sembraron ostiones, con todo y los permisos que consiguieron y por lo que pagaron; sin haberle hecho daño a nadie les impidieron trabajar. Se tuvieron que salir y mudarse de isla a empezar de cero y cruzar de isla a isla para estar en su banco de ostiones.

Hay personas que han ido y les han cobrado por apoyarlas para tener la isla para sembrar, no lo han logrado y les representan fuertes inversiones económicas de las que les cuesta reponerse sin llegar a ningún punto. Les han argumentado que tienen el permiso para la siembra, mas no de estar en la isla, pero ella sabe que no se daña a la isla mientras ellas están ahí.

Quisiera que haya más cooperativas de mujeres y más personas trabajando en el mar, para que la bahía esté limpia y que en colectivo tengan un futuro próspero. Producir ostiones en la comunidad y que sea una fuente de trabajo es otro de sus deseos.

Pide que las personas luchen por sus sueños y que valoren el mar. Que no se sientan derrotadas, que busquen la manera de luchas por ellas y por sus familias. Esperar que cada año sea mejor que el anterior, es algo que sabe y lo comparte. Hay planes a futuro de ecoturismo, hacia allá va, a lograrlo con sus compañeras.

Le gusta el sentimiento de cuando las personas le preguntan que si cómo van con los ostiones o si van a regresar a la isla, la llena de gusto escuchar los comentarios y se enorgullece de decirse ostricultora de la Cooperativa Leonor Cuadras Cuadras.

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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.